El beneficio ajustado de CaixaBank en el primer semestre de este año, sin incluir los extraordinarios por la integración de Bankia, fue de 1.278 millones, que es la referencia que se tendrá en cuenta para el reparto de un dividendo del 50% aprobado por el consejo de administración del grupo. La decisión se ha tomado después de que el Banco Central Europeo (BCE) decidiera levantar el veto al reparto de ganancias a partir del 1 de septiembre.

Hasta junio el beneficio neto fue de 4.181 millones de euros, que incluye la aportación de Bankia solo en el segundo trimestre, frente a los 205 millones de igual periodo de 2020. La integración supone una aportación positiva neta a efectos contables de 4.300 millones por el fondo negativo de comercio o badwill, y una negativa de 1.397 millones por el coste del proceso de reestructuración y otros gastos asociados a la integración.

El grupo ha puesto en marcha el mayor expediente de regulación de empleo (ERE) de la banca con un total de 6.452 salidas. El cupo previsto se ha cubierto, ya que hasta este viernes, cuando acaba el plazo para acogerse al ere, asciende a 7.900 personas, explicó el consejero delegado del grupo, Gonzalo Gortázar. Ahora el trabajo de este proceso, cuyo coste está previsto en 1.884 millones, será adecuar el número de bajas al de personas interesadas. En la presentación de resultados, Gortázar consideró “satisfactorio” el acuerdo para el ajuste laboral, que además de “necesario” ha sido “razonable”, ya que todas las salidas son voluntarias; y “responsable”, porque incluye un plan de acompañamiento, se homologan las condiciones de la plantilla de Bankia en cinco años y no se abandona la presencia en ninguna población.

A su juicio la entidad cuenta “con niveles muy confortables de capital y una excelente gestión del riesgo”, lo que le permite retomar como prioridad “una remuneración adecuada” para los más de 680.000 accionistas de la entidad, entre los que están la Fundación La Caixa, con un 30% y el FROB, el Estado, con el 16,1%.

Las ratios de solvencia de la entidad se han visto afectadas por la fusión y la ratio CET1, que mide la solvencia, se sitúa en el 12,9%, frente al 13,6% de diciembre, aunque por encima de lo previsto antes de la absorción de Bankia. En el primer trimestre se recoge el impacto extraordinario de la integración de Bankia. La ratio de morosidad se mantiene estable y se sitúa en el 3,6% y la ratio de cobertura, en el 64%.

El margen de intereses, 2.827 millones, se redujo el 2,3% respecto al mismo periodo de 2020. Este descenso se debe a la caída de los ingresos del crédito por la reducción de los tipos de interés, y al cambio de estructura de la cartera, con un mayor peso de los préstamos ICO y crédito al sector público, y una menor aportación de la financiación al consumos. En todo caso se ve compensada por las comisiones, con 1.640 millones, con un alza del 5,5% y los ingresos por dividendos en participadas, con 357 millones, con un alza del 71%. El grupo alcanza un volumen de negocio de más de 964.000 millones de euros.