Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Pau Barroso: 90.000 kilómetros detrás del toro más icónico de España, que cumple 60 años

El fotógrafo toledano recorre el país para retratar de mil maneras las 90 vallas publicitarias diseñadas por Manuel Prieto que quedan en pie, entre ellas las cinco que se encuentran en Galicia

"Mamá, me voy con el coche a fotografiar los toros de Osborne". La madre de Pau Barroso, un fotoperiodista freelance de Talavera (Toledo), no salía de su asombro el día en que su hijo le comentó el proyecto que tenía entre manos. Pero la decisión estaba tomada y, sin más miramientos, Pau se puso manos a la obra. La imponente figura negra diseñada por Manuel Prieto, que vigila las carreteras nacionales desde 1957, pronto se convirtió en la obsesión de Barroso. "Al principio sólo iba a fotografiar algunos, pero según iba haciendo fotos, crecía mi interés. Ya no era sólo un registro de imágenes, quería mejorarlas, destacar la figura del toro en el fotoperiodismo, que es escasa", explica. Ahora, todo ese proyecto ha cristalizado en el libro "Toro de Osborne, 60 años", en el que salen los cinco "ejemplares" que hay en Galicia de esta icónica valla publicitaria: Ponte Sampaio ( Pontevedra), A Cañiza, Xinzo de Limia, Betanzos y Becerreá.

Desde que comenzara el proyecto en 2008, Barroso ha recorrido casi 90.000 kilómetros de carreteras nacionales para registrar con su objetivo los 90 toros que quedan en pie. En total, 809 horas de viaje al volante para retratar las peculiaridades de cada figura. "Es obvio que todas son iguales, jugando con la luz, los distintos momentos del día, las estaciones o incluso el propio entorno, el contexto cambia y así, cada retrato es diferente", explica. Reuniendo días libres de trabajo y obligaciones, vacaciones y pasión, consiguió finalizar la mayor parte del proyecto en 2011. En 2017 completaría su "especie de cuaderno de bitácora" con el del Puerto de Santa María (Cádiz).

Pau Barroso explica que no se trata de plantarse frente al toro, sacar una foto y marcharse. "Primero observaba bien la zona en que está situado, para explorar sus posibilidades. Hacía un recorrido de 360º alrededor del toro hasta que daba con la visión de él que me interesaba reflejar". Aunque todos recortan la misma silueta, cada uno tiene una historia que contar, admite.

Con sus fotografías, Barroso no sólo se propone recalcar la presencia de este anuncio que se ha convertido en icono de la españolidad, sino destacar el trabajo del fotoperiodista. "Es una profesión que últimamente no está valorada ni tiene el reconocimiento que merece", comenta. No obstante, tiene mucho que agradecerle a esta aventura. Entre otras cosas, sus compañeros de proyecto. "Da gusto trabajar con la Fundación Osborne y la Fundación Santamaría la Real, han sido un gran apoyo en este trabajo". Y no sólo aprecia la ayuda que le han prestado durante el proceso de producción. "Tengo un cuaderno en el que voy reuniendo dedicatorias y notas de todos aquellos que, tras la publicación del libro, le han dado difusión o han influido en su repercusión de alguna manera". El resultado de su pequeña odisea en busca del emblemático toro silueteado es un libro de 180 páginas. "Tengo que agradecer también el gran trabajo ideal de diseño que ha llevado a cabo Emilio Gil, de Tau Diseño", destaca Barroso con orgullo en la voz.

Redactado en castellano y en inglés con textos del arquitecto Jaime Nuño, se publicó con ocasión del 60º aniversario de la instalación del primer toro. En el libro, las imágenes no incluyen la localización en que fueron tomadas. "Prefería no indicar el lugar. Hay algunos que por el entorno parecen estar en el Norte, y están en Andalucía". Quizá sea una invitación por parte de Pau Barroso a que el espectador coja carretera y manta y las descubra por sí mismo.

El veterano de las carreteras

El primer toro de Osborne, diseñado por Manolo Prieto, se erigió en 1957 en Cabanillas de la Sierra (Madrid). Hecho de madera, medía cuatro metros de alto y sus cuernos estaban pintados de blanco. Además, no se trataba de la silueta negra y lisa que conocemos ahora. Este primer toro contaba con un rótulo que anunciaba la marca de brandy de Jerez Veterano, para la que había sido encargado su diseño. Con el tiempo las vallas cambiaron su tamaño y la composición de sus materiales, comenzaron a fabricarse con metal chapado, con vistas a mejorar el mantenimiento de las mismas. En 1962, debido a un cambio en la normativa de los carteles de carretera, se instalaron vallas que alcanzaban los 14 metros de altura. Aunque ahora sólo quedan en pie 90, esta manada de llegó a contar con 500 ejemplares, cuya expansión alcanzó Guinea y el Sahara. El emblemático cartel publicitario se mantuvo firme sobre sus cuatro patas frente a la ley General de Carreteras que en 1988 obligó a retirar toda publicidad visible desde la carretera. Fue entonces cuando se retiró la rotulación de las vallas de Osborne, pero el Tribunal Supremo accedió a conservar la figura por su interés cultural y social.

Compartir el artículo

stats