Puri, nuestra Puri, era de esas personas tranquilas, reflexivas y observadoras, esas que son tan importantes en la vida, seguro que me entendéis, las que uno siempre sabe que “están ahí”, para aportar una visión distinta, un punto de apoyo.

Esta cualidad es tan importante, y tan poco frecuente en el ajetreo actual, que hace que su ausencia se haga más intensa y difícil de soportar para los que con ella hemos compartido tantos años de vida, trabajo, risas, anécdotas, pensamientos, y cómo no planes, ¡muchos planes!

¡Cuántos planes ahora truncados!, aquellos que al contarlos quedaban iluminados con su brillante y atenta mirada de ojos serenos, su sonrisa y su siempre sosegada exposición. ¡Cómo le brillaban, de un modo tan especial al hablar de sus niñas, Érika e Inés!, de su presente, de su futuro, ¡qué madre más orgullosa de esa tarea tan bien hecha!, brillo al hablar de la familia, de momentos inolvidables en Covelo, del Portugal que tanto había representado para ella.

No podía ser de otra manera, su vida se guiaba por principios que también aplicaba en el trabajo, hecho con ejemplo permanente de pundonor, y por eso era para todos tan importante saber que “estaba siempre ahí”, reenfocando problemas, buscando soluciones, atendiendo paciente y dispuesta a sus armadores, defendiendo las razones justas de futuro del sector, intercambiando vivencias con sus amigos de toda Europa que ahora lloran su falta.

La primera reunión, el primer día de trabajo que hemos tenido sabiendo que no está ha resultado dura, muy difícil, como lo será la vida en general para todos los que tanto compartíamos con ella en el día a día, para su familia. También sus amigos, sus compañeros de trabajo, sus armadores, todos los que nos sentíamos parte de su vida y la echamos ya tanto de menos, mantendremos vivo su recuerdo, el de la cariñosa madre, atenta amiga y leal compañera de fatigas, de su mirada brillante, de su sonrisa.

*Gerente de la Cooperativa de Armadores de Vigo, ARVI