No han dado las once de la mañana en Hijos de J. Barreras. La actividad es escasa un día más, con poco más de un centenar de operarios a bordo de un imponente crucero, el Evrima, que hasta hace dos semanas era un trajín. Ayer eran los pañoles, y no el barco, los que concitaban el ajetreo. "Con papeleo, moviendo y llevando cosas". Al volante de un Audi A3 oscuro entra un hombre enjuto de gafas de pasta redondas y pelo claro, desplazado en Vigo desde hace semanas. Es Douglas Doug Prothero, mandamás, a efectos prácticos, en el mayor astillero privado de España y cara visible de la naviera The Ritz-Carlton Yacht Collection. Con él viaja el hombre fuerte de Oaktree Capital Management, Andreas Krämer, director general de un coloso financiero que gestiona 110.000 millones de euros en activos. Si prosperan las negociaciones, tal y como auguran fuentes del accionariado de Barreras, Krämer pronto tendrá que hacer hueco en Oaktree a un segmento de actividad en el que nunca habían incurrido: la construcción naval. Con el crucero prácticamente paralizado, el astillero en preconcurso y la losa de la fecha del viaje inaugural (14 de junio de 2020), hay prisa. "Las reuniones serán continuas, diarias, para cerrarlo todo esta semana", agregan las mismas fuentes.
Las oficinas del astillero acogieron ayer el segundo consejo en solo cinco días, precisamente con el objetivo de allanar el desembarco de los fondos de Oaktree en el capital de Barreras y cubrir de forma interina las vacantes en la alta dirección. Los contactos con la Xunta se han mantenido, pero todavía no existen certezas ni de "garantía de permanencia" en el accionariado ni de que se blinde toda la cartera de pedidos del astillero, que ronda los 950 millones de euros. Los requisitos del Ejecutivo gallego y Pymar fueron firmes: una "solución integral" para la empresa y las auxiliares, atrapadas en sobrecostes millonarios y un cisma accionarial. Por eso, y aunque cristalicen las negociaciones, ello no implica que el pacto final cuente con el beneplácito necesario de Xunta y patronal de astilleros. "Se continuará el sábado, aunque sea festivo", indican desde el entorno de la compañía sobre la transacción.
La continuidad de las empresas de Grupo Emenasa en los proyectos contratados por Barreras ha hecho que los intereses de José García Costas también confluyan con los de Ritz, aunque hubiese sido la naviera quien forzó su cese como presidente. Si no hay acuerdo las auxiliares de Costas tampoco cobran; si se llega a un concurso, que se deberá declarar el 2 de febrero si antes no hay pacto, también se enfrentan a fuertes quitas. Es la necesidad común de muchas partes enfrentadas.
"Aunque nos pongamos en un escenario de acuerdo inminente, existirán unos trámites muy complejos para la ampliación de las garantías y la reestructuración del esquema de financiación", apostilla un experto jurídico, bregado en tax lease. "Este sistema reporta al armador una rebaja de entre el 25 y el 30% del coste del barco. El sobrecoste del barco, hechos los cambios pertinentes, lo normal es que se reduzca también en el mismo importe". Fuentes próximas a Barreras y a la banca mantienen un importe de entre 50 y 60 millones de euros de desviación sobre el presupuesto hasta la fecha; más de la mitad, mantiene la antigua cúpula, es imputable a los continuos cambios de proyecto planteados por Ritz-Carlton. La armadora, como ayer incidió este periódico, está dispuesta a asumir parte de ese sobreprecio.
Sin tiempo
"Si el parón en el barco es de un mes al final sumas dos meses de retraso, porque volver a arrancar es complicado. No es llamar a las auxiliares y empezar inmediatamente", expone un empresario de la industria auxiliar, que compara este impasse con el que ya se produjo en Factorías Vulcano durante la construcción del ferri Villa de Teror. "Hay que comprar el material, reorganizar el personal, llevar las herramientas o reinstalar maquinaria. Un retraso de tres meses es impensable, no podemos aguardar más". Máxime cuando 800 operarios, como ayer publicó FARO, se han ido al paro. Dada la situación de preconcurso de acreedores, y teniendo en cuenta que las subcontratas no entrarán a trabajar sin anticipos, Ritz necesita incluir en el acuerdo los impagos del proyecto Havila, con dos cruceros paralizados desde el 5 de julio. "Su intención es rematar los barcos en Vigo, pero necesitan garantías", exponen fuentes consultadas del sector en Noruega. Las han pedido a Oaktree; garantía sobre cada hito de construcción con compromiso de reembolso en caso de incumplimiento. La armadora nórdica ya cuenta con un retraso en la entrega de seis meses para los buques Pollux y Polaris, presupuestados de inicio en 300 millones de euros pero que tendrán que ser alargados por defectos de diseño (error de una empresa de la propia Havila).
