El anuncio de conversaciones de fusión entre CaixaBank y Bankia causó pronto discrepancias entre dirigentes del PSOE y de Podemos, los dos socios del Gobierno. Las explicaciones más claras por parte de la formación morada fueron las de Nacho Álvarez, secretario de Estado de Derechos Sociales y responsable de economía de la formación, que a través de Twitter habló de "noticia preocupante". Por el contrario, el líder del PSC, Miquel Iceta, dijo ver el movimiento con "simpatía" porque él es partidario de la "cooperación" y de "construir entre todos para tener proyectos de envergadura". También al PP le agrada la operación.

La posición de Podemos siempre ha sido el apoyo a la creación de una banca pública potente y en competencia con el resto de entidades del sector. En ese modelo, Bankia debía haber sido la semilla para crear esa alternativa pública. En este contexto, Álvarez aseguró que si la fusión se concreta, supondrá una profundización en la concentración del sector bancario y tendrá un impacto negativo en el empleo.

Según el dirigente podemista, el Estado "no debe abandonar su participación en el capital, reprivatizando la entidad", en alusión a Bankia, que, recordó Álvarez, fue saneada gracias a 24.000 millones de euros públicos. En la misma línea, Anticapitalistas y Más País, formaciones escindidas de Podemos, exigieron al Gobierno que evite la "privatización encubierta" de Bankia, e incidieron igualmente en su rescate con dinero público.