El TPV, la necesidad “impuesta” que pasa factura al beneficio del pequeño comercio

Barras de pan, mascarillas de 20 céntimos o botellines de agua “sucumben” al bum de la tarjeta, que deja generosas ganancias para los bancos: 895 millones en 2022 | Las tiendas aceptan con resignación las comisiones que conlleva cobrar con datáfono: “Es inevitable”

TPV en un comercio

TPV en un comercio / FDV

Cada vez menos física y más habitual en los smartphones, la tarjeta sigue “goleando” al billete. Los datáfonos marcan la tendencia ante un efectivo en fuera de juego… Y gana la comodidad. ¿Para qué ir a cajeros periódicamente? ¿Para qué cargar con dinero en metálico? El futuro es digital, está claro, y prueba de ello son los últimos datos del Banco de España. El número de operaciones de compras en terminales de punto de venta (TPV) se mantuvo in crescendo durante 2022, experimentando un apabullante aumento interanual del 21%. Se superó la barrera de las 7.000 millones de transacciones, igual que se rebasó el importe total de las mismas: 230.000 millones.

Pero todo pro tiene su contra, siempre, y en el caso de la democratización del contactless afecta al pequeño comercio. Con la pandemia, muchos establecimientos se vieron forzados a integrar este sistema (que en español viene a decir pago sin contacto) y el adiós al intercambio en mano trajo consigo una reducción en sus márgenes de beneficio. Más o menos, desde entonces les tocó compartir un pellizco con las entidades de crédito que facilitan estos dispositivos. Un pellizco que se denomina tasa de descuento en términos formales y que coloquialmente hablando viene a ser una comisión. Ese tanto por ciento que las tiendas dejan de embolsarse si su cliente saca la VISA.

Una clienta comprando medicamentos con tarjeta en la farmacia de Elena.   | // MARTA G. BREA

Delfín, con dos de sus TPV en una de sus panaderías. / Marta G. Brea

Lo sabe muy bien empresarios como Delfín Casal, que posee cuatro panaderías en Vigo. Desde su obrador de la calle Merlo —donde elaboran diariamente los horneados que después venden en sus locales— evidencia que el impacto de la COVID-19 no solo aceleró la banda magnética, también la contagió a cualquier tipo de compra.

“El pago con tarjeta en cantidades inferiores a 15 euros se triplicó o cuadriplicó”

Ya fuese un surtido de pasteles o una simple baguette, los usuarios de sus “Barrio do Cura” pedían datáfono. “El pago con tarjeta en cantidades inferiores a 15 euros se triplicó o cuadriplicó”, cuenta, explicando que al principio fue “un momento de apuro” porque tenían unas condiciones cerradas con el banco y se vieron obligados a negociar de inmediato. “Reconocieron el percance y conseguimos mejorar las condiciones de un día para otro”, agrega, señalando que su contrato previo incluía un tope de 60.000 euros al año para cobrar con TPV y se exponían a una penalización si lo superaban.

Producto de las comisiones que los bancos se llevan por cada operación de compra en terminales de punto de venta, a lo largo del pasado año ingresaron cerca de 895 millones. Una cifra generosa teniendo en cuenta que son 150 millones adicionales a los que generaban hace dos décadas, cuando la tasa media de descuento era cuatro veces más alta.

De 2002 al cuarto trimestre de 2022, pasó del 1,59% al 0,37%. Es decir, si antes de cada compra de 100 euros las entidades de crédito se llevaban 1,59 euros, ahora se llevan 37 céntimos... Y eso en general, pues dependiendo del sector llegó a ser mucho mayor. Cabe recordar que hace 20 años se cobraba un porcentaje del 3,48% sobre transacción a los negocios de masajes, saunas y discotecas.

¿Pero si las comisiones cayeron rotundamente, por qué los bancos recaudan más? Pues básicamente porque el número de operaciones de compras en terminales de punto de venta se incrementó de forma sideral un 645% para dicho periodo. Ya no solo frenando posibles pérdidas, sino cosechando aun por encima un 20% más de ingresos.

Óscar, en su ultramarinos, sujeta el datáfono con el que trabajan.   | // MARTA G. BREA

Un lector pagando con tarjeta en el quiosco que regenta David. / Marta G. Brea

“El trabajo para ellos”

A David Pimentel, del tan vigués quiosco Castelao, el tema del datáfono se le resiste. Hasta para él era inviable que en un establecimiento como el suyo hubiese TPV, pero la pandemia lo cambió absolutamente todo. “Hay chavales que quieren pagar 50 céntimos con tarjeta, yo les digo que está estropeado”, dice en broma. A la gente mayor le da “más coraje”.

