Claudio Sánchez-Albornoz, quien fuera presidente de la República Española en el exilio, y también un luchador por la "convivencia", descansa a escasos diez metros de donde ayer ha sido enterrado el expresidente Adolfo Suárez.

Su hijo, Nicolás Sánchez-Albornoz, sostiene que Adolfo Suárez y su padre, aunque en épocas históricas "muy diferentes", tuvieron en común el "pelear" por la "concordia" y la "libertad" de los españoles.

"Ubi autem spiritus domini, ibi libertas" o "Donde está el espíritu del Señor, allí hay libertad" reza la lápida bajo la que descansan los restos de quien fuera presidente de la República en el exilio y que, desde ayer, comparte con Adolfo Suárez y su esposa, Amparo Illana, un lugar en el claustro de la catedral de El Salvador.

Nicolás Sánchez-Albornoz Aboín, hijo del historiador y político que nació en Madrid en 1893 y falleció en Ávila en 1984, recuerda que, el 8 de julio de este 2014, se cumplirán 30 años del fallecimiento de Claudio Sánchez-Albornoz.

"Ambos intentaron evitar las facciones que han manchado sangrientamente a los españoles en la historia del país", indicó, en declaraciones a Efe, el también historiador Nicolás Sánchez-Albornoz.

Aunque para él es una "coincidencia" la que unirá a ambos expresidentes en su descanso eterno, el profesor ha recordado que también fue, como en el caso de Suárez, una "petición expresa" la que llevó a su padre al claustro de la seo abulense.

Felipe Fernández era entonces el obispo de Ávila y, en una de las visitas que le hizo en el hospital, poco antes de fallecer, el político le pidió ser enterrado en la catedral "y el obispo le tomó la palabra y lo cumplió".

Aún pervive en la memoria de Nicolás aquel 10 de julio de 1984, cuando el féretro con los restos de su padre fueron portados a hombros desde la sede, entonces, del Gobierno Civil, hoy Subdelegación del Gobierno, hasta la catedral de Ávila.

Hubo una parada, en la iglesia de San Pedro, donde los familiares de Claudio Sánchez-Albornoz tomaron el féretro y las campanas doblaron, cumpliendo también el deseo de quien fue presidente en el exilio entre marzo de 1962 y febrero de 1971.

Entre los presentes se contaban el entonces presidente del Gobierno, Felipe González, y varios de sus ministros, como los titulares de Cultura y de Educación, Javier Solana y José María Maravall, respectivamente.

"La acogida de los abulenses fue muy cálida", ha recordado, emocionado, quien también ha vivido una vida marcada por las circunstancias políticas de su padre y una de cuyas etapas, la huida, en 1948, del Valle de los Caídos, donde estaba condenado a trabajos forzados, fue llevada a la gran pantalla con el título de "Los años bárbaros" (1998).

Nicolás Sánchez-Albornoz reivindicó la "actualidad" de su padre en su doble faceta, como historiador, tal como prueban sus publicaciones y enseñanzas, y como político, por su "entrega generosa" a los españoles, algo que, en su opinión, "hoy escasea en la clase política".

Su figura también sigue siendo muy recordada en la fundación, con sede en Ávila, que lleva su nombre y que, tras unos años "con altibajos" en su gestión, ha conseguido "renovarse" e incorporar nuevos patronos.