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Laura Falcó Lara - Escritora y editora

“El esoterismo influyó en el régimen nazi”

“Hitler, que tenía su propio astrólogo, se hizo con la lanza sagrada en 1938 al ocupar Viena, estuvo una hora a solas contemplándola y salió diciendo que era la reencarnación de un señor feudal”

Laura Falcó, autora de la novela “La maldición de la lanza sagrada” J. Lores

Licenciada en filología inglesa, presidenta de la empresa de eventos y editora de revistas Prisma Publicaciones en Grupo Planeta, la barcelonesa Laura Falcó (1969), colabora en el programa radiofónico La rosa de los vientos de Onda Cero, emisora donde copresenta el espacio El colegio invisible. Aficionada a los temas paranormales, acaba de escribir “La lanza sagrada”, novela que mezcla realidad con ficción destapando detalles de la atracción por el esoterismo del régimen nazi, especialmente de Hitler.

– ¿Qué es la lanza sagrada y cuál su maldición?

– Es la lanza que Cayo Longinos clavó en el costado a Jesucristo para verificar si estaba muerto. En esa acción una mezcla de sangre con plasma salpicó en los ojos al centurión romano que al parecer tenía cataratas y recuperó la vista. Hay tres que defienden ser la auténtica. Una está en Armenia, y aunque por fechas pudiera ser, su estética no cuadra con la romana. Otra se encuentra en una iglesia del Vaticano pero nunca han permitido hacerle la fecha del carbono 14. La  tercera, la del museo de los Habsburgo en Viena, cumple el vaticinio de que aquel que la tenga, tendrá en sus manos el destino del mundo y quien la pierda acabará con una suerte terrible, pagando incluso con su propia vida. Esa lanza ha pasado por el emperador romano Constantino, Barbarroja, Enrique IV, Carlomagno, Napoléon la pretendió y Hitler se hizo con ella en 1938 cuando anexionó Austria al imperio nazi.

– ¿Dónde se encuentra en la actualidad?

– En 1946 los americanos devuelven la que tenía Hitler a Viena pero al hacerle la prueba del carbono 14 descubren que es del siglo VII. A partir de ahí se abren tres hipótesis: que la del Vaticano sea la auténtica, que no haya quedado rastro de ella y solo haya réplicas posteriores, y, la más inquietante, la versión del coronel Howard A. Buechner respecto a que fue llevada a una base nazi en la Antártida y recuperada en 1979 para devolverla a Europa donde la guardan unas custodios con la intención de volver a generar el IV Reich. Es una hipótesis que parece aventurera pero hay documentos y la verificación de la historia por parte del antiguo director de las juventudes hitlerianas, Artur Axmann.

– ¿Cómo surgió la idea de escribir su último libro?

– La lanza siempre me ha fascinado. La puntilla se produjo cuando conozco la historia de Helen Duncan, una mujer juzgada en Inglaterra en 1943 por desvelar en una sesión de espiritismo información secreta sobre el hundimiento del barco británico Barham. La detienen pensando que es una espía, idea que desechan al verla porque es una señora entrada en carnes, con problemas cardíacos y respiratorios, cuyo perfil no se corresponde con el de Matahari. La tienen un año en la cárcel, pero con la celda abierta, incluso el propio Churchill la visita en varias ocasiones para preguntarle cosas sobre la guerra. Al ver que esta mujer era coetánea de Hitler imaginé una historia en la que ella pudiera haber recibido información fundamental para el decurso de la historia de la Segunda Guerra Mundial.

– ¿Le resultó complicado documentar los hechos históricos que refiere en la novela?

– La hipótesis de ficción que planteo es que la mayor de los seis hijos de la médium británica se infiltra en las filas nazis para recuperar la lanza por encargo de un ente que se apodera de la madre. Documentar hechos históricos fue complicado. Más allá de investigar personajes, me topé con problemas geográficos, de lugares que ya no existen, y con cuestiones cotidianas de las sociedad de la época. Ese pequeño tejemaneje histórico me daba pavor.

Laura Falcó, autora de la novela “La maldición de la lanza sagrada”.

Laura Falcó, autora de la novela “La maldición de la lanza sagrada”. J. Lores

– ¿En ese proceso de documentación se ha topado con algún error respecto a datos o hechos históricos?

– Muchos, sobre todo con el tema de la lanza. No se recupera el mismo día que muere Hitler sino cuatro meses después, no es Patton quien la recoge del búnker de la Panier Platz sino que fue el general Walter Horn, quien la devuelve a Viena junto con otros generales de la época.

– El esoterismo marca la historia de la novela desde el inicio, ¿cree en lo paranormal?

– Siempre he creído. Desde niña he tenido facilidad para que me pasen cosas, sin buscarlas ni desearlas, que he tenido que entender. Esto ha marcado mis aficiones e intereses. Son experiencias incuestionables, aunque también entiendo al escéptico porque no ha vivido esas experiencias.

– ¿Esa lanza pudo tener algo que ver en las victorias y posterior derrota de Hitler?

– No creo que esa lanza tenga una maldición pero sí despierta en quien la posee una fascinación tremenda. Cuando Hitler entra en Viena en 1938 se queda una hora a solas con la lanza y sale diciendo que es la reencarnación de Landulfo I de Capúa, un señor feudal que la poseyó en su momento. Y el propio Patton, que la tuvo en sus manos, acaba escribiendo en uno de sus poemas que es la reencarnación de Longinos.

– ¿Pudieron influir las paraciencias en hechos de la Segunda Guerra Mundial?

– Más de lo que creemos. Hitler contrata a su astrólogo cuando le predice un atentado del que le libra, aunque acaba deshaciéndose de él y lo envía a un campo de concentración donde muere de tifus. Churchill no creía especialmente pero sí tenía su propio astrólogo para avanzarse a lo que pudiera planear su enemigo.

– Entre los personajes de la jerarquía nazi que retrata sale especialmente mal parado Goebbels.

– Era un auténtico depredador sexual que usaba como una especie de prostíbulo Villa Bogensee. Un tirano.

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