Los feriantes hacen más números todavía

Varios puestos de textil suben al mínimo los precios para no perder clientes | Tienen un gasto de al menos 50 euros cada vez que acuden a los mercados del 3 y del 18 | Señalan que la cita lalinense es de las más rentables

Vecinos en la feria de Lalín, ayer, en la entrada del Campo da Feira.

Vecinos en la feria de Lalín, ayer, en la entrada del Campo da Feira. / Bernabé/Lucía Abeledo

Salomé Soutelo

Salomé Soutelo

Al comercio ambulante no le afectan campañas como el Black Friday, que al pequeño comercio sí les minimiza la clientela hasta esa última semana de noviembre en la que podemos comprar con descuentos que, admitámoslo, reducen aún más sus ya modestos beneficios. Pero los puestos que acuden a la feria de Lalín de los días 3 y 18 o a las de otros concellos de las comarcas no son ajenos al encarecimiento de los costes de producción. E igual que el pequeño comercio, estos vendedores tampoco pueden competir con las grandes cadenas, así que no les queda otra que aplicar unas subidas mínimas y que son inferiores a las que tienen que asumir ellos a la hora de comprar la ropa a los fabricantes.

Estefanía Montoya atendía ayer una de la veintena de puestos en las que poder adquirir ropa, calcetines y lencería. Nos cuenta que los calcetines “subieron dos euros su precio en fábrica, aunque mantienen la calidad”. No le quedó otra que aplicar un incremento a la ropa que vende, pero por debajo de esos 2 euros que ella abona a la producción. “Tenemos clientes que sí entienden este aumento de precios, pero otros no, y nos afecta que haya otros puestos que no suben la mercancía” precisamente para mantener la clientela aunque sea a riesgo de reducir, o incluso anular, sus beneficios.

Estefanía Montoya vive en Ourense y cubre otras ferias del entorno. No acude a Padrón, que se celebra todos los domingos y que cuenta con una gran afluencia por su cercanía a Santiago. Pero tanto ella como los vendedores con los que ayer hablamos de la inflación en sus negocios coinciden en que la cita bimensual de Lalín “es de las más rentables, es una feria bastante buena”.

Por eso, nos hemos encontrado a vendedores ambulantes que vienen de Melide y de otros puntos cercanos, pero hay quienes se desplazan desde A Cañiza (como Confeccións Iago, que dispone además de redes sociales) o incluso de Verín. Eva María Vizcaíno, por ejemplo, reside en Melide y realiza al mes unas 14 ferias, desde hace 15 años. Mantiene sus precios y arriesga ofreciendo mercancía variada, mientras otros feriantes, haciendo números, han decidido prescindir de determinados productos que o bien no son los más demandados en los mercadillos o bien tienen una subida en fábrica que no puede compensarse con un incremento en el precio final que compra el cliente.

Alejo Rúa, de Ourense, en su puesto en el mercado lalinense.

Alejo Rúa, de Ourense, en su puesto en el mercado lalinense. / Bernabé/Lucía Abeledo

"Me jubilo en unos meses y por eso no meto mercancía nueva"

Alejo Rúa viene a Lalín desde hace más de 40 años, toda su vida laboral. Ahora está a punto de jubilarse y confía en que su hijo tome el relevo en el negocio. Acude a otros mercados de la provincia ourensana, pero el de Lalín es el único de Pontevedra al que acude porque “cada vez ganamos menos, así que si eres de lejos hay ferias que no te cubren los gastos”. En su puesto vende fundas y monos de trabajo, así como ropa para hombre. A los primeros les ha incrementado su precio en 2 euros, “por debajo del aumento que tengo que pagar yo”. A la espera de ver si su negocio tiene continuidad con una nueva generación, ha decidido no comprar mercancía nueva en los últimos meses. Esta decisión le ayuda, al menos, a no contraer nuevos gastos en un producto que, en vista del encarecimiento de la vida, no sabe si va a lograr vender. Al menos, a este y a otros vendedores les ayuda que el Concello de Lalín no les haya incrementado las tasas que deben pagar por el espacio que ocupan en el mercadillo. Preguntado por la afluencia de la feria de ayer, al caer en domingo y ser el primer fin de semana de las Aldeas de Nadal, Alejo Rúa señala que “no noto que haya acudido más gente”. También es cierto que las gélidas temperaturas durante todo el día restaron gente tanto al mercadillo como a los reclamos navideños.

