El este, entre el ultranacionalismo y el europeísmo
Polonia afianza la propuesta de Tusk y Hungría apuesta por la ultraderecha
Gemma Casadevall
El este de Europa sigue dividido entre el europeísmo y el extremismo derechista: el ultranacionalista Fidesz del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, defendió su posición dominante, mientras que en Polonia el pulso entre los afines a Bruselas y la extrema derecha se decantó a favor de la Plataforma Cívica (PO) del jefe del Ejecutivo, el liberal Donald Tusk.
La autoridad electoral de Hungría confirmó la clara victoria de Fidesz, que se alzó con un 44%, aunque cayó hasta 10 puntos respecto a sus resultados de 2019. Es notorio el resultado alcanzado por el partido Tisza, un 31%, lo que supone un hito para una formación hasta ahora marginal que ha tomado vitalidad liderada por un disidente de las filas de Orbán, Peter Magyar. Este partido ha asumido el protagonismo en las movilizaciones multitudinarias contra Orbán vividas en el país en las últimas semanas, las mayores que se recuerdan en el país.
Al líder húngaro parece haberle surgido un rival capaz de disputarle la posición de hombre fuerte indiscutible en Budapest. Es una señal de advertencia, que también puede tener su impacto entre la extrema derecha europea. El Fidesz no está hasta ahora integrado en ninguno de los dos grandes grupos, los Conservadores y Reformistas (ECR) de la italiana Giorgia Meloni ni tampoco Identidad y Democracia (ID), de la francesa Marine Le Pen. Ambas familias de la extrema derecha se disputan la cercanía de Orbán. Se da por hecho que tras estos comicios habrá una reestructuración de esos grupos y que los escaños húngaros agradarán su influencia en Estrasburgo.
Polonia resiste
En Polonia, por contra, se afianzó el europeísmo representado por Tusk frente al ultranacionalista partido Ley y Justicia (PiS). La formación del actual primer ministro logró un 38%, frente al 33,9% del PiS. Es una diferencia aún corta, pero que favorece a Tusk y al conjunto de los populares europeos, al que pertenecen los liberales polacos.
Tusk, por su parte, logró el relevo en el poder tras ocho años de dominio del PiS con su victoria electoral del pasado octubre al frente de una alianza entre partidos centristas y la izquierda moderada. En las elecciones municipales de principios de año, su PO ganó en el llamado voto urbano, pero el PiS mantuvo el dominio en el campo. Ahora el pulso parece decantarse claramente a favor del europeísmo.
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