Cuatro elecciones diferentes en apenas unos meses. Los jóvenes que han cumplido la mayoría de edad entre el año pasado y el actual parece que han nacido para votar, sin más objetivo que ese, aunque no todos están por la labor de ejercer su derecho. En abril fueron las generales, y después, en mayo, las europeas y las municipales. Mañana, seis meses después, tendrá lugar la repetición de las primeras. El hecho es, sin duda, una situación inédita en los 40 años que lleva instaurada la democracia en España. Por eso, nadie mejor que ellos para explicar una situación tan singular y conocer cómo afrontan una nueva llamada a las urnas en un tiempo récord. El futuro está en sus manos.

Víctor Bouzada, de 19 años, confiesa que "son tantas" las veces que ha ido a votar este 2019 que incluso ha perdido la cuenta. Pero ha asistido a todas las convocatorias, como Daniel Omil, también de 19. Eso sí, Martín Costas no lo ha hecho "nunca", pese a cumplir todas las condiciones. "Sinceramente, no sé ni en qué elecciones debí haberme estrenado". No lo hace por "vagancia", aunque tampoco le "interesa".

Por su parte, Iria Díaz y Pablo Piñeiro, nacidos en agosto y en octubre, respectivamente, introducirán mañana la papeleta por primera vez. Forman parte de un total de 4.524 jóvenes residentes en la provincia de Pontevedra que son nuevos electores tras haber cumplido la mayoría de edad desde procesos anteriores. Es decir, desde el 28 de abril. En Galicia son 11.371 y en España 226.771.

Tanto Iria como Pablo piensan ejercer su derecho, aunque sin el entusiasmo de las generaciones pasadas que realizaban su debut: "Lo afronto como algo normal; no es nada especial", comenta la novata. Daniel, que es más experto en estas lides, lo tiene claro: "Si no votamos, luego no nos podemos quejar. Dando tu voto das tu opinión de lo que verdaderamente quieres o no". "Si fuese a votar, no sabría a quién", le responde Martín. Iria hace bandera de la jornada de hoy y todavía reflexiona en quién confiar mañana. Sí, ella es una de tantas indecisas. Sin embargo, Pablo, que cumplió los 18 hace apenas unos días, lo tiene pensado desde hace nada menos que dos años. Y será al Bloque Nacionalista Galego, para "tener, como el País Vasco, representación de Galicia" en el Congreso. Ambos representan el día y la noche. Entre los más veteranos, hay uno, Daniel, que no cambiará el voto. Seguirá mostrando fidelidad al PP. Y otro, Víctor, que trocará su decisión. En las pasadas elecciones votó a En Marea (la formación gallega no concurre el 10N) y, esta vez, depositará sus esperanzas en el Bloque o en Podemos.

Pese a todo, les cuesta decir el nombre de un político al que tengan en buena estima. Solo el popular, Daniel, aprueba al líder del partido del que es afín: "Me gustaba más Rajoy, pero Casado lo está haciendo bastante bien". "Sus planes tienen potencial", añade. Para hablar del que menos les agrada, casi todos responden al unísono el mismo nombre. "El de Vox", dice Iria, que prosigue: "Sus ideas me parecen horribles". La única nota discordante, en este caso, vuelve a ser Daniel, que prefiere citar al presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez. "No me gusta nada. Y no es porque sea del PSOE, porque hubo gente socialista que tenía ideales muy buenos", apunta. Pero no se queda ahí: "Mi grupo de amigos vota al PSOE. Y yo les pregunto por qué. Pero no saben. Simplemente, lo apoyan porque no les gusta Vox, por miedo a la ultraderecha". Por contra, Martín, el que no va a votar: "No me preocupa; la gente tiene cabeza para que no salga ese".

Sobre la imagen que se tiene de los jóvenes y su (des)interés por la política, no la lamentan. Al contrario. Incluso están de acuerdo con esa visión generalizada. Al respecto, se pronuncia Víctor: "Esa opinión es bastante cierta". Aunque siempre hay polos. Por un lado, están los que se involucran mucho y, por otro, los que muestran completa incredulidad. "A mí me interesa porque tiene que ver con cómo vivimos y con todo lo que pasa a nuestro alrededor, pero no la sigo a diario", admite Iria. Pablo busca un motivo: "Es culpa nuestra, pero también es verdad que tampoco (los políticos) están dando mucho ejemplo".

Por si fuera poco, campañas electorales como la que acaba de finalizar tampoco los engancha. "Dicen muchas cosas y luego no hacen nada de lo que dicen", declara Iria, que les propone lo siguiente: "Deberían centrarse en decir pocas cosas y cumplirlas". Daniel va en la misma línea. Mejor les iría si no escondieran sus intenciones, sean cuales sean: "Dicen lo que quiere oír el pueblo y no sus ideales de verdad". En definitiva, "dicen lo que queremos escuchar". Aunque, a veces, ni eso. A Pablo, simplemente, le parecen "una pérdida de tiempo", porque "solo se echan mierda los unos a los otros". Por esas razones apenas prestan atención a los debates. Ninguno vio el del pasado lunes y otros ni siquiera conocían que se televisó otro el jueves. "No me influyen para nada", expone Pablo.

Aun así, la mayoría espera que, tras los comicios de mañana, los partidos lleguen a un acuerdo para que dediquen tiempo a sus prioridades, entre las que no está la cohesión de España y la situación de Cataluña. "Me parece una cortina de humo tremenda", advierte Víctor. Todos lanzan un llamamiento para que no se distraigan y centren sus esfuerzos en medidas referentes a la educación, la sanidad, la economía o el medio ambiente.