Eva Vizcaíno atiende a unas clientas.

Eva Vizcaíno atiende a unas clientas. / Bernabé/Lucía Abeledo

"Al final, tienes que comprar más variedad de ropa si quieres vender más"

Eva Vizcaíno tiene 48 años, y recuerda que cuando era niña, sus padres solo vendían jerséis. Con el paso de tiempo, en 1993 incorporó mandilones al puesto de venta ambulante, “y hace unos 15 años decidimos vender también camisas, para tener más variedad. Al final, no te queda otra que comprar la misma cantidad de ropa o incluso más, más variada, si quieres ofrecerle al cliente distintas cosas y así poder vender más”.

Ha decidido no subir los precios de sus productos, así que mantiene los que tiene desde hace un par de años: camisas de 10 a 15 euros y batas de casa de entre 6 y 12, por poner un par de ejemplos. Apunta que el problema está en que entre los propios puestos se hacen competencia entre sí, al no aplicar subidas o hacerlo pero con diferentes precios. En su caso, ha optado por “hacer muchos números, y fumar dos o tres pitillos menos”, apunta. Sobre si le afectan las campañas que pueda hacer el comercio con tiendas fijas o las grandes superficies, es tajante: “Mi clientela son hombres y mujeres mayores, que viven en aldeas y que precisan ropa y productos textiles para su día a día”.

Sandra Jiménez Duval viene desde Verín.

Sandra Jiménez Duval viene desde Verín. / Bernabé/Lucía Abeledo

"Hago ferias en toda la provincia de Ourense, pero para mí Lalín es la mejor"

Su puesto se ubica justo en el cruce entre las calles Molinera y Rosalía de Castro, así que goza de cierta diferenciación respecto a los stands que se colocan dentro del Campo da Feira. Pero esto no evita que Sandra Jiménez y su familia hayan tenido que subir los precios de la ropa que venden. “Hace dos ó tres años, vendíamos las camisetas interiores a 5 euros, y ahora tenemos que venderlas a 7. Son 2 euros más, pero es que a mí la fábrica me ha aplicado un incremento mayor”, explica, añadiendo que no es posible trasladar toda esa subida que soportan los vendedores ambulantes al cliente porque “si alzamos más los precios, nos va a ser todavía más difícil poder vender”.

Vive en la villa ourensana de Verín, y cada vez que acude a la feria lalinense afronta unos gastos de 50 euros, entre la gasolina, el desayuno y el bocadillo, “así que no nos queda ningún tipo de ganancia”, admite. Pero acude todos los meses a Lalín porque “hago todas las ferias de la provincia de Ourense, y esta de Lalín es la mejor. Tenemos clientes de toda la vida y entienden que tenemos que subir el valor de nuestra mercancía”.

Laura Montoya ha dejado de ofertar algunos productos textiles.

Laura Montoya ha dejado de ofertar algunos productos textiles. / Bernabé/Lucía Abeledo

"La clientela mira mucho el precio, y por un euro más deja la prenda"

Laura Montoya ya acudía a las dos ferias de Lalín con sus padres, cuando era una niña. Viene desde Ribadavia, así que en los últimos meses, entre los precios de la gasolina, el desayuno y la comida, lo que pueda sacar en su puesto venta de pantalones no da para cubrir los gastos. “Tuve que subir el precio de los pantalones, así que si el año costaban 4 euros, ahora están en 5,50”. A esta vendedora las fábricas le incrementaron el precio de las piezas de lencería, “que pasaron de 0,50 a 1,20 euros, conque tuve que dejar de venderla”, explica. Puede parecernos una muy ligera subida la que aplica en las prendas, “pero la clientela se para mucho a mirar los precios, y a lo mejor, por un euro más caro, deja la prenda, porque primero tiene que comer”, apunta, en referencia a una inflación que desde hace meses también se nota en la cesta de la compra.

A los vendedores ambulantes les quedan pocas opciones: o asumir buena parte del encarecimiento en las fábricas o buscar proveedores “que nos faciliten ropa más económica, y que esté al alcance de todos los bolsillos”, tanto de los puestos de venta como del cliente final. Y apunta que la inflación está afectando a la feria de Lalín desde hace tiempo, porque “este mercado está siendo flojo desde hace meses”.

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