Un marino de 71 años mira desde el muelle de Vigo la salida hacia Noruega de una de las tres parejas de arrastreros que quedan de lo que fue la potente flota bacaladera española.

"Estás viendo el finiquito; porque esto en pocos años se acaba", musita el hombre, con miles de horas de mar reflejadas en el rostro. Es Lázaro Larzábal quien habla, el patrón de pesca más veterano de un sector que no duda en calificar como "especie en extinción". Le acompaña su "compadre" y también veterano "pesca" vigués Jorge Lorenzo. Ambos están jubilados y, pese a ello, cada año renuncian a tal condición para acudir a la marea anual en las gélidas aguas nórdicas, las únicas en las que ya los bacaladeros españoles pueden faenar. Lorenzo siente que "es lamentable" la muerte "segura" de esta "armada invencible".

Los datos parecen darle la razón a ambos porque es un hecho la continua merma que ha sufrido el sector, en buques, tripulantes, factorías y caladeros.

Lázaro y Jorge, que han llegado a descargar en los tiempos dorados del sector más bacalao en dos mareas -en 1968 Larzábal desembarcó 2.453 toneladas de bacalao en una marea y 1.000 en la segunda y Jorge recuerda una descarga en 1974 de 1.198 toneladas de bacalao salado, - que el cupo total que en la actualidad tiene la flota española en las aguas exclusivas de noruega y que se sitúa en menos de 3.000 toneladas.

Los patrones dan datos. Hace treinta años, la flota bacaladera nacional estaba compuesta por 76 parejas y una docena de bous (buques que operan en solitario). En la actualidad, la misma flota se ha visto reducida a tres parejas y cuatro bous, es decir, una decena de barcos.

La merma en tripulaciones es también llamativa: de más de 3.500 hombres enrolados se ha pasado a los doscientos de la actualidad. Las factorías de procesado y secado en tierra prácticamente han desaparecido e incluso es difícil encontrar manos femeninas para clasificar el salado. "En pocos años quedará una pareja como mucho; esto se acabó", sentencian.

En el origen de tal situación están la pérdida de caladeros y las reducciones de cuota que ha padecido el sector.

Caladeros

Si hace unas pocas décadas los bacaladeros españoles faenaban por todo el Hemisferio Norte, desde Boston hasta Rusia y casi el Polo Norte, en busca del bacalao del Gran Banco de Terranova, de Groenlandia o de Barents, las restricciones y moratorias la confinan ahora a la zona económica exclusiva de Noruega y a Svalbard, donde cada año han de repartirse poco más de 7.000 toneladas de bacalao, de un TAC total de 300.000 toneladas total, "de las que 280.000 las explotan Noruega y Rusia de forma individual o en empresas mixtas".

Así, en paralelo con la merma sufrida por la flota española y también por la comunitaria, las de Noruega y Rusia "se han multiplicado de forma espectacular en el mismo período hasta los doscientos barcos noruegos y muchos más rusos", relatan.