El Rey alabó ayer en el Congreso "la generosidad y la responsabilidad" que permitieron investir a Mariano Rajoy presidente del Gobierno el pasado 29 de octubre, e invitó a los partidos a practicar el "diálogo permanente" en un discurso, el de solemne apertura de la XII Legislatura, con llamamientos a la regeneración de la vida pública y de las instituciones, a las que pidió "dignificar" y "prestigiar".

Era día de estreno para Felipe VI, que asistía por primera vez como monarca a la apertura de un periodo legislativo. Pero la pompa no impidió que su contrario, los gestos con mayor o menor grado de falta al protocolo, abundaran. Hubo de todo. Para empezar, los diputados y senadores de Unidos Podemos (la sesión era conjunta) no se levantaron de sus asientos cuando el Rey entró en el Congreso con su familia, y después no asistieron ni al besamanos ni a la parada militar.

Tampoco aplaudieron, gesto que secundaron los nacionalistas vascos (PNV) y catalanes (PDECat, la antigua Convergència). Los representantes de ERC y EH Bildu ni siquiera ocuparon sus escaños.

Pero hubo más: el senador de Unidos Podemos por Navarra Iñaki Bernal desplegó una bandera republicana a la que le faltaba la franja morada. Una diputada del mismo grupo se puso de espaldas al monarca y otro, Diego Cañamero, lució una camiseta con la frase: "Yo no voté a ningún Rey". La "número tres" de Podemos, Carolina Bescansa, escribió en Twitter, dirigiéndose a la Reina: "Letizia, si vas a llevar a tus hijas al Hemiciclo, prepárate para una campaña de insultos y descalificaciones sin límite".

Hasta ahí, el recibimiento al Rey, que, tras escuchar a la presidenta del Congreso, Ana Pastor, reivindicando el Parlamento como "principal foro de debate político" para expresar opiniones desde "el debido respeto", llamó la atención de diputados y senadores sobre el "desencanto" generado por el largo periodo de bloqueo institucional y la amenaza, finalmente abortada, de unas terceras generales.

"Es muy importante subrayar que la crisis de gobernabilidad se ha resuelto, finalmente, con diálogo, con responsabilidad y también con generosidad", dijo Felipe VI. A lo que añadió que "los intereses generales han estado muy presentes en su solución". La frase le costaría después algunas críticas de Podemos. Íñigo Errejón le afeó que hubiera "bendecido" el acuerdo que permitió a Mariano Rajoy seguir en la Moncloa. Y Pablo Iglesias vio en sus palabras el reflejo de "un tiempo que ya pasó".

No obstante, el Rey sembró su discurso de referencias a las dificultades que entraña la fragmentación parlamentaria. El pluralismo, dijo, "requiere de un diálogo permanente y de un debate siempre constructivo", de manera que "la generosidad, la responsabilidad, el respeto y el entendimiento sean valores permanentes en la vida pública", reclamó.

Así que después de pedir "firmeza" en la lucha contra la corrupción, el jefe del Estado dio todo el valor al respeto a las leyes como "garantía esencial de la democracia" y, a renglón seguido, alertó de que ese diálogo reiteradamente mencionado en su discurso debe ser "sincero y leal" e impulsado por "el espíritu fraternal entre todos los españoles".

"Porque España no puede negarse a sí misma tal y como es; no puede renunciar a su propio ser y no puede, en fin, renunciar al patrimonio común construido por todos y desde el que debemos seguir edificando un futuro compartido", dijo en alusión a los nacionalistas vascos y catalanes.

Tras el discurso, los socialistas se congratularon por el llamamiento al diálogo hecho por el monarca y juzgaron su discurso "muy adecuado al momento político que estamos viviendo".