Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El gallego que atentó contra Alfonso XII

Todavía no está claro si intentó llamar la atención para que lo mataran, cual expuso durante el juicio, o si su atentado contra el rey iba en serio. El caso es que, pese a la petición de indulto del propio monarca y de su esposa, Francisco Otero González fue condenado a muerte por garrote vil.

El atentado de Francisco Otero González contra Alfonso XII, recreado en sendas ilustraciones de la prensa de la época.

“Esta tarde a las cinco y cuarto, cuando SS. MM. el rey y la reina se retiraban de pasear por el Retiro, un joven, como de unos 19 años, al penetrar el coche regio por la puerta del Príncipe, y ocultándose con el centinela y la garita de la izquierda, sacó el brazo, armado con una pistola de dos cañones, y disparó consecutivamente los dos tiros sobre las reales personas, sin que afortunadamente tocasen ni aún al carruaje en que iban”.

“Mi intención no fue la de quitar la vida al rey, sino la de dar un gran escándalo para que me mataran los centinelas de palacio, ya que yo no me encontraba con valor para suicidarme, temiendo quedarme imposibilitado y no muerto”

Francisco Otero González

decoration

Así se relataba, el 30 de diciembre de 1879 en La Gaceta Universal, el asalto al carruaje real efectuado por un joven armado, en una acción que no dejó de sorprender a propios y extraños, y no ya solo por la audacia y osadía del acto criminal en sí, sino también porque, en primer lugar, como luego se comprobó, el chaval no tenía ninguna vinculación con el por aquel entonces emergente anarquismo violento y, en segundo, porque Francisco, en las declaraciones efectuadas durante el juicio, en ningún momento confesó que su objetivo fuese asesinar a Alfonso XII (ni a su esposa, María Cristina de Augsburgo-Lorena, que le acompañaba en el carruaje) sino que, como manifestó textualmente en el proceso, su intención era “la de dar un gran escándalo para que me mataran los centinelas de palacio, ya que yo no me encontraba con valor para suicidarme, temiendo quedarme imposibilitado y no muerto”.

Tentativa de regicidio Alfonso XII

Estaríamos pues, ante un -la mar de peculiar, eso sí- intento de suicidio, y lo cierto es que esta versión fue creída por una estimable parte de la opinión pública, y hasta puede ser que por el propio Alfonso XII y doña María Cristina quienes, tras conocer la sentencia de condena a muerte por garrote vil, solicitaron indulto para el reo. Mas resultó vano: Otero fue ejecutado el 14 de abril de 1880, recién cumplidos los 20 años, en el Campo de Guardias de Chamberí.

El atentado de Francisco Otero González contra Alfonso XII, recreado en sendas ilustraciones de la prensa de la época. Le Monde Ilustré

Pero, a todo esto ¿quién venía a ser este tal Francisco Otero González y qué razones le habían conducido a actuar así?

Por Antonio Cendán, que ha estudiado a este peculiar personaje, conocemos que Francisco había nacido el 14 de marzo de 1860 en la parroquia de Santiago de Lindín, en el municipio lucense de Mondoñedo y que, “con apenas 18 años, y sin duda acuciado por las muchas necesidades de la época”, emigró a Madrid para trabajar de panadero en el horno de un familiar suyo.

“Cuentan algunas crónicas de su tiempo, no exentas de cierto subjetivismo -escribe Cendán- que perdió el empleo en la panadería en la que trabajaba y deambulaba por el viejo Madrid de taberna en taberna, careciendo de un domicilio fijo”

decoration

Ante la situación angustiosa por la que atravesaba, a Otero no se le ocurrió otra cosa que comprar una pistola en el rastro madrileño con la intención, según dijo, de pegarse un tiro en la cabeza y acabar con su desgraciada vida. Eso fue lo que se ocurrió en primera instancia, porque tras meditar al respecto, debió decidir que en vez de matarse sería más conveniente y efectivo que se hiciese matar, como explicó en el juicio, en el quetambién se comprobó que no tenía ni idea en el manejo de armas de fuego.

Según refieren las crónicas de la época, en aquella tarde en la que se cometió el (presunto) atentado hacía mucho frío y el pavimento estaba resbaladizo, por lo cual el carruaje real circulaba muy despacio, suficiente para que Otero pudiera seguirlo al paso sin levantar sospechas. Justo a la entrada de palacio, ante los mismo guardias, Otero sacó la pistola Lefaucheaux de dos cañones con balas del calibre 15, y apoyándose con la mano izquierda en una farola, realizó sendos disparos. Acto seguido, tiró el arma y echó a correr calle abajo de Bailén, donde fue finalmente apresado. Nadie fue herido y ni siquiera las balas rozaron el carruaje.

El atentado de Francisco Otero González recreado en ilustraciones de la prensa de la época

No obstante, algunos testimonios, que debieron ser definitivos para el veredicto del jurado, no sólo insistieron en la “mala vida”, rayanna en canallsca, del acusado, sino que sostuvieron que ya el sábado anterior al atentado, Otero había sido visto en la Puerta del Sol, justo en el lugar por donde el carruaje del rey solía pasar, de lo que se dedujo que, o bien estaba preparando el atentado, o tal vez se quivocó en la hora del cotidiano paseo real.

La posibilidad de que el atentado fuese, en realidad, fruto de una mente enajenada se tocó levemente en el transcurso del proceso y, asimismo, entre algunos de los numerosos rotativos que cubrieron pormenorizadamente aquel suceso que acabó convirtiéndose en un fenómeno mediático que rebasó las fronteras españolas con Europa .

Tal fue la repercusión alcanzada que el mismísimo Benito Pérez Galdós recuperó la estela del gallego y lo incluyó en su novela “La desheredada”, rebautizándolo, eso si, como Mariano Pecado, personaje al que describe como un hombre “abatido por la vida”.

Compartir el artículo

stats