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La investigadora Laura Graña, en el laboratorio, con el aglomerante ecológico lanzado en 2021.

Gallegos a la vanguardia

“En Países Bajos, gobierno y empresas tienen claro que hay que apostar por el I+D”

Laura Graña Suárez dirige en Enschede uno de los equipos del Centro de Investigación de Foseco, la división de fundición de la multinacional Vesuvius

Hace 8.000 años, el ser humano empezó a extraer con fuego los metales de las rocas para elaborar anillos y collares con los que adornar su cuerpo. Nacía así la metalurgia, un proceso fundamental para el desarrollo de las distintas civilizaciones a lo largo de la historia y también complejo, pues implica a la ingeniería, la física y la química. Gran parte de la industria actual depende de este sector, que hoy se esfuerza en mejorar procesos y materiales y en reducir su huella ecológica. Así lo constata Laura Graña (A Coruña, 1980), directora de un grupo de investigación en el Centro de I+D en Enschede de Foseco, la división de fundición de la multinacional Vesuvius.

“Muchísimas empresas dependen de la metalurgia, las de la automoción, la aeronáutica, las eólicas, el hierro y el acero... Casi todo lo que tenemos en nuestra casa está relacionado con la fundición. Es un proceso muy antiguo, pero también muy importante”, subraya.

Su equipo lanzó el año pasado un nuevo aglomerante ecológico de alta resistencia que ya están utilizando muchos clientes europeos, sobre todo, de Alemania, pero también españoles. “La ventaja es que es libre de fluoruro y ayuda a reducir el impacto”, explica.

El grupo que lidera está especializado en el desarrollo de los manguitos, un elemento que se desecha al final de todo el proceso pero que es fundamental para su éxito. “La fabricación de un nuevo material metálico por fundición necesita de varios materiales. Cuando los metales se enfrían disminuyen de tamaño y es necesario compensar ese volumen que se pierde. Nosotros diseñamos las piezas (manguitos) que se insertan en los moldes de arena, en los lugares que se ha determinado que son los mejores para contrarrestar esta pérdida y también para evitar todos los defectos que pueden surgir en el producto final al enfriarse. Y además intentamos que el manguito arrastre las impurezas y se queden en esa zona”, detalla Laura.

Laura Graña, en el Centro de I+D de Foseco.

“En el centro trabajamos varios grupos y también disponemos de nuestra propia planta piloto de fundición para hacer nuestros test a pequeña escala. Y hay un equipo de servicios que se encarga de hacer todas las pruebas analíticas y ensayos. En nuestro caso, desarrollamos proyectos variados, aunque ahora mismo estamos muy centrados en la sostenibilidad y en cómo mejorar los procesos de nuestros clientes. Además de diseñar los productos que la empresa comercializa a nivel global, también somos el punto de referencia para los usuarios finales y les ayudamos a resolver los problemas que puedan surgir”, comenta.

La plantilla es “una mezcla enorme” de nacionalidades, tanto europeas, como africanas, americanas e indias: “Es mucho más interesante un equipo así y en I+D ayuda mucho porque tienes una mentalidad más abierta”.

"La metalurgia es un sector muy tradicional y con poca presencia femenina. Soy la única en mi posición, pero la empresa tiene entre sus objetivos que haya más mujeres en altos cargos y esto va mejorando"

También se intenta potenciar la contratación de mujeres: “La metalurgia es un sector muy tradicional y con poca presencia femenina. Soy la única en mi posición, pero la empresa tiene entre sus objetivos que haya más mujeres en altos cargos y esto va mejorando”.

Los investigadores de Enschede colaboran con los de otros centros de I+D de la propia compañía y también con universidades e instituciones. “Y como estamos presentes en todo el mundo también cooperamos con diferentes regiones y países para conocer sus necesidades”, apunta Laura.

El grupo que dirige mantiene contactos con universidades alemanas y acaba de iniciar un proyecto con el centro vasco de investigación y desarrollo tecnológico Tecnalia. “Ya trabajan habitualmente con la planta que Foseco tiene en Bilbao y nosotros vamos a investigar con ellos un nuevo material refractario”, avanza.

"Al acabar la tesis me apetecía continuar dedicándome a la investigación pero en el mundo de la empresa”

Laura dio el salto a la industria tras doctorarse en nanotecnología en la Universidad de Twente, también ubicada en Enschede, en 2016. Antes se había licenciado en Química en la UDC y trabajó durante algunos años en Alemania. “No me gustaba lo que hacía y además llegó la crisis, por lo que decidí aprovechar el momento para seguir formándome. Y al acabar la tesis me apetecía continuar dedicándome a la investigación pero en el mundo de la empresa”, relata.

Laura, en Oude Markt, en el centro de Enschede

Laura, en Oude Markt, en el centro de Enschede.

“Cuando llegué a Foseco, el Cetro de I+D no llevaba mucho tiempo en marcha, pero ya se nos está quedando pequeño y probablemente se amplíe. Debido a la pandemia, el precio de los materiales ha aumentado. Pero la cúpula de la empresa ha dicho claramente que la investigación y la innovación es uno de los pilares en estos momentos”, destaca Laura.

La experta cree que en España sería “imposible” encontrar un empleo como el que tiene en Países Bajos: “Aquí, tanto el Gobierno como las empresas tienen claro que hay que apostar por el I+D. La financiación de la mayoría de nuestros proyectos es propia, pero también hay ayudas estatales, que son más necesarias para pymes y spin-off. Y las propias universidades promocionan la creación de empresas”.

"Tanto las empresas como el Gobierno deberían esforzarse más en el I+D"

“Cuando hice mi máster en Twente era obligatorio hacer una estancia en una empresa. Esto no existía cuando yo estaba en España. Tanto las empresas como el Gobierno deberían esforzarse más en el I+D. El resto de comunidades deberían fijarse en el sistema del País Vasco para tender un puente entre universidad, empresa e investigación y hacerla más cercana a la gente”, reflexiona.

Laura también destaca las facilidades para la conciliación que ofrecen los Países Bajos. “Tuve un niño hace 6 meses y puedes compaginar bien la vida laboral y familiar. La gente que conozco en España dice que allí es casi imposible. Sin embargo, aquí la baja maternal es de solo 4 meses y uno te lo tienes que coger antes de dar a luz. Y a los padres se lo acaban de ampliar de dos días a una semana. En este sentido, ahí estáis mejor”, reconoce esta coruñesa que visita a menudo las Rías Baixas: “Mi padre es de Bueu y solemos ir por ahí en verano”.

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