“Es una imposición, quieren quitar el dinero de la calle, no sé por qué, y para nosotros es un incordio”

Según indica, el contactless no compensa. En la venta de periódicos, por ejemplo, el porcentaje de beneficio es mínimo. Y si a eso le suma que tiene que compartirlo con un banco, la cosa se pone peor. “Es una imposición, quieren quitar el dinero de la calle, no sé por qué, y para nosotros es un incordio”, asevera. Lo hace admitiendo también que al acortarse sus márgenes de beneficio ha tenido que subir el precio de otros productos como las gominolas o las pipas que allí vende: “Estamos haciendo el trabajo para ellos, pero se lo van introduciendo a la gente y al final la gente es cómoda. Es un juego en el que tienes que entrar sí o sí”.

El TPV, la necesidad “impuesta”  que pasa  factura al beneficio del pequeño  comercio | SIMÓN ESPINOSA

Una clienta comprando medicamentos con tarjeta en la farmacia de Elena. / Marta G. Brea

A falta de un terminal, en la farmacia Atlántico, situada en Gran Vía, tienen dos. “Por el volumen de trabajo que tenemos los necesitamos”, comenta su titular, Elena Bastillo, dejando claro que a ella no le importa qué vaya a comprar su clientela ni como lo pague. “Es un porcentaje, me da igual lo que me quiten de vender una mascarilla de 20 céntimos o de un fármaco de 10 euros. No tenemos mínimo porque no funcionamos a partir de cierta cantidad, pero sí que cobramos muchísimo más con tarjeta que antes”, añade, apuntando que “es un servicio que hay que tener hoy en día”, principalmente porque “es inevitable”.

En su caso, frente al que le precede, considera que sí “compensa”. Y todo ello pese a asegurar que paga aproximadamente 1.000 euros anuales a sus entidades de crédito por las operaciones que registran ambos datáfonos. “Cada mañana me llega un cargo, al final son unos cuántos euros. Si los sumas al mes y si lo sumas al año es mucho dinero”, sentencia.

Con todo, la tasa media de descuento de las farmacias es una de las más bajas de España. El cuarto trimestre de 2022 fue del 0,38%, solo por delante de las que se anotaron las grandes superficies (0,23%), las gasolineras (0,33%) y las droguerías (0,34%). Casualidad o no, los cuatro espacios se caracterizan en dos aspectos fundamentales: son negocios con grandes volúmenes de facturación y proveen a la ciudadanía de bienes básicos como lo son los alimentos, el carburante, los medicamentos o los productos de higiene. En el otro extremo del polo se sitúan, con las mayores comisiones, los hoteles (0,79%), el transporte de viajeros (0,74%) y las agencias de viajes (0,64%). Se aprieta al turismo para amortizar el día a día.

Pero si hay un dato llamativo, ese es el relativo al tipo de tarjeta. Las de crédito han aumentado un 7,3% en cantidad durante 2022, hasta las 41,4 millones, mientras las de débito se han reducido un 4,8% hasta las 47,1 millones. A menos de 6 millones de tarjetas de diferencia, entre una y otra modalidad, el crédito está más cerca de volver a darle el sorpasso al débito, como ya hizo en 2005.

Un lector pagando con tarjeta en el quiosco que regenta David.   | // MARTA G. BREA

Óscar, en su ultramarinos, sujeta el datáfono con el que trabajan. / Marta G. Brea

Para Óscar Rivera, que regenta junto a su familia el ultramarinos Alimentación Rivera, localizado en Praza Igrexa, el datáfono “no compensa” para las pequeñas compras. Al igual que numerosos establecimientos de Vigo, el TPV llegó a su negocio de la mano del coronavirus y ahora lidian con él como pueden. “Desde el confinamiento, la gente empezó a venir menos efectivo y entonces hubo que ponerlo”, explica, comentando que recientemente firmaron otro contrato para conseguir mejores condiciones: “Cambiamos hace relativamente poco de oferta, hace dos semanas, porque la otra al pasarse el tope nos cobraban bastante comisión”.

Según indica, son los turistas quienes tiran del contactless para comprar allí alimentos, bebidas y demás productos que venden. Aunque en este enxebre local, que saca partido a sus escasos metros cuadrados gracias a su privilegiada ubicación, se las han ingeniado para salir del paso: “Hay un mínimo de tres euros. Más que nada por si viene alguien y quiere pagar un botellín de agua con tarjeta”.

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Dentro de las distintas categorías, las de “bajo importe” son las que tienen las comisiones más elevadas. Estas modalidades comerciales hacen referencia a aquellas “cuyo importe medio de compras con tarjeta de pago no excede de 15 euros y cuyos precios, en general, están condicionados por un determinado marco regulatorio”. Algunos ejemplos, entre otros, son transporte urbano, metro, cercanías, parkings o cabinas telefónicas… Y su tasa media de descuento asciende al 0,68%.

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