Salir del colegio, dejar la mochila y bajar a jugar entre columpios, toboganes y bocadillos de la merienda. Los parques eran y siguen siendo los templos de los niños. Allí, en sus dominios, aprenden a relacionarse, compartir... encuentran su lugar en el mundo y forjan parte de su personalidad, además de ser escenario de más de un chichón y arañazos en las rodillas. Tiramos de nostalgia para recordar precisamente cómo eran estos parques a los que acudía la generación de la EGB.
Niños en la zona de la Alameda de Vigo.
Salir del colegio, dejar la mochila y bajar a jugar entre columpios, toboganes y bocadillos de la merienda. Los parques eran y siguen siendo los templos de los niños. Allí, en sus dominios, aprenden a relacionarse, compartir... encuentran su lugar en el mundo y forjan parte de su personalidad, además de ser escenario de más de un chichón y arañazos en las rodillas. Tiramos de nostalgia para recordar precisamente cómo eran estos parques a los que acudía la generación de la EGB.
Parque infantil de Candeán.
Magar
Salir del colegio, dejar la mochila y bajar a jugar entre columpios, toboganes y bocadillos de la merienda. Los parques eran y siguen siendo los templos de los niños. Allí, en sus dominios, aprenden a relacionarse, compartir... encuentran su lugar en el mundo y forjan parte de su personalidad, además de ser escenario de más de un chichón y arañazos en las rodillas. Tiramos de nostalgia para recordar precisamente cómo eran estos parques a los que acudía la generación de la EGB.
Parque infantil en Don Bosco.
Salir del colegio, dejar la mochila y bajar a jugar entre columpios, toboganes y bocadillos de la merienda. Los parques eran y siguen siendo los templos de los niños. Allí, en sus dominios, aprenden a relacionarse, compartir... encuentran su lugar en el mundo y forjan parte de su personalidad, además de ser escenario de más de un chichón y arañazos en las rodillas. Tiramos de nostalgia para recordar precisamente cómo eran estos parques a los que acudía la generación de la EGB.
Parque infantil de A Guía.
Magar
Salir del colegio, dejar la mochila y bajar a jugar entre columpios, toboganes y bocadillos de la merienda. Los parques eran y siguen siendo los templos de los niños. Allí, en sus dominios, aprenden a relacionarse, compartir... encuentran su lugar en el mundo y forjan parte de su personalidad, además de ser escenario de más de un chichón y arañazos en las rodillas. Tiramos de nostalgia para recordar precisamente cómo eran estos parques a los que acudía la generación de la EGB.
Parque infantil de Castrelos.
Magar
Salir del colegio, dejar la mochila y bajar a jugar entre columpios, toboganes y bocadillos de la merienda. Los parques eran y siguen siendo los templos de los niños. Allí, en sus dominios, aprenden a relacionarse, compartir... encuentran su lugar en el mundo y forjan parte de su personalidad, además de ser escenario de más de un chichón y arañazos en las rodillas. Tiramos de nostalgia para recordar precisamente cómo eran estos parques a los que acudía la generación de la EGB.
Parque infantil de O Berbés.
Salir del colegio, dejar la mochila y bajar a jugar entre columpios, toboganes y bocadillos de la merienda. Los parques eran y siguen siendo los templos de los niños. Allí, en sus dominios, aprenden a relacionarse, compartir... encuentran su lugar en el mundo y forjan parte de su personalidad, además de ser escenario de más de un chichón y arañazos en las rodillas. Tiramos de nostalgia para recordar precisamente cómo eran estos parques a los que acudía la generación de la EGB.
Parque infantil de O Calvario.
Magar
Salir del colegio, dejar la mochila y bajar a jugar entre columpios, toboganes y bocadillos de la merienda. Los parques eran y siguen siendo los templos de los niños. Allí, en sus dominios, aprenden a relacionarse, compartir... encuentran su lugar en el mundo y forjan parte de su personalidad, además de ser escenario de más de un chichón y arañazos en las rodillas. Tiramos de nostalgia para recordar precisamente cómo eran estos parques a los que acudía la generación de la EGB.
Parque infantil de Bouzas.
Magar
Salir del colegio, dejar la mochila y bajar a jugar entre columpios, toboganes y bocadillos de la merienda. Los parques eran y siguen siendo los templos de los niños. Allí, en sus dominios, aprenden a relacionarse, compartir... encuentran su lugar en el mundo y forjan parte de su personalidad, además de ser escenario de más de un chichón y arañazos en las rodillas. Tiramos de nostalgia para recordar precisamente cómo eran estos parques a los que acudía la generación de la EGB.
Parque infantil de Samil.
Salir del colegio, dejar la mochila y bajar a jugar entre columpios, toboganes y bocadillos de la merienda. Los parques eran y siguen siendo los templos de los niños. Allí, en sus dominios, aprenden a relacionarse, compartir... encuentran su lugar en el mundo y forjan parte de su personalidad, además de ser escenario de más de un chichón y arañazos en las rodillas. Tiramos de nostalgia para recordar precisamente cómo eran estos parques a los que acudía la generación de la EGB.
Parque infantil de Navia.
Llanos
Salir del colegio, dejar la mochila y bajar a jugar entre columpios, toboganes y bocadillos de la merienda. Los parques eran y siguen siendo los templos de los niños. Allí, en sus dominios, aprenden a relacionarse, compartir... encuentran su lugar en el mundo y forjan parte de su personalidad, además de ser escenario de más de un chichón y arañazos en las rodillas. Tiramos de nostalgia para recordar precisamente cómo eran estos parques a los que acudía la generación de la EGB.
Parque infantil de O Castro.
