El mundo de la propiedad industrial e intelectual tiene un referente en España en Clarke, Modet & Cº, una empresa de capital totalmente español y con 126 años de actividad, que preside Iganacio Gómez Acebo. Su actividad abarca, entre otras especializaciones, la tramitación de los expedientes necesarios para la protección y defensa de los activos intelectuales de una empresa: patentes, marcas, denominaciones de origen, dominios de Internet o derechos de autor. La firma cuenta con oficinas en toda España, entre ellas una en Vigo, además de varios países de Latinoamérica, Portugal y Estados Unidos. Su director general es Alejandro Klecker, un madrileño que disfruta de sus vacaciones veraniegas en Baiona.

-¿Cuál es el panorama del registro de marcas y patentes en la comunidad gallega?

-Los inventos registrados en Galicia en 2004 fueron 222 frente a los 5.648 del conjunto de España, lo que supone el 4% del total nacional y la sitúa en la séptima comunidad por invenciones. En cuanto a las marcas, el pasado año se incluyeron un total de 2.343, el 4,4% de las 52.718 de todo el país. También se registraron en la comunidad 110 patentes de un total de 2.864, el 3,8%.

-El registro de patentes es un importante valor añadido para la economía de un país. ¿Cuál es la posición de España en relación a otros países industrializados?

-Nos encontramos muy por debajo. España paga cantidades ingentes de dinero por royalties a terceros países, fundamentalmente a Estados Unidos y Japón. Sólo tenemos que ver las marcas que utilizamos diariamente y casi todas son extranjeras. Los americanos blindan todas su marcas y patentes y esto hace que el 6% de su Producto Interior Bruto provenga del pago de royalties. Todo esta protección está muy descuidada en España, sobre todo en lo que se refiere a las pequeñas y medianas empresas. En 2003 se solicitaron en España 5.000 patentes, frente a las 33.000 de Francia, 80.000 de Alemania o las 200.000 de Estados Unidos. Casi el 10% del déficit de nuestra balanza comercial corresponde al pago de royalties.

-¿Se preocupa el empresario gallego de defender su innovaciones tecnológicas y sus marcas?

-Inditex, Roberto Verino, Adolfo Domínguez, Televés, Calvo o Albo, son algunos ejemplos de cómo la marca se convierte en uno de los principales valores intangibles de estas empresas. Esta necesidad no se ve por parte de las pymes y para su consolidación es una fase fundamental.

-¿Resulta muy caro registrar una marca o patente?

-Para una empresa es muy poco dinero, unos 350 euros para una patente sólo para España y unos 1.000 euros para una internacional. Lo curioso es que el empresariado gallego escatima este gasto y sin embargo no le importa pagar 600 euros en una mariscada a sus proveedores o clientes. En una economía cada vez más competitiva y globalizada, el empresario que va a tener éxito es aquel que tiene marcas de peso.

- ¿Por qué se le presta tan poca atención a la propiedad industrial e intelectual?

-Es una cuestión de cultura. En las facultades de Derecho o Económicas se tratan estas cuestiones muy de pasada, son asignaturas marías. Cuando estos licenciados llegan al mundo de la empresa no son conscientes de la importancia que tiene para el futuro de la empresa la salvaguarda de estos activos que suponen las innovaciones o las marcas.

-Se da la circunstancia de que las administraciones subvencionan proyectos de investigación que ya están patentados...

-Sí, esto ocurre con frecuencia. Muchas empresas destinan grandes cantidades de dinero y recursos a la investigación y desarrollo en proyectos que ya se han realizado. En Europa se malgastan 34.000 millones de euros en investigar productos ya patentados, algo que se podría evitar con un sencillo proyecto de investigación previa y asistencia tecnológica. Las administraciones públicas conceden ayudas y subvenciones para I+D, sin exigir a las empresas o instituciones que los solicitan un informe que garantice que lo que se va a desarrollar está sin patentar o que no haya sido diseñado por otra compañía.