Con un párrafo de diez líneas se acaba la historia del astillero MCíes, que escribió las primeras palabras de un diario forjado en acero en 1977. La compañía solicitó el concurso voluntario en agosto del año 2009 por severos problemas de liquidez, que acabaron por resultar fatales pese a una intentona de un grupo de empleados por hacerse con la firma. Lo intentó también el empresario vigués Urbano Alonso, pero MCíes resbaló hacia la liquidación sin que nadie hiciera encallar el desastre.

Pese a que todo el sector conoce la "desaparición operativa" de la empresa, como la calificó ayer el portavoz de Asime, Enrique Mallón, no fue hasta este martes cuando el Boletín Oficial del Registro Mercantil (Borme) publicó el auto de extinción de la empresa. "Proceso concursal firme. Auto de conclusión del concurso, inexistencia de bienes", reza el texto. La resolución se adoptó, de acuerdo con la publicación oficial, el 22 de febrero. No se consumó hasta ayer, que se plasmó en papel.

"Un proceso de liquidación puede demorarse meses o años, a veces por circunstancias que a priori no tienen mayor relevancia pero sí que dificultan los trámites", explicó Mallón a preguntas de este diario.

Único cierre

Hasta hoy es el único astillero vigués que se ha visto obligado a cerrar sus puertas tras la entrada en concurso de acreedores. Tenía algo más de 80 trabajadores. La subasta en lotes de sus bienes frustró su relanzamiento. Sus instalaciones principales se las quedó Metalships, y el taller de reparaciones fue para la empresa Teolindo.