Magar
Salir del colegio, dejar la mochila y bajar a jugar entre columpios, toboganes y bocadillos de la merienda. Los parques eran y siguen siendo los templos de los niños. Allí, en sus dominios, aprenden a relacionarse, compartir... encuentran su lugar en el mundo y forjan parte de su personalidad, además de ser escenario de más de un chichón y arañazos en las rodillas. Tiramos de nostalgia para recordar precisamente cómo eran estos parques a los que acudía la generación de la EGB.
Parque infantil de Redondela.
Salir del colegio, dejar la mochila y bajar a jugar entre columpios, toboganes y bocadillos de la merienda. Los parques eran y siguen siendo los templos de los niños. Allí, en sus dominios, aprenden a relacionarse, compartir... encuentran su lugar en el mundo y forjan parte de su personalidad, además de ser escenario de más de un chichón y arañazos en las rodillas. Tiramos de nostalgia para recordar precisamente cómo eran estos parques a los que acudía la generación de la EGB.
Parque infantil de Redondela.
Magar
Salir del colegio, dejar la mochila y bajar a jugar entre columpios, toboganes y bocadillos de la merienda. Los parques eran y siguen siendo los templos de los niños. Allí, en sus dominios, aprenden a relacionarse, compartir... encuentran su lugar en el mundo y forjan parte de su personalidad, además de ser escenario de más de un chichón y arañazos en las rodillas. Tiramos de nostalgia para recordar precisamente cómo eran estos parques a los que acudía la generación de la EGB.
Parque infantil de Redondela.
Magar
Salir del colegio, dejar la mochila y bajar a jugar entre columpios, toboganes y bocadillos de la merienda. Los parques eran y siguen siendo los templos de los niños. Allí, en sus dominios, aprenden a relacionarse, compartir... encuentran su lugar en el mundo y forjan parte de su personalidad, además de ser escenario de más de un chichón y arañazos en las rodillas. Tiramos de nostalgia para recordar precisamente cómo eran estos parques a los que acudía la generación de la EGB.
Parque infantil de Fontemaior en Raxó.
Rafa Hijo
Salir del colegio, dejar la mochila y bajar a jugar entre columpios, toboganes y bocadillos de la merienda. Los parques eran y siguen siendo los templos de los niños. Allí, en sus dominios, aprenden a relacionarse, compartir... encuentran su lugar en el mundo y forjan parte de su personalidad, además de ser escenario de más de un chichón y arañazos en las rodillas. Tiramos de nostalgia para recordar precisamente cómo eran estos parques a los que acudía la generación de la EGB.
Parque infantil de Campillo Pontevedra.
Rafa Hijo
Salir del colegio, dejar la mochila y bajar a jugar entre columpios, toboganes y bocadillos de la merienda. Los parques eran y siguen siendo los templos de los niños. Allí, en sus dominios, aprenden a relacionarse, compartir... encuentran su lugar en el mundo y forjan parte de su personalidad, además de ser escenario de más de un chichón y arañazos en las rodillas. Tiramos de nostalgia para recordar precisamente cómo eran estos parques a los que acudía la generación de la EGB.
Parque infantil de Campolongo.
Rafa Hijo
Salir del colegio, dejar la mochila y bajar a jugar entre columpios, toboganes y bocadillos de la merienda. Los parques eran y siguen siendo los templos de los niños. Allí, en sus dominios, aprenden a relacionarse, compartir... encuentran su lugar en el mundo y forjan parte de su personalidad, además de ser escenario de más de un chichón y arañazos en las rodillas. Tiramos de nostalgia para recordar precisamente cómo eran estos parques a los que acudía la generación de la EGB.
Parque infantil de O Porriño.
Magar
Salir del colegio, dejar la mochila y bajar a jugar entre columpios, toboganes y bocadillos de la merienda. Los parques eran y siguen siendo los templos de los niños. Allí, en sus dominios, aprenden a relacionarse, compartir... encuentran su lugar en el mundo y forjan parte de su personalidad, además de ser escenario de más de un chichón y arañazos en las rodillas. Tiramos de nostalgia para recordar precisamente cómo eran estos parques a los que acudía la generación de la EGB.
Parque infantil de Cangas.
Magar
Salir del colegio, dejar la mochila y bajar a jugar entre columpios, toboganes y bocadillos de la merienda. Los parques eran y siguen siendo los templos de los niños. Allí, en sus dominios, aprenden a relacionarse, compartir... encuentran su lugar en el mundo y forjan parte de su personalidad, además de ser escenario de más de un chichón y arañazos en las rodillas. Tiramos de nostalgia para recordar precisamente cómo eran estos parques a los que acudía la generación de la EGB.
Parque infantil de San Vicente de Trasmañó.
Jesús de Arcos
Salir del colegio, dejar la mochila y bajar a jugar entre columpios, toboganes y bocadillos de la merienda. Los parques eran y siguen siendo los templos de los niños. Allí, en sus dominios, aprenden a relacionarse, compartir... encuentran su lugar en el mundo y forjan parte de su personalidad, además de ser escenario de más de un chichón y arañazos en las rodillas. Tiramos de nostalgia para recordar precisamente cómo eran estos parques a los que acudía la generación de la EGB.
Salir del colegio, dejar la mochila y bajar a jugar entre columpios, toboganes y bocadillos de la merienda. Los parques eran y siguen siendo los templos de los niños. Allí, en sus dominios, aprenden a relacionarse, compartir... encuentran su lugar en el mundo y forjan parte de su personalidad, además de ser escenario de más de un chichón y arañazos en las rodillas. Tiramos de nostalgia para recordar precisamente cómo eran estos parques a los que acudía la generación de la EGB.