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Galicia se encamina a un mínimo histórico en la quema de carbón para producir electricidad

-Ronda el 2% de la generación en mayo y junio en España -Meirama está "apagada" desde febrero y As Pontes desde abril

Simón Espinosa

Las vacaciones y la sostenibilidad energética tienen un concepto muy diferente sobre el buen tiempo. El verano es la peor época para las renovables. Escasea el agua y el viento sopla menos, especialmente durante episodios extremos de calor como los que acaba de pasar casi todo el país. Por eso el carbón no suele cogerse unos días de descanso. Menos en este 2019. Su aportación a la producción de electricidad en la primera mitad del año se sitúa por debajo del 7%. En mayo fue de solo el 2,3% y un 2,5% en junio, nada que ver con el 12% que superó en los mismos meses del pasado ejercicio. La actividad de las térmicas es prácticamente nula, está en mínimos históricos por el elevado coste de su funcionamiento ante el encarecimiento de la materia prima y la disparada cotización de los derechos de emisión de dióxido de carbono (CO2), que ya en 2018 agotaron el margen de maniobra de las instalaciones. Las dos centrales gallegas están en modo reposo y todo apunta a que las cosas no cambiarán nada o casi nada de aquí a diciembre.

De las comunidades solo hay balances eléctricos actualizados hasta marzo. La producción en Galicia alcanzó los 7.502 gigavatios hora (GWh), según Red Eléctrica de España (REE). Es un 16% menos que durante el primer trimestre del año pasado, cuando superó los 8.900 GWh. Ya a esas alturas del ejercicio las térmicas gallegas pisaron el freno. Naturgy confirma que Meirama "está parada desde mediados de febrero". Y se nota en la generación del trimestre: el carbón cayó casi un 13%, hasta los 1.998 GWh, convirtiéndose en la tercera fuente de electricidad. Habitualmente es la primera.

"Los precios internacionales del carbón y del CO2 marcan la escasa competitividad de este tipo de plantas para el sistema frente a otras considerablemente más baratas", explican fuentes de la compañía, que hizo oficial a principios de año su decisión de no reformar la central para adaptarse a los nuevos criterios de emisiones industriales fijados por la Unión Europea y, por tanto, deberá echar el cierre antes de julio del próximo 2020.

El acelerón en la transición energética pilla a As Pontes en plenas obras. Es la joya de la corona del carbón en España, la térmica de más potencia: 1.468 megavatios (MW). Endesa sí invertirá los 220 millones de euros que necesita su complejo para reducir un 80% las emisiones de dióxido de azufre y un 60% las de óxidos de nitrógeno. El apagado en su caso comenzó en abril y solo uno de los cuatro grupos de producción que la integran funcionó "una semana en junio". Frente a una previsión de 3.000 GWh, la central se queda con 2.000. También Endesa achaca la situación al coste del carbón y, especialmente, los derechos de CO2, sin olvidar la reactivación de la tasa de generación eléctrica que grava con un 7% la producción. Ni aunque volviera a paralizarse el impuesto, creen los expertos consultados, es probable que el carbón gane peso en el mix de generación.

El precio del CO2 cerró la sesión de ayer a 26,48 euros y la media anual roza los 24 euros, lo que supone un incremento del 53% respecto al coste que rondó en 2018 (15,7 euros), un año en el que ya sufrió una vertiginosa subida del 172%. La factura por las emisiones contaminantes rondó los 200 millones de euros para la industria gallega, incluidas las dos térmicas.

La eólica lideró hasta marzo la producción eléctrica gallega (2.259 GWh), a pesar de un descenso del 17% en comparación con el primer trimestre de 2018. La bajada en la hidráulica llegó al 26,5% (2.234,7 GWh). La caída de las dos y del carbón fue compensada en parte por los ciclos combinados de gas, donde la actividad se disparó un 225% (179,7 GWh).

El otro dato clave del balance trimestral es la demanda. Está en números rojos, como ya adelantó FARO, lo que explica también que la generación total esté en retirada. El consumo de electricidad en Galicia bajó prácticamente un 10%, arrastrado, entre otras razones, por la paralización de plantas electrointensivas, especialmente la de Alcoa.

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