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La parentela gallega de Domingo Guzmán

No se ha demostrado que llegase a visitar Santiago, pero sí se sabe que tenía familiares en Galicia

Representación de Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de los Predicadores.

La probabilidad de que Domingo de Guzmán hubiese peregrinado a Santiago inmediatamente después de la fundación de la Orden de los Predicadores se manejó durante muchos años y, de hecho, todavía no la podemos dar por totalmente descartada. Esta tesis fue defendida por Aureliano Pardo Villar en una nota a pie de página del prólogo a su libro sobre los dominicos en Galicia, en la cual,lee: "Pudo también influir en la venida de Santo Domingo a Santiago su parentesco con algunos de los caballeros más significados e influyentes de la ciudad, que podían prestarle eficaz apoyo en la implantación de la Orden en Galicia. Por su abuela materna doña Sancha Bermúdez, hija de D. Bermudo Pérez de Traba, descendía el Santo del famoso Conde de Traba D. Pedro Froilaz; y lo mismo por su abuelo materno, D. García Garcés, hijo de doña Eva Pérez de Traba, que era medio hermana de D. Bermudo e hija, como él, del mencionado Conde y ayo de Alfonso VII de Castilla".

Había nacido Domingo de Guzmán en Caleruega (Burgos) hacia 1172, en el seno de una familia profundamente creyente. Sus padres, don Félix de Guzmán y doña Juana de Aza, parientes de reyes castellanos y de León, Aragón, Navarra y Portugal, descendían de los condes-fundadores de Castilla. Tuvo dos hermanos, Antonio y Manés. El nacimiento de Domingo está envuelto en leyendas. Se cuenta que su madre, Juana de Aza, tuvo un sueño premonitorio antes de darle a luz: soñó que llevaba en su seno un cachorro que portaba en la boca una antorcha encendida y saliendo de su vientre parecía prender fuego a toda la tierra. Así se representaba anticipadamente el nacimiento de un gran predicador que despertaría a las almas dormidas, y con la antorcha encendida de su palabra, inflamaría de nuevo el mensaje que Jesús nos ofreció.

En esta línea "imaginativa", también se ha llegado a contar que, después de nacer, su madrina también tuvo una visión en la que le pareció que el recién nacido tenía una estrella resplandeciente en la frente, e iluminaba con su luz toda la tierra. Estas leyendas han sido plasmadas por los artistas en sus representaciones y en los elementos identificativos que acompañan la iconografía de Santo Domingo.

Más fiables son los datos biográficos que apuntan que, de los siete a los catorce años (1176-1184), bajo la preceptoría de su tío el arcipreste de Gumiel de Izán, Gonzalo de Aza, Domingo de Guzmán recibió esmerada formación moral y cultural. En ese tiempo, transcurrido en su mayor parte en Gumiel de Izán, despertó su vocación hacia el estado eclesiástico. De los catorce a los veintiocho años (1184-1198) vivió en Palencia; seis cursos estudiando artes (humanidades superiores y filosofía); cuatro, teología; y otros cuatro como profesor del Estudio General de Palencia.

Al terminar la carrera de artes en 1190, recibida la tonsura, se hizo canónigo regular en la catedral de Osma. Fue en el año 1191, ya en Palencia, cuando vende sus libros para aliviar a los pobres del hambre que asolaba Castilla. Al concluir la teología en 1194, se ordenó sacerdote y fue nombrado regente de la Cátedra de Sagrada Escritura en el Estudio de Palencia. En 1205, por encargo del rey Alfonso VIII de Castilla, acompaña al obispo de Osma, monseñor Diego de Acebes, como embajador extraordinario para concertar en la corte danesa las bodas del príncipe Fernando. Con este motivo, realizó viajes a Dinamarca y a Roma, durante los que se decidió su destino y se aclaró definitivamente su ya antigua vocación misionera. Convencido de que los herejes cátaros debían ser convertidos al catolicismo, comenzó a formar el movimiento de predicadores. De acuerdo con el papa Inocencio III, en 1206, al terminar las embajadas se estableció en el Languedoc como predicador entre los cátaros, y en 1206 establece una primera casa femenina en Prouille.Domingo de Guzmán vio la necesidad de un nuevo tipo de organización para enfrentar las necesidades de su tiempo, uno que mantendría la dedicación y la educación sistemática de las anteriores órdenes monásticas para influir en los problemas religiosos de la población, pero con más flexibilidad de organización que las otras órdenes monásticas o la clerecía secular. En septiembre de 1215 asiste al cuarto Concilio de Letrán y solicita del papa la aprobación de su orden como organización religiosa de canónigos regulares. Al año siguiente, el papa Honorio III promulga la bula de la confirmación de la futura orden dominica.

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