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La moda de construir para alquilar despega en Galicia

Escaparate de una inmobiliaria en Vigo

Cuesta, pero de momento es aún posible encontrar una vivienda en alquiler por menos de 400 euros al mes en alguna de las principales localidades de Galicia. Estudios, pequeños apartamentos, de 40 metros cuadrado para abajo y solo una habitación. “Oportunidad”, destacan los anuncios de las inmobiliarias, en un mercado aparentemente inmune al coronavirus. Aspirar a dos cuartos no es apto para muchos bolsillos. El importe salta de los 600 euros y las pocas excepciones que quedan de menor coste aparecen en las afueras, sin muebles, ni garaje. Aunque una parte de los expertos llevan meses dando por hecho que en el corto y medio plazo los arrendamientos se abaratarán por culpa de la pandemia, la realidad es bastante distinta. En Galicia se firmaron menos contratos en 2020 porque una parte del año fue imposible salir de casa y, de hecho, la demanda volvió a crecer con fuerza a partir de la desescalada. También los precios. La cuantía media alcanzó los 438,9 euros tras un incremento del 4% respecto a 2019. Hay pocos activos en este momento más rentables que el alquiler de vivienda, lo que favorece el apetito de grandes fondos, constructoras e inversores locales por las promociones orientadas exclusivamente al arrendamiento –un fenómeno conocido en el sector por su denominación en inglés: build to rent– en la comunidad.

Es “una gran oportunidad”, dados esos niveles de rentabilidad y demanda, según Diego Esquer, director Comercial Advisory y Empresas en Gesvalt y delegado para la zona de Galicia. Lo que empezó en grandes urbes del país como Madrid y Barcelona desde 2019, “lo estamos viendo ya en Vigo, por ejemplo, ocupando un nicho en el que solo estaban las socimi”, explica Esquer, en referencia a las sociedades cotizadas que los grandes inversores del ladrillo crearon con las gangas del pinchazo de la burbuja. Ahora el revulsivo es otro. Entre el consumidor que no quiere o no puede comprar y el aumento exponencial de los hogares monoparentales, “los cambio sociales –añade– se han convertido en un elemento fundamental del mercado inmobiliario”.

Los alquileres sí dejan una recuperación en V en Galicia. Después de la estrepitosa caída de los contratos en los meses de confinamiento –en abril, coincidiendo con el cierre de toda actividad no esencial, el desplome superó el 80%–, los contratos iniciaron una remontada que deja el total del pasado ejercicio alrededor de los 28.600, como recoge el balance que acaba de publicar el Instituto Galego de Vivenda e Solo (IGVS). Son un 12% menos que en 2019, frente a la bajada del 19% en la compraventa de viviendas hasta octubre. Mientras que los contratos de arrendamiento inferiores a 400 euros descienden alrededor de un 20%, los de 600 a 700 euros aumentaron casi un 12%, un 24% los de 800 a 900 y casi un 38% los de 900 a 1.000 euros al mes. El encarecimiento es especialmente fuerte en los concellos más poblados, por encima del 5% en Vigo, A Coruña –donde la media escala a los 521 y los 530 euros, respectivamente–, Pontevedra y Santiago.

“Una vivienda con dos habitaciones en el centro de Vigo que estaba a entre 700 y 750 euros hace dos años en la actualidad ronda los 850-900 euros”, detalla Esquer, que atribuye el acelerón de precios “a la falta de oferta ante la cantidad de demanda que hay”. “Seguirán subiendo”, pronostica, incentivados, al igual que las compraventas, “por el tirón de las zonas menos pobladas, cerca de la costa y la búsqueda de viviendas unifamiliares y con terraza” por el efecto confinamiento.

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