Naturgy ha puesto en marcha un plan de bajas voluntarias para unas 1.000 personas en España, con una primera fase inicial de salidas voluntarias y pactadas. “La voluntad de la compañía siempre ha sido la negociación con la plantilla y ha estado y está en todo momento dispuesta al diálogo y colaboración con la representación sindical”, explican fuentes de Naturgy, que justifican esta nuevo ajuste laboral a la evolución del sector energético y a criterios de eficiencia y digitalización.

El plan de bajas, avanzado por Economía Digital, profundiza en la reducción de plantilla acometida ya en los últimos años. Según los datos recabados por la agencia EFE, la multinacional energética redujo su plantilla en un total de 9.399 personas en los cinco últimos años, de 2015 a 2020, debido a las desinversiones realizadas en algunos países y a desvinculaciones laborales pactadas con los empleados. Al cierre de 2015 Naturgy –entonces llamada Gas Natural Fenosa– sumaba 19.939 trabajadores, después de haber integrado a finales de 2014 a la compañía chilena CGE, en lo que supuso su mayor operación internacional, y cinco años más tarde la multinacional cerró 2020 con 10.540 empleados, según se desprende de sus informes financieros anuales.

Esa última cifra incluye aún a la plantilla de la chilena CGE, porque aún no se ha cerrado la venta de negocio de distribución de electricidad de esa filial de Naturgy, algo previsto para los próximos meses. No obstante, la propia multinacional calcula que su nómina, descontando ya el personal asociado al negocio vendido en Chile, se situará en torno a las 9.335 personas.

En el caso de España, la plantilla de Naturgy se redujo a lo largo del año pasado en 699 personas, de los 6.017 que tenía al acabar 2019 a un total de 5.318 empleados a finales de 2020, de forma que España sigue concentrando a la mayoría del personal.

En los últimos años, Naturgy ha puesto en marcha diversos planes de eficiencias que han facilitado salidas de personal pactadas, y también ha llevado a cabo externalizaciones de servicios, así como ventas de activos –entre ellas edificios corporativos– para hacer a la compañía cada vez más eficiente y ahorrar costes.

Se trata de una política iniciada hace tiempo, acelerada en la etapa de Rafael Villaseca como consejero delegado e intensificada aún más con Francisco Reynés como presidente.