La normativa de homologación de vehículos dará un vuelco en septiembre tras haberse mantenido invariable durante 37 años. Bajo este nuevo protocolo , la duración de estas pruebas de las que se extraen, entre otras cosas, los registros de emisiones de CO2 o de consumo de combustible se prolongarán durante diez minutos más que hasta ahora. En concreto, pasarán de los 20 a los 30 minutos.

También se incrementará la exigencia de estos exámenes. Las pruebas pasarán de poner los vehículos a una velocidad máxima de 120 kilómetros por hora a hacerlo a 131 kilómetros por hora. Además, la velocidad media durante estos test se elevará desde los 34 hasta los 46,5 kilómetros por hora e incluirá movimientos de aceleración y de frenada más fuertes.

Cambiará el tipo de conducción durante los test para hacerlos más acordes a las situaciones que se dan en la realidad, pero también las condiciones a nivel de temperatura en el laboratio en el que se realizan las pruebas. Esta podrá reducirse desde los 20º hasta los 14º -más desfavorables-, lo que añadirá un grado más a la dureza de estos exámenes.

De esta forma, un mismo vehículo que realice las pruebas el 31 de agosto (bajo el anterior protocolo de emisiones) y el 1 de septiembre (con el nuevo) verá cómo sus registros de emisiones y de consumo varían signifivativamente (a peor) pese a que las características del automóvil no hayan variado de un día para otro.