Gándara Censa había logrado enderezar su rumbo a principios de la pasada década después de años de altibajos y después de haber sido literalmente" rescatada"por sus trabajadores. La calderera de Porriño, antes Santaz Censa,formaba parte del grupo FactoríasVulcano, que se deshizo de ella en el año 2000 en medio de una crisis del astillero vigués.

Fue la plantilla, un año después, la que cogió las riendas de la firma, con la constitución de una SAL (Sociedad Anónima Laboral), Gándara Censa, asumiendo una deuda entonces con el Estado de 2.000 millones de las antiguas pesetas (12 millones de euros). Santaz Censa, ubicada en As Gándaras de Budiño, se fundó originalmente en 1987 con un capital social de 10 millones de pesetas, pero no fue hasta 1998 cuando inició su actividad industrial, después de que los trabajadores superaran una serie de dificultades tras ser abandonados por una empresa anterior, Duro Felguera, y hubieran accedido a la propiedad de las instalaciones. Posteriormente, Vulcano había adquirido el 100% del capital por 240 millones de pesetas.

Tras la salida de Vulcano, los trabajadores dirigieron la empresa en solitario hasta 2004. Entonces,Inverhismex (51%),la consultora CIP (25%) y la empresa compostelana Puentes y Calzadas (17%) se hicieron con el control de la calderera.El 7% quedó en manos de socios minoritarios. Es en esta etapa cuando la empresa, especializada en grandes estructuras metálicas, vive sus años de mayor esplendor y proyección internacional.

Más recientemente, en 2009, Puentes y Calzadas cedió su participación minoritaria en Gándara Censa a Inverhismex, sociedad controlada por Carlos Mouriño, que pasó a ser el accionista mayoritario con el 65% de los títulos.