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Los viejos oficios: Diego Currás, maestro cantero

El alma de la piedra

La catedral de Santiago, las farolas modernistas de Gulías, conventos, iglesias, puentes... En pueblos y ciudades, villas o aldeas está la huella del cantero ourensano Diego Currás, maestro de un oficio milenario cuya pericia es cada vez más reconocida

Diego tallando una dovela para un arco de medio punto románico. FERNANDO CASANOVA

Siempre se ha dicho que Galicia es tierra de canteros, y prueba de ello es que desde la más remota historia esta geografía es pródiga en construcciones y monumentos levantados en piedra. De su adaptación al medio –para el uso de materiales– y de su destreza en el manejo de la técnica dan fe torres, murallas, puentes, molinos, iglesias, seos y un sinfín de edificaciones que resisten el paso de los siglos. Todo eso y mucho más lo sabe –y lo aplica con pericia reconocida– Diego Currás, maestro cantero artífice de que una parte de la catedral de Santiago vuelva a lucir su esplendor pétreo o de que el enorme Foxo do Lobo de Entre Cabezas (Viana do Bolo) conserve su aspecto medieval. Diego tiene su taller en Taboadela, cerca de Ourense y, aunque joven –tiene solo 38– lleva en el oficio algo más de veinte años.

La piedra guarda nuestra memoria cultural. En un primer acercamiento a ella es fría y dura, pero en su alma encierra infinitas formas, colores y sensaciones. A Diego este material le fascinó desde siempre y tuvo la suerte de dar en sus comienzos con la figura de Manolo de Rante, anciano cantero que le transmitió parte de los secretos del oficio, además de aprender de otros doctos menestrales. A ese bagaje sumó su curiosidad infinita y su amor por la arquitectura tradicional, “en la que la piedra, la madera, el barro y la cal constituyen sus elementos principales. Todos estos ingredientes hacen al cantero”, dice.

Diego con las farolas de Gulías, en fase de restauración. FERNANDO CASANOVA

FERNANDO CASANOVA

Es este un oficio que lleva al maestro por toda la geografía, así que a Diego, apodado “O Rixón”, le hizo recorrer las cuatro provincias gallegas trabajando en numerosas construcciones. “Desde pavimentaciones en el casco histórico de la ciudad de Ourense a lo más alto de la Catedral de Santiago. Pasando por puentes, iglesias románicas y multitud de obra patrimonial”, cuenta este profesional enamorado de la piedra. Un trabajo que realiza con el fin de “recuperar las técnicas constructivas y de labra de nuestros maestros de antaño tan necesarias para una actual y posterior preservación de nuestro patrimonio”.

Neno Labrego hecho con puntómetro. FERNANDO CASANOVA

Y así, siguiendo la sabiduría de los viejos maestros, las manos de O Rixón han devuelto el esplendor a distintos elementos de la catedral de Santiago, como fue la reconstrucción de la escalera de caracol del cimborrio o diferentes pináculos. Su huella está también en las famosas Burgas de Ourense, en el pavimento del casco histórico de la ciudad ourensana y en la rehabilitación de mobiliario urbano de estilo modernista, como las farolas del famoso arquitecto Gulías, que están en fase de restauración en el taller de Diego. La lista incluye pazos, conventos, iglesias, puentes, molinos… y elementos únicos como el referido Foxo do Lobo de Viana do Bolo. Se trata de una trampa de origen medieval para atrapar al cánido, compuesta por un foso de tres metros de profundidad y cuatro paredes longitudinales de casi cien metros de largo y dos de altura. Es una de las tres únicas trampas de esta tipología documentadas hasta el momento en el mundo. El taller de Diego llevó a cabo la reconstrucción completa en piedra seca de este importante elemento patrimonial.

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