Ases en fabricar ilusión

La viguesa Troula triplica personal y estará en cabalgatas de cinco concellos por Navidad

Solo estas fiestas representan el 25% de su facturación anual

Sergio Rodríguez, de Troula, junto a algunos de sus disfraces

Sergio Rodríguez, de Troula, junto a algunos de sus disfraces / Alba Villar

En el 33 de Abade Juan de Bastos, a las afueras de Vigo, la empresa Troula esconde cientos de disfraces que ya han brillado bajo las luces de buena parte de Galicia. Hay de toda clase; todo tipo de atuendos que cada año colorean los barrios que sus pasacalles iluminan, animando a mayores y pequeños con un mix de música y piruetas.

No en vano, la compañía olívica lleva dos décadas exprimiendo esta rama de la industria del ocio en la que a duras penas tiene competencia. La Navidad es decisiva, más si cabe en una ciudad que busca erigirse como referente internacional, la Laponia del sur europeo, y consciente de ello amplía su personal cuando se acercan estas fiestas. Tres semanas en las que el trabajo crece exponencialmente, como la ilusión que fabrican.

Así, la pequeña y familiar plantilla de Troula pasa de los 20 a 30 empleados que suelen trabajar en temporada baja a los cerca de 80, sino 100 profesionales, que llegan a cosechar en su punto álgido. Son las cabalgatas en las que también participan –este 2023 concretamente en cinco concellos; As Pontes, Foz, Padrón, Redondela y Pontevedra– y que junto al resto de actividades que llevan a cabo suponen el 25% de su facturación anual.

“El personal cualificado que nosotros buscamos sí que es complicado encontrarlo, tiene que reunir una serie de características”

En este sentido, la búsqueda de especialistas que se unan a su elenco no es tarea sencilla, menos cuando esta se triplica e incluso puede cuadruplicarse. “El personal cualificado que nosotros buscamos sí que es complicado encontrarlo, tiene que reunir una serie de características”, señala Sergio Rodríguez, uno de los propietarios de la empresa, y reconoce que las contrataciones se realizan con el tiempo suficiente para organizar los encargos: “A día de hoy tengo mi equipo cerrado, intentar contratar de un día para otro es imposible”.

Patinadores, zancudos y malabaristas forman parte de esta plantilla que también cuenta con tragafuegos. Normalmente es gente conocida, con la que ya han trabajado en más ocasiones o que llegan por recomendación, pero cuando notan que el personal de algún campo en concreto escasea también forman a personas que todavía no cuentan con la experiencia necesaria.

Sergio Rodríguez, de Troula, junto a algunos de sus disfraces.

Sergio Rodríguez, de Troula, junto a algunos de sus disfraces. / Alba Villar

Hasta hace unos años, Troula ofrecía además un servicio de Papá Noel, Reyes Magos y pajes o elfos; reclutando a candidatos que posteriormente, si cumplían una serie de aptitudes, se disfrazaban de estos personajes para animar los eventos que se programaban en los ayuntamientos. Entre ellos, por supuesto, las cabalgatas. “¿Por qué dejamos de hacerlo? Pues porque realmente nuestro fuerte son los espectáculos itinerantes y había muchísima oferta de otras empresas”, explica Rodríguez.

El coste de uno de estos personajes oscila entre los 200 y los 400 euros por dos horas, reconoce, y aumenta teniendo en cuenta que en muchos casos –como con Melchor, Gaspar y Baltasar o sus subordinados– el mismo se dispara al comprender grandes grupos de profesionales. “Las tarifas varían en función del papel que asuma cada uno, ya que puede tener más o menos responsabilidad y todo tiene que salir perfecto”, sentencia.

Alta demanda

Troula trabaja mucho con las administraciones públicas y no solo en Navidad, también en otras épocas muy fuertes y puntuales como Carnaval y los meses de verano. El resto del año depende del programa cultural de cada municipio y cómo de ocupados estén sus pasacalles.

“Una vez cerramos lo que tenemos y nos llaman de otros sitios, ya no organizamos más. Porque no tenemos personal para cubrir todo”, indica Rodríguez, y tampoco están interesados en expandirse más de la cuenta, con el riesgo y la mayor carga laboral que ello conlleva. “Nosotros estamos bien así, funcionamos bien con el personal que tenemos”, agrega al respecto.

En relación a sus pasacalles, pueden desplegar un amplio abanico de temáticas, con cerca de 15 atuendos colectivos diferentes en función del evento en el que vayan a participar, el público que asista o el momento del año en el que tenga lugar. Al final, todo se reduce a recrear un ambiente fantasioso: “Nosotros vamos a por la gente que está ahí. A interactuar con ella, a mostrar nuestra cercanía. Esos guiños que hacemos con los niños, con los adultos. Eso es lo que importa, más allá de simplemente saludar”.

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