Iñaki Urdangarin y Diego Torres acudieron ayer a la Audiencia de Palma para recoger el mandamiento en el que se acuerda su ingreso en prisión para cumplir la condena impuesta el martes por el Tribunal Supremo. El trámite era muy sencillo. Ambos condenados debían acudir en persona a las oficinas del tribunal y allí se les entregaría la orden de encarcelamiento. En el documento se señala que tienen un plazo máximo de cinco días.

Hubo cierta confusión sobre el día límite que tienen para presentarse en prisión. Si bien el documento que recogieron especifica un plazo de cinco días, Torres preguntó expresamente qué día terminaba este límite, a lo que le respondieron que el miércoles próximo. Ante esta respuesta, el condenado interpretó que se trataba de días hábiles y no naturales, por lo que no había que contar el fin de semana. Sin embargo, según señalaron ayer fuentes del Tribunal Superior de Baleares, el plazo de ingreso acaba el lunes.

Más allá de que se concrete la fecha límite del ingreso, ayer se especulaba con la posibilidad de que ninguno de los dos apure el plazo. Cuanto antes entren, antes terminarán de cumplir la condena, ya que cabe recordar que ni Torres ni Urdangarin han cumplido un solo día de prisión preventiva y solo han tenido que entrar en la cárcel una vez que la sentencia condenatoria ha sido declarada firme, al ser ratificada por el Supremo.

El más madrugador de los dos socios de Nóos fue Diego Torres. Llegó a la Audiencia de Palma pocos minutos antes de las nueve de la mañana. Lo hizo acompañado por su abogado, Manuel González Peeters. El trámite fue rápido. Solo debía recoger la notificación oficial que le iba a entregar un funcionario. Diez minutos después de entrar, abandonaban el edificio oficial.

Pero Torres ha decidido recurrir ante el Tribunal Constitucional y va a solicitar que su ingreso quede en suspenso. Sin embargo, tiene muy pocas posibilidades de éxito y se da por seguro que la semana que viene, como muy tarde, Torres estará privado de libertad.

Urdangarin llegó después, procedente de Ginebra, donde reside con la Infanta Cristina, que ayer cumplió 53 años. El exjugador de balonmano cogió un avión a primera hora que aterrizó en Palma alrededor de las diez de la mañana. En el aeropuerto le esperaba un coche de seguridad. No se trasladó inmediatamente a la Audiencia. Esperó a su abogado, Mario Pascual, que llegó más tarde.

El cuñado del Rey tenía el rostro desencajado ante el complicado futuro que le espera. Al salir del coche para dirigirse a la oficina judicial, tuvo que aguantar insultos como "Los Borbones a los tiburones", "Iñaki Urdangarin, devuelve el botín" y "Urdangarin, trabaja, devuélvenos la pasta".

Una vez que se le notificó la decisión del tribunal, Urdangarin volvió a subir al mismo coche, que le trasladó al aeropuerto, para volver en avión a Ginebra.

Ni Torres ni Urdangarin tienen sus movimientos limitados hasta que ingresen en la prisión que prefieran. Así que no solo no se sabe el día exacto que ingresará en prisión, sino tampoco en qué centro penitenciario cumplirá la pena de cinco años y diez meses. Está barajando varios centros, pero sobre lo que se va a valorar es el nivel de seguridad, que el Estado tiene la obligación de preservar al tratarse del primer integrante de la Familia Real que ingresa en la cárcel.