Chile sigue la estela de Azores y declara desierta otra licitación por la que pujaba Armón Vigo

El astillero optaba a construir el oceanográfico del país, por 38 millones | El grupo se embarca en el diseño de nuevos yates

Diseño del “Origami”, obra de la diseñadora Schwalgien y le grupo Armón.  | // SCHWALGIEN

Diseño del “Origami”, obra de la diseñadora Schwalgien y le grupo Armón. | // SCHWALGIEN / Adrián Amoedo

Adrián Amoedo

Adrián Amoedo

Armón Vigo continúa intentando nutrir de más y más contratos las dos instalaciones que tiene en Vigo: la de la curva de San Gregorio y las de la antigua Hijos de J. Barreras, donde ya está construyendo barcos. Por el momento, cuenta son suficiente carga de trabajo para los próximos meses gracias al ferri de Baleària, el pesquero de la argentina Wanchese y a los oceanográficos para Islandia, Nueva Zelanda, Holanda y España, que encargó el que será la joya de la corona del Instituto Español de Oceanografía (IEO). Entre finales del pasado año y comienzos de este, el grupo debería haber sumado dos contratos más para su fabricación en Vigo. Sin embargo, los países que los lanzaron decidieron suspender las licitaciones cuando Armón Vigo era el mejor situado. Primero lo hizo Azores, donde pujaba en solitario por un oceanográfico de 40 metros con un presupuesto base de 18,3 millones de euros (más IVA); ahora lo ha hecho el Instituto de Fomento Pesquero (IFOP) de Chile, que había proyectado una unidad de 55 metros de eslora por 45 millones de dólares (41,5 millones de euros al cambio actual). La institución del país sudamericano declaró desierto el concurso cuando Armón Vigo cumplía con la mejor oferta, de casi 38 millones de euros. ¿El motivo? Haber presentado las garantías necesarias “en formato distinto al solicitado”.

Chile lanzó el encargo en mayo del año pasado, si bien la idea de construir un nuevo oceanográfico se venía gestando desde 2018. Entonces, expertos científicos del país se fijaron en los principales astilleros del sector para llevar a cabo la futura construcción, destacando por encima de ellos dos atarazanas de Vigo: Freire Shipyard y Armón Vigo.

La intención del IFOP era la de reemplazar al veterano Abate Molina, de 43 metros y 32 años de antigüedad. Tras lanzar la licitación por 50.000 euros para encontrar a una consultoría que preparase las bases para el diseño y construcción de la unidad, el IFOP publicó el concurso para el diseño y construcción de un buque de 55 metros de eslora por esos 41,5 millones de euros.

Si en el caso de Azores –que ya relanzó el concurso sumándole un millón de euros más al presupuesto– Armón Vigo era la única empresa aceptada para presentar una oferta, en el de Chile el astillero del grupo que codirige Laudelino Alperi competía con otros dos, ambos locales. Por un lado, Astilleros y Servicios Navales (Asenav), la atarazana que ya se encuentra construyendo una unidad científica para el IFOP más pequeña por 14 millones de euros tras adelantarse en la licitación a la firma viguesa Astilleros Cardama; por otro, a Omar Alejandro Ricouz Bergen, responsable de una consultora centrada en licitaciones públicas.

De acuerdo con el análisis del IFOP, Armón Vigo cumplía sobradamente con las condiciones técnicas exigidas y su oferta era la más atractiva, con casi 38 millones de euros por los 40,8 ofertados por Asenav. Lla de la consultora, por su parte, no fue tenida en cuenta al carecer de abundante documentación mínima.

Según la resolución, la propuesta de Armón Vigo “es inadmisible debido a que presentó documento de garantía de seriedad de oferta en un formato que no se ajusta con lo requerido”, por lo que el IFOP no pudo “realizar la evaluación técnica de su oferta”.

Futuro

Según pudo saber este medio, Armón volverá a presentarse a ambas licitaciones y se encuentra a la espera de que cristalicen otras más avanzadas. Mientras, el grupo profundiza en nichos en los que espera dar un salto cualitativo. Uno de ellos es el de los megayates. En los últimos años, la firma ya facturó tres unidades de lujo tipo shadow cat en sus instalaciones de Burela, barcos de más de 60 metros que sirven de apoyo a megayates portando sus juguetes (helicópteros, motos de agua, buggies, submarinos...).

Estos barcos de aluminio (Hodor, Wayfinder y Nebula) fueron concebidos como catamaranes, pero ahora Armón apuesta por dar el paso a buques monocasco. Para ello, se ha aliado con la diseñadora Schwalgien para desarrollar una unidad de 65 metros bautizada como Origami. “Tras el éxito de las embarcaciones tipo catamarán, queremos ampliar nuestra cartera para poder atender a los clientes que prefieren uno monocasco”, afirmó el director comercial de Armón, Ricardo García, en declaraciones al medio especializado Superyacht Times.

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