Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Postal para Manuel de la Fuente veinte años después

Una de las Postales de Manuel de la Fuente en FARO DE VIGO.

De vivir en una ciudad que además de hermosura también tuviera memoria, el mayo que está por venir debería ser el Mes de Manuel de la Fuente. Tal cual, sin rodeos. Porque, tan pronto como llegue, el nuevo mes se nos echará encima con toda su ferocidad para recordarnos que hace ahora veinte años, el 3 de mayo de 2002, fallecía aquí, en la ciudad que siempre sintió como suya, el añorado periodista de las postales viguesas.

Manuel de la Fuente –ya lo he contado en alguna ocasión– llegó a Vigo desde su León natal en 1953, de la mano de quien por aquellos años era el director de esta misma casa, Francisco Leal Insua. Se enamoró de la ría en verano y, desde entonces, ya nunca más dejó el FARO. Y fue tanto y tan variado el trabajo realizado para esta casa hasta la fecha de su jubilación, a comienzos de 1997, que en una antología de su obra aparecería todo tipo de género: artículos sobre arte, crítica teatral, reseñas literarias, crónicas de lo insólito, horóscopos (sí, sí, han leído bien...), o incluso necrológicas: “Mire, joven –recomendaba a los novatos–, si quiere usted asegurarse el pan, dedíquese al obituario: clientela no le va a faltar, y raro será que el mencionado se ofenda...”

"Pertenece a aquella generación de estudiosos que comenzaron a tomarse en serio la recuperación de la historia viguesa"

decoration

Pero si por algo sigue siendo recordado Manuel de la Fuente es, sobre todo, por su colosal trabajo para con la memoria de la ciudad. De la Fuente pertenece a aquella maravillosa generación de periodistas, autores y estudiosos que comenzaron a tomarse en serio la recuperación de la historia viguesa. Él, Lalo Vázquez, Gerardo Sacau, Martín Curty, Pedro Alonso... Recuperadores de una labor tan necesaria como poco agradecida que, con los años, continuarían otros como Eduardo Rolland, Beatriz Bruna o, muy especialmente, Jorge Lamas, de los que también somos deudores.

Y, de entre todo ese trabajo de recuperación realizado por De la Fuente, el más aplaudido, celebrado y todavía extrañado, es el cuerpo formado por sus más de dos mil quinientas Postales. Por si alguien no recordara de qué hablo, permítaseme un poco (más) de memoria: Postal del año... era el título de la sección en la que De la Fuente ahondaba de una manera rápida y amena en ciertos episodios de la historia local, tomando siempre como punto de partida alguna noticia publicada en las páginas del FARO setenta y cinco años atrás, distancia temporal que, tal como De la Fuente siempre explicaba, era la única que posibilitaba el equilibrio entre el episodio histórico y el diálogo con aquellas personas que aun pudieran verse relacionadas con él, de manera que la historia pudiera avanzar para así, tirando del hilo tendido, rescatar del olvido alguna noticia, efeméride o, muchas veces, incluso pista mediante la cual recuperar la memoria de algún episodio señalado en la vida de la ciudad.

Es cierto que en ocasiones la trascendencia de la noticia no iba más allá de lo cotidiano, como el recuerdo del primer cartel publicitario alumbrado con luz eléctrica que hubo en Vigo, el del Cinzano Vermouth, colocado y encendido sobre la cornisa del Hotel Continental también un 3 de mayo, en esta ocasión en 1917. Pero no es menos verdad que muchas de aquellas postales fueron la puerta al esclarecimiento de alguno de los episodios, actos o incluso personajes clave, absolutamente determinantes para comprender la historia y el desarrollo de esta ciudad, que, aunque a veces no lo recordemos, también tiene un pasado, necesario para comprender su presente, imprescindible para construir su futuro. Podría citarles muchísimos ejemplos de artículos de este tipo, como aquellos en los que se confirmaba la presencia de Mata Hari en Vigo; o en los que revelaba los verdaderos motivos tras la fundación del periódico “Galicia”; o en los que se restauraba la memoria del Ángel Botello, El Gauguin gallego del Caribe... Pero si tuviera que quedar con un solo caso, un solo ejemplo de la inmensa valía de aquellas postales, ese sería sin dudarlo la que abriría el camino para conseguir la tan ansiada identificación del mismísimo Michel Pacewicz y la posterior catalogación de toda su obra. Casi nada... Al fin y al cabo, solo estamos hablando del arquitecto que convirtió a Vigo en una ciudad realmente europea por méritos propios, muchos años antes de que a alguien se le ocurriera ir a compararse con París, Londres o incluso Nueva York por motivos más bien peregrinos.

Por todo lo que significaban, por todo lo que representaban y, principalmente, por todo lo que aportaban, yo sigo extrañando el envío de aquellas postales. Es más, confieso que, de tener la oportunidad, me habría encantado poder continuar con aquel trabajo suyo. Quién sabe, tal vez algún día este FARO vuelva a enviar postales... Historia por contar sigue quedando muchísima. Como la de Manuel de la Fuente, por ejemplo.

Compartir el artículo

stats