Nos metimos en el barco y ya no vimos a los padres más", recuerda con amargura Francisco Robles, uno de los casi 4.000 niños españoles que llegaron al Reino Unido en 1937 huyendo de la Guerra Civil de España, de cuyo comienzo se cumplen mañana 70 años.

"Nos dijeron que era por tres meses. Si no, no hubiéramos venido", asegura Francisco, que, al igual que muchos otros, casi setenta años después sigue viviendo en el país que le acogió de forma temporal.

El barco "Habana" partió de Santurce, en el País Vasco, el 20 de mayo de 1937. "Tenía capacidad para 600 pasajeros. Vinimos apiñados. Hasta en las calderas había niños durmiendo", rememora ante las miradas entre tristes y nostálgicas de sus compañeros, reunidos para la entrevista con en el centro de mayores de Londres al que acuden cada sábado.

Helvecia García viajó al Reino Unido con sus dos hermanos pequeños, "que no querían venir sin la madre", y para convencerlos les mintieron diciéndoles que ella viajaría después.

"Un día los encontré en la alambrada del campamento. '¿Qué hacéis aquí?', les pregunté. 'Pues esperando a que venga la madre', me dijeron. Tuve que contarles la verdad", recuerda emocionada.

Al llegar al Reino Unido, los niños fueron acomodados durante cuatro meses en tiendas de campaña en un campamento de Eastleigh (sur del país), sostenidos por contribuciones voluntarias.

Muchos de ellos aún tenían esperanza de volver a España tras el final de la guerra (1939) y "algunos hasta se guardaban comida para su familia", revela Pedro Pedrero.

Después del campamento, los niños fueron enviados a colonias repartidas por todo el Reino Unido, mansiones, edificios en desuso o conventos, donde permanecieron durante varios años.

Cuando comenzó la II Guerra Mundial, el 1 de septiembre de 1939, justo seis meses después de finalizar el conflicto español, la mayoría de los hijos de republicanos refugiados en el Reino Unido volvieron a España por las presiones que sufría el "Basque Children's Committee" y a que la dictadura reclamó su regreso.

Pero unos 200 se quedaron, muchos de ellos porque los propios padres se mostraron reacios a que regresaran a la "España de los vencedores".

"Mi padre estaba en la cárcel y a mi madre la habían echado del pueblo. Mi padre nos escribía en clave a mi hermana y a mí y nos decía que no volviésemos. Aún guardo todas las cartas, nos llamaba `queridas amiguitas´", relata Esperanza.

"Yo no volví porque mi padre estaba en el Ejército francés y mi madre había huido a Francia", apunta Agapito Pérez. Todos ellos sufrieron presiones para volver.

"Tuvimos una maestra que era un enlace del Gobierno de Franco y a la que pillaron escribiendo cartas falsas de nuestros padres pidiéndonos que regresáramos·, asegura Pedro, que sorprende a sus amigos, ignorantes de esta historia.

Y en el Reino Unido, ellos, que habían huido de una guerra, tuvieron que vivir otra.