La mochila fue encontrada en la estación del tren de cercanías y transportada por un agente de la policía municipal al Recinto Ferial del IFEMA, en Madrid, donde se estableció la morgue, al creerse que se trataba de un objeto perteneciente a alguna de las víctimas.

Posteriormente la bomba, única de las localizadas tras las deflagraciones que no explotó, fue trasladada al Parque Azorín, próximo a la Comisaría de Puente de Vallecas, para proceder a su desactivación, a pesar de que en la radiografía que se le realizó no se apreciaba que el explosivo estaba desconectado del teléfono móvil. El miembro de la unidad especializada en explosivos que la radiografió también declarará en el juicio.

El último de los miembros de este Cuerpo en declarar será el agente que llevó a cabo el intento infructuoso de desactivación de otra mochila, localizada en esta ocasión en el andén de la estación de El Pozo, punto en el que murieron 98 personas el día de los atentados.

EL PORTERO DE ALCALÁ.

Una vez finalizadas las declaraciones de los agentes de policía el tribunal escuchará el testimonio de Luis Garrudo, portero de una finca cercana a la estación de tren de Alcalá de Henares (Madrid).

Garrudo vio a primera hora de la mañana del 11 de marzo cómo los autores materiales abandonaban la furgoneta Kangoo en la que se desplazaron desde la finca de Morata de Tajuña (Madrid), donde se había preparado los explosivos. El portero indicó que las personas que descendieron del vehículo iban muy abrigadas y portaban mochilas.

La testifical continuará con el interrogatorio del agente de la Policía que forzó con una palanca la puerta de la Kangoo para acceder a su interior.