La familia de José Antonio García Álvarez, el marinero de Oia que desde hace una década reside en Valga, donde se casó, no quiso hacer declaraciones públicas ni apareció en los medios de comunicación durante el secuestro del Alakrana. Ayer, tras conocer su liberación, la esposa del marinero también se mostró muy parca en palabras, “pues realmente es él, cuando regrese, el que si quiere tiene que hablar y contar todo lo que sufrió mientras estuvo secuestrado”.

Maricarmen, como así se llama la esposa de José Antonio García, con quien tiene un hijo de 16 años, no quiso fotos ni celebraciones públicas. “Ahora es momento de esperar a que regrese”, se limitaba a decir. Poco más quiso contar, salvo destacar el papel jugado por la empresa armadora y el Estado central, “que nos ayudaron mucho”. A esto añadió que ella y los suyos están ahora “más tranquilos y contentos, después de haberlo pasado francamente mal”.

José María Bello Maneiro, el alcalde conservador de Valga, se hace eco de “la satisfacción y alegría de la familia, pero también de todo el pueblo”. Dice el regidor que “el resultado final es muy positivo y satisfactorio, pues la misión era liberarlos a todos sanos y salvos, y se ha logrado. Antes de valorar la actuación del Estado hay que reflexionar, ahora sólo cabe felicitarnos todos”.

Boiro

Por otra parte, el marinero de Boiro Manuel Antonio Pérez, electricista en el “Alakrana”, adelgazó 6 kilos durante su cautiverio. Así se lo explicó a su esposa, Mónica, en conversación telefónica mantenida ayer, a las 14.30 horas. “Me dice que están bien y que lo único que desean es regresar a casa cuanto antes”, dijo, para añadir: “Cuando peor lo pasé fue el fatídico jueves cuándo me dijeron que habían llevado a mi marido a tierra”. Su hermana también mostró la felicidad de los allegados:“Sólo deseo que ninguna otra familia padezca nunca lo mismo que nosotros”.