El esqueleto de este salto hacia una economía descarbonizada está en el sistema eléctrico, que en 2050 se abastecerá exclusivamente de fuentes limpias. El pasado 2017, un periodo lastrado por la falta de agua y el impacto en la producción hidroeléctrica, las renovables aportaron solo el 31,5% de toda la generación, aunque en años con meteorología menos adversa, como 2014, llegó a superar incluso el 40%.

Para conseguirlo, el borrador de la ley de cambio climático y transición energética contempla la convocatoria entre 2020 y 2030 de subastas de potencia de tecnologías verdes que permitan sacar cada año 3.000 megavatios (MW) en nuevas instalaciones, como ha ocurrido en las dos recientes pujas con las que España aspira a cumplir los objetivos europeos de consumo renovable en 2020.

Galicia es una de las comunidades con mayor potencial para aprovechar esta nueva oleada de potencia. Fue en 2017 la tercera región con más producción eléctrica limpia y su aportación al conjunto del país rozó el 13%.