Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El cuaderno de las mariposas

Recuperan y editan en facsimilar los apuntes escolares de un alumno del maestro republicano Bernardo Mato Castro, asesinado por un grupo de falangistas a comienzos de la Guerra Civil

Bernardo Mato, con su esposa Avelina Sanmartín y algunas de las hojas de los “deberes” de Antonio Rial

“Este señor murió a los pocos días de iniciado el glorioso Movimiento Nacional y gracias a la Providencia no paso yo hoy por el trance doloroso para mí de tener que informar de su conducta y vida. Que Dios le haya perdonado y que nuestra querida España no le tenga en cuenta nada”. Este es un extracto del texto con el que el párroco de Teo, Manuel Porto, cumplimentó, con fecha del 10 de enero de 1937, el informe requerido por la denominada Comisión Depuradora del Magisterio de A Coruña, uno de los organismos de represión creados por el franquismo de primera hora, cuya conclusión fue la solicitud, por supuesto que aceptada, de que el aludido “este señor fuese considerado, para todos los efectos, como si viviera, como separado de la enseñanza” (A Coruña, 12 de julio de 1940).

El señor se llamaba Bernardo Mato Castro, había nacido en Godoi (Vinseiro, A Estrada) el 3 de mayo de 1887 y ejercía de maestro de escuela en la localidad de Teo. En los días inmediatamente posteriores al 18 de julio de 1936, sabiéndose perseguido, decidió refugiarse en casa de sus padres, en Godoi, pero antes de que llegase a su escondite, la pequeña barca en la que navegaba por el río rumbo a su hogar natal fue interceptada por un grupo de falangistas. Golpeado por estos hasta quedar inconsciente, un acompañante consiguió llevarlo a una casa donde fue atendido durante unos días hasta que, ya moribundo, lo trasladaron a su casa paterna en la que, con el cráneo fracturado, entró en estado de coma hasta fallecer el día 4 de septiembre 1936.

Algunas de las hojas de los “deberes” de Antonio Rial, con ejercicios encargados por su maestro. alv.-ed

Bernardo Mato Castro y uno de sus alumnos, Antonio Rial Gallego, son los protagonistas de carne y hueso de “Os cadernos escolares da II República”, un documento único, al menos en Galicia, sobre la pedagogía en los años de la Segunda República, descubierto en Teo (A Coruña) que, entre otras cosas, permite conocer el trabajo desarrollado en las aulas en aquellos días de esperanza e innovación en el mundo educativo que, desgraciadamente, no durarían mucho. Se trata de un volumen que acaba de publicar, en edición fascimilar, la editorial Alvarellos, cuyo director Henrique Alvarellos todavía se asombra de que ni los familiares descendientes de Bernardo y de su alumno Antonio supiesen quién había sido este hombre y, sobre todo, qué le había ocurrido al principio de la Guerra Civil: “Se corrió, como pasó como con tantos otros casos de víctimas de la represión, un velo de silencio sobre su existencia, como si no hubiese existido nunca”. El secreto quedó bien guardado hasta que lo descubrió, hace diez años, su nieta, Charo Valcárcel quien, con su hija y bisnieta del maestro, lo dieron a conocer e impulsaron la publicación de estos Cadernos , que aparecieron justo en la casa donde había vivido Antonio Rial, cuya familia los tenía custodiados sin sospechar en absoluto del valor histórico de aquellos “apuntes de ejercicios escolares”.

Algunas de las hojas de los “deberes” de Antonio Rial, con ejercicios encargados por su maestro. ALV.-ED

DOCENTES DISIDENTES

Han tenido que pasar, así pues, tres generaciones para que todos nos enteremos de quién era, quién fue realmente Bernardo Mato Castro, aunque ya hemos dado una pista al citar que “se sabía perseguido”. Talmente a lo que les ocurrió a numerosísimos maestros en Galicia y el resto España, que se convirtieron en objetivo prioritario de los pelotones de paseo y asesinato de los disidentes del nuevo régimen, entendiendo por disidentes y peligrosos aquellos profesores que, como él, aplicaron avanzados métodos pedagógicos que, en su caso, tomaron cuerpo también en iniciativas como la apertura de un horario escolar nocturno para adultos o la implantación del aprendizaje de oficios para dar independencia económica a los niños, al tiempo que estos adquirirían conocimientos sobre las más diversas materias: Lengua, Literatura, Historia… Bernardo Mato también colaboraba en diversas publicaciones periódicas.

