Gallegos a la vanguardia

“A mi yo de 18 años le diría que no se agobiase por su futuro empleo”

El artista visual ourensano Abel Reverter, cofundador de Cabeza Patata, ha hecho campañas para Google, Spotify o The New York Times

Sandra Penelas

Sandra Penelas

En la última cena de Nochebuena, su prima trasteaba con el móvil cuando gritó sorprendida al descubrir sus ilustraciones en la App Store. El artista visual Abel Reverter Valeiras (Ourense, 1988) ha desarrollado campañas, varias de ellas merecedoras de premio, para Apple, Spotify, Microsoft, Google o The New York Times desde Cabeza Patata, el estudio que cofundó con Katie Menzies. Tras varios años centrados en grandes proyectos comerciales y en la puesta en marcha de una plataforma de aprendizaje –Patata School–, ambos han recuperado su faceta más artística y actualmente preparan sendas intervenciones en el centro de Manchester y en el Festival Pictoplasma de Berlín.

“Llegar a tantos sitios con campañas como la de Apple, con quienes hemos trabajado mucho, es muy emocionante. Los proyectos comerciales son muy divertidos, pero también muy intensos. Hay mucha gente mirando lo que haces y el primer día que empiezas ya vas tarde. Pero gracias a estas campañas hemos recuperado la libertad para volver a nuestros orígenes, cuando Katie y yo solo nos divertíamos probando cosas. Estamos intentado irnos más hacia la parte artística y está siendo una locura todo”, relata entre risas.

Su intervención en el Festival Pictoplasma, una referencia en diseño de personajes y arte contemporáneo y donde ya acudieron como invitados en ediciones anteriores, consiste en una banda robótica con “piel” de tela y aspecto de marionetas tradicionales. De la parte tecnológica se ocupa su hermano David, doctor en Ingeniería Industrial por La Sorbona, además de músico y actualmente afincado en Granada.

El más pequeño de la familia, Antonio, también cambió Física por Audiovisuales y ahora es ayudante de dirección en películas y series como “30 monedas”, de Álex de la Iglesia. “Todos hemos acabado en el mundo del arte. No tiene mucho sentido porque en nuestra familia no había ninguna referencia. Venimos de padres ingenieros. Pero sí recuerdo que nos gustaba desde pequeñitos. Mi madre nos ponía papel en la pared y pintábamos murales por diversión. A mí me atraía dibujar y hacer fotos, pero cuando dije que quería estudiar algo artístico fue un poco chocante”, reconoce.

Abel Reverter, en su estudio de Somerset House.

Abel Reverter, en su estudio de Somerset House. / Cedida

Y es que por entonces no había ninguna carrera relacionada con la animación o el 3D, así que se matriculó en Comunicación Audiovisual en la Complutense. “No es que tuviera un ansia enorme por irme, pero no entré en Santiago por la nota. Y al principio odié muchísimo Madrid. Echaba de menos mi casa y Galicia. Y la primera vez que fui en metro pensé que todo el mundo tenía la cara triste. Me parecía superdeprimente. Y ahora no me creo que me guste vivir en Londres”, admite divertido.

Durante sus años universitarios también le preocupaban las perspectivas laborales. “En 2007 los profesores nos decían que el futuro era la TDT. Nadie se imaginaba los trabajos actuales. Todo ha cambiado muy rápido y también la gente ha empezado a entender más este ámbito gracias a la explosión de los creadores de contenido en redes. Es un campo muy cambiante y tienes que estar aprendiendo todo el rato. En realidad, no sabemos qué profesiones existirán en diez años pero si algo te apasiona a la larga encontrarás algún espacio en el que eso sea necesario. Siempre animo a la gente a que se centre en lo que le gusta y de manera amplia. A mí yo de 18 años le diría que no se agobiase por su futuro empleo y que se dedicase más a aprender y explorar las cosas que le gustaban”, reflexiona.

Aún le quedaba una asignatura cuando Abel consiguió en el verano de 2011 una beca para hacer unas prácticas en una pequeña productora londinense. Y después siguió trabajando como freelance para estudios ubicados en diferentes ciudades europeas y también de EE UU. Así fue desarrollando su propio estilo y formándose en las técnicas 3D.

Abel Reverter, un artista visual de altos vuelos

Abel y Katie acompoñados de uno de sus personajes, / Cedida

Llevaba un año en Londres cuando conoció a su pareja y, con el tiempo, también socia Katie Menzies. Ella estudió Ciencias Políticas pero siempre le atrajo el arte y en 2018 los dos se mudaron a Barcelona para que estudiase un máster en Ilustración. Así nacía Cabeza Patata y un estilo propio en el diseño de personajes que apuestan por la diversidad y que rompen los estereotipos de género.

“Empezamos haciendo murales en la calle y otras cosas por diversión. En realidad, estábamos jugando y todo llegó muy rápido. Uno de nuestros primeros proyectos fue una serie de emojis y stickers para el teclado de Google. Nos llamaron de sus oficinas de Londres y, a los pocos meses, se sucedió una explosión. Empezamos a trabajar con Spotify, luego nos pidieron ilustraciones para The New York Times... Y ahora hemos vuelto a los orígenes. Por su formación, a Katie le interesa el significado de la imagen y la representación y esto le da una visión más amplia a la empresa. Y también le gusta todo lo relacionado con las manualidades y lo táctil, que es lo que hace que el 3D no resulte tan digital y frío”, celebra.

Abel Reverter, un artista visual de altos vuelos

Portada de "The New York Times". / Cedida

Hace un año, Katie y Abel creaban Patata School, que ya suma un millar de suscriptores: “Nuestros seguidores en redes crecieron muchísimo, tenemos 130.000 en Instagram, y nos dimos cuenta de que hay mucha gente interesada en aprender sobre 3D, animación o manualidades. Ya habíamos dado clases en la universidad en Barcelona y también hecho voluntariado para estudiantes en Alemania o Armenia. Y nos lanzamos a crear esta plataforma de pago que nos ha permitido contar con cierta libertad económica para mejorar el contenido y hacer proyectos más creativos”. 

Por ahora, los dos se ocupan de toda la gestión y producción del estudio y contratan profesionales cuando tienen encargos comerciales: “Estamos muy locos y nos gusta meternos en un montón de jaleos. Pero somos muy organizados. Aunque este año tendremos que contratar a alguien para el día a día de la escuela”.

Londres es “el foco europeo de la industria audiovisual” y un excelente centro de operaciones para ellos. En su taller de Somerset House, uno de los edificios icónicos de la ciudad, trabajan en la puesta a punto de la banda robótica que actuará en Berlín a principios de mayo. La idea es que después gire por otros países y a Abel le encantaría que recalase en Galicia, donde todavía no ha tenido ningún proyecto: “Ojalá suceda en algún momento. Yo sigo yendo y disfrutando de mis amigos de siempre y de la familia. Y este verano seguramente nos hagamos un tour con nuestra camper. Katie ya domina el castellano, de hecho, cuando la conocí solo hablaba catalán porque lo estudiaba en la universidad y era muy gracioso. Y ahora tiene el gallego como reto”.

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