La muerte de Alfonso Paz-Andrade nos ha conmocionado a todos los que formábamos parte de una generación, especialmente vinculada a la pesca y al mundo marítimo. Alfonso era portador de unos valores que había heredado de su padre, el inolvidable D. Valentín, que combinaba un intenso galleguismo abierto hacia el mundo, un amor por la cultura de nuestra tierra y una actividad empresarial moderna y visionaria. Alfonso supo continuar con éxito esta herencia y proyectarla en su vida profesional. Era ante todo una persona amable, cordial, tolerante y al que rara vez vi enfadado, entre otras cosas porque cuando lo estaba parecía diluir el enfado en su interior sin permitir que trascendiera hacia el exterior y sobre todo sin proyectarlo hacia otros. Alfonso fue un empresario culto y políglota en un tiempo donde estas habilidades no eran comunes y que gustaba además de jugar en equipo y tengo que decir que era un excelente conductor. Lo conocí desde hacía ya bastante tiempo y la pesca nos hacía coincidir frecuentemente y en muy contadas ocasiones discrepar, pero siempre cordialmente porque con Alfonso era imposible enfadarse. Pero además tuve la ocasión de trabajar directamente con él como miembro del comité ejecutivo de dos World Fishing Exhibitions donde todos los que formábamos parte de dichos comités tuvimos la oportunidad de experimentar su capacidad de dirigir con suavidad y destreza todo lo que había que hacer para hacer posibles esos eventos que pusieron en varias ocasiones a Vigo en el mundo empresarial internacional. La vida de las personas es una serie continuada de aciertos y desaciertos: todos experimentamos ambas cosas a lo largo de nuestras vidas y lo que importa es el saldo final. Alfonso hizo mucho por la pesca gallega y por la economía de Galicia en general, trajo varias veces la World Fishing a Vigo y en ocasiones económicamente muy difíciles y lo hacía movido por el gran amor que tenía hacia nuestra tierra a la que él, como su padre, quisieron servir desde la actividad empresarial. Eso lo vivimos con él los que estuvimos en algún momento involucrados en dichos eventos. Contribuyó a través de Pescanova en la internacionalización de la pesca gallega y la inversión modélica que se hizo en Mozambique lleva su marca indudable. Esta proyección internacional de la pesca es hoy algo común, pero Alfonso se contó entre los pioneros y marcó unas pautas en un momento en el que no había muchos referentes empresariales. La actuación de Pescanova en Mozambique es ejemplar como lo pudo demostrar en las inundaciones que tuvieron lugar en ese país hace algunos años. Galicia y Vigo le deben mucho a Alfonso y es de gentes de bien recordar en estos momentos todo lo bueno que hizo. Alfonso puso a Vigo en el punto de mira de las empresas pesqueras de muchos países y todo lo que movieron estas grandes exhibiciones facilitaron las que vinieron después; no podemos olvidar esto. Ha desaparecido un gran hombre, un referente empresarial y un ejemplo de un galleguismo acogedor, fraternal y abierto hacia el mundo y, sobre todo, ha desaparecido una bellísima persona. No sé que habrá en el otro mundo, pero si nos puede ver seguro que nos seguirá contemplando con espíritu protector porque Alfonso es de “Os bós e xenerosos”. Descansa en paz amigo.

*Exconselleiro de Pesca