¿Por quién se llenan los teatros?

“Un médico na aldea” llena, función tras función, el patio de butacas con público deseoso de reencontrar o descubrir al alcalde, humanista y, sobre todo, “médico dos pobres”

Gonzalo Valcárcel interpreta a Reimóndez Portela.

Gonzalo Valcárcel interpreta a Reimóndez Portela. / ANa Cela

Ana Cela

Ana Cela

No tuve la suerte de conocer a Manuel Reimóndez Portela, pero sí de descubrirlo a través de su hijo, Luis Reimóndez Fernández, y de completar su retrato con las historias y recuerdos que atesoran muchísimos estradenses. Supe pronto que se le bautizó como el “médico dos pobres”, por aquello de unir su ejercicio profesional a su bonhomía, y que estaba dotado con esa pasión por descubrir y aprender que es tan propia de los humanistas. Era, además, un filántropo, de esos que practican su religión a pie de pista y con todos los que le rodean, sin distinción; que saben ponerse a la altura de un erudito sin bajar la cabeza y que no la levantan, tampoco, cuando toca enfrente alguien mucho menos instruido. Manuel Reimóndez Portela fue y es el médico de San Miguel de Castro, afable alcalde de A Estrada y también el hombre por el que hoy se llenan los teatros, función tras función, cuando sobre el escenario se representa la que también fue su vida y obra, Un médico na aldea.

Tequexetéldere bailando y Rosa de Cabanas, ilustrando en directo.

Tequexetéldere bailando y Rosa de Cabanas, ilustrando en directo. / ANa Cela

La obra lo tiene todo. La música en directo y el baile te transportan a la algarabía de una parroquia de Castro en fiestas, mientras Rosa de Cabanas va trazando en pantalla grande el viaje –espacial y temporal– con sus ilustraciones en directo. Tequexetéldere y la Escola Municipal de Artes Escénicas fusionan su saber hacer en un homenaje a la altura del personaje, dibujando su carácter sencillo, su entrega profesional y su dimensión humana.

Fran Campos encarna al joven médico rural.

Fran Campos encarna al joven médico rural. / ANa Cela

No falta el humor ni tampoco un final que emociona, del que Luis Reimóndez, al que también se brinda un amoroso tributo con este musical, estaría muy orgulloso. El trabajo que este elenco viene haciendo desde que la obra se estrenó en Braga y a través de las cinco funciones ofrecidas hasta ahora –todas ellas con un lleno absoluto en el Teatro Principal– es de nota. Y el público se la pone con cada aplauso. Hasta la duración de la pieza es de lo más acertado, haciendo que te levantes de la butaca satisfecha. No te hubiesen molestado unos minutos más, pero tampoco echas nada en falta. Es la dosis justa de espectáculo para que sientas que el homenaje se ha cumplido.

El estradense Manuel 
Reimóndez Portela.

El estradense Manuel Reimóndez Portela. / ANa Cela

¿Por quién se llenan los teatros? ¿Qué figura es la que motiva tanto cariño y reconocimiento? Pues lo cierto es que parece encarnarse cuando se descubre lo bien caracterizado que sale y se maneja en escena el actor estradense Gonzalo Valcárcel. Por un momento, casi hay que cerrar los ojos varias veces para no pensar que el subconsciente está de broma al proyectar la imagen que se ha construido tras ver muchas fotografías de Manuel Reimóndez Portela a lo largo de los años.

¿Qué era mejor, médico o político? Se lo pregunté un día, sin ánimo de ser mínimamente original, a Luis Reimóndez, justo cuando se cumplían 20 años del fallecimiento del médico. “No lo sé. Sé que era buen padre”, me respondió. Él conocía más facetas de Reimóndez Portela que quienes dicen de él que era alcalde, humanista, historiador, etnógrafo, escritor… Que quienes lo bautizaron como médico “de aldea”, “de pobres” o, simplemente, como “o médico de San Miguel”. Lo que está claro es que ha dejado en el municipio una huella profunda e indeleble, además de un legado que le recordará por siempre.

Manuel Reimóndez Portela habría cumplido tal día como ayer 108 años. Nació en San Miguel de Castro un 26 de marzo de 1916. Inició la carrera de Medicina un año antes del estallido de la Guerra Civil. En unos apuntes sobre su biografía, el escritor Olimpio Arca relata que se incorporó a filas en 1937, pasando a atender, desde el grupo de Sanidad Militar, a los heridos en los frentes de León, Teruel, Extremadura y Guadalajara. En 1939 se licenció en Oviedo y retomó sus estudios de Medicina en Santiago. En 1941 logra plaza de alumno interno en Patología Médica.

Reimóndez tenía en su mano la posibilidad de abrir consulta en cualquier ciudad. Sin embargo, no dudó en poner todo lo que había aprendido en sus años de formación al servicio de los vecinos de la parroquia en la que vino al mundo. Y en esta faceta lo describe la obra que él mismo escribió y cuya adaptación a la interpretación teatral está haciendo que se cuelgue el cartel de “no quedan entradas” función tras función.

Reimóndez se desplazaba caminando, a caballo o en moto allí donde el paciente lo necesitase, cruzando incluso el Ulla en barcaza y sin apearse de su yegua. En Un médico na aldea se refleja a la perfección esta dimensión de entrega a la profesión y a quien de ella necesita. “Non teño dúbida da importancia, e incluso da necesidade, de deixar reflectida a vida anecdótica dun traballo médico cotián que, segundo entendo, debería ser exposta por outros moitos compañeros para obtener un corpus da auténtica historia das andainas dos médicos coa súa medicina polas aldeas galegas”, dijo el propio Reimóndez Portela del libro que inspira este exitoso musical.

Su consulta no tardaría en quedarse pequeña para quienes buscaban remedio para el cuerpo y salían también, muchas veces, con cura para el espíritu. En 1960 Reimóndez alcanzó el título de Doctor en Medicina y Cirugía y en 1966 el de especialista en Aparato Digestivo.

Sin embargo, la Medicina no saciaba toda la sed de saber que tenía Portela. Ni muchísimo menos. A él le interesaba todo, cada piedra y rincón de A Estrada. Recorrió el municipio de cabo a rabo y en 1976 publicó su mítica Guía Turística de A Estrada. De sus 12 años de peregrinación por cada lugar estradense surgió en 1990 su obra A Estrada Rural.

Con un arraigado sentimiento galeguista, en 1978 presidió el anteproyecto del Estatuto de Galicia, conocido como O Estatuto dos 16. La política local llamó a su puerta en 1983, siendo hasta 1987 alcalde de A Estrada. Impulsó, entre otras muchas iniciativas, la Festa do Salmón o el Museo do Pobo Estradense que lleva su nombre. Perteneció a la Fundación Castelao, la Fundación Xosé Neira Vilas o a Fillos e Amigos da Estrada. Su nombre bautiza también el Premio Periodístico de A Estrada. En su haber figuran multitud de méritos y reconocimientos. Sin embargo, no es arriesgado decir que aquel por el que se llenan los teatros –sin duda ayudado por la interpretación de EMAE y Tequexetéldere– hay que buscarlo en el recuerdo y el cariño de quienes lo conocieron, de esas gentes que tienen siempre una palabra hermosa que decir de él, un reconocimiento y un respeto por quien fue Manuel Reimóndez Portela. El médico, el alcalde, pero, por encima de todo, el hombre.