El pequeño Agustín, hijo de Agustín Olveira, marinero de Porto do Son, se saltó ayer el colegio para despedir a su padre. "Siempre que marcha y que vuelve del mar venimos", explicaba la madre. El niño, reservado, respondía con un "no" tajante cuando se le preguntaba si se veía embarcado de mayor.

Tampoco quiso saber nada del mar el hijo de José Agustín Rivas, de Cabo de Cruz, Boiro. Lo contaba su mujer, Concepción Río, mientras esperaban la partida. "Mi hijo nunca quiso saber nada del mar, ni siquiera viendo el dinero que su padre traía a casa", explicaba la mujer, apenada por el declive de la flota bacaladera, que su marido entiende que "se acaba, porque cada vez va a menos la cuota". La mujer recordaba con pena "cuántas casas se hicieron y cuántos hijos se criaron gracias al bacalao".

Muy cerca de ellos, una joven despedía llorosa a su marido y dos chavales hacían lo propio con su padre y miraban la salida de los barcos en silencio.

De lo ocurrido el año pasado, mejor ni pensar. "No vamos con ningún miedo y este año va a ser tranquilo", decía José Agustín. Su mujer apostillaba que "más vale así, que lo pasaron muy mal".

En la despedida, el consejo del veterano "pesca" Jorge Lorenzo. "Ojito con la mar, que es traicionera como una mujer".