Casi 6.500 trenes han sufrido retrasos en los últimos cinco años por culpa de los robos de materiales de cobre, aluminio y fibra óptica, lo que ha provocado una pérdida de más de 29 millones de euros para el Estado. Según el informe de ADIF, desde 2014 y hasta abril de este año se han producido 2.561 robos de conductores eléctricos, tanto en los servicios ferroviarios generales como en los de alta velocidad.