Algunas de las hojas de los “deberes” de Antonio Rial, con ejercicios encargados por su maestro. alv.-ed

Es muy probable que, con estos datos y a estas alturas de lectura de la presente, muchos de ustedes revuelvan entre las imágenes de su memoria y encuentren la estampa de Fernando Fernán Gómez interpretando a un viejo profesor republicano, don Gregorio, en “La lengua de las mariposas” (“A língua das bolboretas”), dirigida por José Luis Cuerda, basada en uno de los soberbios relatos de Manuel Rivas. ¿Se inspiraría Rivas en Bernardo para crear este personaje? Bueno, ya se sabe que los escritores a veces componen a sus criaturas con trazos procedentes de diferentes referencias… el resto queda a disposición de la interpretación subjetiva de quien los lea. Claro que, a diferencia de don Gregorio, Bernardo no era ateo, ni siquiera agnóstico. Por el contrario, en su momento ingresó y cursó estudios en el Seminario, si bien es cierto que nunca llegó a ordenarse sacerdote. Sin embargo, en otro texto del párroco de Teo, datado el 9 de octubre de 1939, que posiblemente no fue tenido en cuenta por la Comisión Depuradora, el cura declara “que le he visto asistir con bastante frecuencia a la Santa Misa acompañado de sus hijos, guardando en el templo el debido respeto y compostura”. De hecho, en 1929, Mato Castro había dejado escrito: “Yo, además de otras cosas que no vienen ahora a cuento, soy católico” por considerar que esta religión es la que mejor “responde a los criterios fundamentales de la razón y del sublime sentimentalismo del espíritu humano”. No obstante, reiteramos, se inclinó por cursar los estudios de Magisterio. Emigró, dos veces, a Cuba, donde llegó a trabajar en la biblioteca del Centro Gallego de La Habana. A su regreso definitivo a España, tras obtener plaza provisional en la escuela de Pereira (A Somoza), desde 1928 se asentó con plaza fija en el centro educativo de Santa María de Teo, siendo el primer presidente del Consejo Local de Primera Enseñanza de la villa coruñesa. “Bernardo Mato -señala el autor del prólogo de este libro, el catedrático de Historia de la Educación de la USC Antón Costa Rico- era, probablemente, un magnífico maestro, generoso, laborioso, educador en la cooperación, en la justicia, en la libertad y en la democracia en su sentido más vivo”. Es evidente que a la Comisión le importó más este otro párrafo que también escribió el sacerdote en su informe: “Como político es sabido que militó siempre en partidos avanzados de la izquierda”.

El vecino de Teo, Severino Iglesias Conchas, fue alumno de Bernardo Mato Castro. alv.- ed.

Enseñanza participativa 

En el libro de Alvarellos se reproducen 119 páginas de distintas materias (Matemáticas, Geografía, Historia…..) de un total de 345 caras que el alumno Antonio Rial Gallego cubrió entre 1933 y 1938, en los que también se refleja, según los responsables de su edición, los historiadores Miguel Paz Cabo y Víctor M. Santidrián, “la apuesta de Bernardo en sus escritos por una enseñanza eminentemente participativa, en la que el alumno fuese parte activa del proceso de enseñanza-aprendizaje”. Se trata, prosiguen, “de un conjunto de hojas sueltas que semejan arrancadas, de un papel grueso, a veces cuadriculado, y con las esquinas ligeramente gastadas por el paso del tiempo”. No es extraño que los “apuntes” de Antonio Rial se prolonguen hasta 1938 puesto que, tras la caída en desgracia de Bernardo Mato, fue sustituido por Manuel González Miranda. “Los trabajos realizados en las aulas con González Miranda -coinciden Santidrián y Paz Cabo- nos sirven para observar un claro contraste en la transmisión de valores y principios entre los sistemas republicano y franquista o, si queremos decirlo de otra manera, para mostrar como adoctrinaba el sistema democrático de los años treinta y como lo hizo la dictadura”. Y es que, encima, según recuerda Severino Iglesias Conchas, vecino de Teo y también alumno de Mato Castro, González Miranda era un maestro y un tipo pero que “muy duro”. 

Compartir el artículo

stats