El coste en pensiones aumenta en torno a 300 millones de euros anuales en Galicia; cada ejercicio se jubilan unas 40.000 personas -más de las que fallecen-, y, a excepción de 2011, las pagas siempre se han revalorizado. En un escenario ideal este importe habría de compensarse con las cotizaciones de los que están trabajando, sobre todo en un contexto -el actual- de recuperación de la economía y el mercado laboral. Pero no es el caso; el envejecimiento, el éxodo juvenil y, sobre todo, la precarización del empleo hacen de dique para que ese panorama sea siquiera una posibilidad remota. En el año 2012 el Fisco recaudó hasta abril en Galicia 1.090 millones de euros en concepto de IRPF, por las cotizaciones de los afiliados. Es prácticamente la misma cantidad que entre enero y abril de 2018, cuando ingresó 1.082,5 millones. ¿Cuál es la diferencia? Que hace seis años Galicia tenía 50.000 cotizantes menos.

Estos datos, de la Agencia Tributaria y la Seguridad Social, son una foto fija de cómo se ha deteriorado el mercado de trabajo. El salario solo mejora en parte de los ocupados, sobre todo los indefinidos que mantienen cláusulas activas de antigüedad por convenio, y los ingresos por IRPF no arrancan por la mala calidad del nuevo empleo. Por ejemplo, antes de que la comunidad atisbase siquiera el crac del ladrillo (2008) los jóvenes de entre 18 y 25 años cobraban al año más de 8.600 euros (a razón de 720 euros mensuales, si se hace una media); hoy apenas rozan los 6.300 euros (525 euros, un 30% menos). Es cierto que entonces era un colectivo que se entregó a empleos de baja cualificación y muy intensivos en mano de obra. Pero si se amplía este ejemplo a los empleados de entre 26 y 35 años -y en este caso la mitad tienen ya estudios superiores, de acuerdo al INE-, la situación se repite. Hace diez años ingresaban de media 15.490 euros anuales, un 10% más que a día de hoy. Y, por cierto, ahora hay unos 100.000 cotizantes menos de esa edad que en 2008.

Los sectores

Los economistas atribuyen habitualmente este vuelco a dos circunstancias: la precarización laboral y la llamada terciarización. En comparación con 2012, cuando la recaudación fue igual que en el arranque del ejercicio en curso, el empleo a tiempo parcial -sobre todo de mujeres- ha crecido en 15.000 personas en Galicia, y los contratos temporales otro 20%. De nuevo y en comparación con hace seis años, el empleo industrial no se ha recuperado por completo (faltan un millar de ocupados para lograrlo), pero el sector servicios ha ganado 17.000 trabajadores. "La crisis económica y la posterior recuperación del empleo han provocado un cambio en la estructura productiva de la economía española, con un menor peso de la industria y construcción y mayor de los servicios", ha destacado para Funcas Daniel Fernández Kranz, del IE Business School. El servicios es, de acuerdo a datos oficiales, el que paga las nóminas más bajas y el menos productivo.

Esta tendencia se traduce en una circunstancia llamativa: un tercio de los empleados cobra de media menos que los pensionistas, que además en Galicia perciben las segundas pagas más bajas de España (solo por detrás de las de Extremadura). En la comunidad, y con los últimos datos de renta disponibles (2016), más de 300.000 cotizantes declararon ingresos inferiores a 11.000 euros anuales, que es el umbral promedio de los mayores que perciben una prestación. Es una circunstancia que no solo trepana la salud de la caja única de la Seguridad Social, sino que amenaza con lastrar la calidad de vida de los futuros pensionistas gallegos.