Mi barra por una terraza

El COVID marcó un antes y un después: en A Estrada un local hostelero sin opción de terraza está sentenciado al cierre, de ahí que se mantengan para el invierno las 42 licenciadas. En 2019 había solo 25, con 125 mesas y 500 sillas. Hoy son 271 y 1.100.

Terraceo y paseo conviven ahora en la zona peatonal de A Estrada.   | // BERNABÉ/JAVIER LALÍN

Terraceo y paseo conviven ahora en la zona peatonal de A Estrada. | // BERNABÉ/JAVIER LALÍN / Ana Cela

Ana Cela

Ana Cela

Las terrazas ya no son para el verano. Desde 2020 eso pasó a la historia. La crisis sanitaria del COVID-19 marcó un antes y un después, de tal manera que un local hostelero sin opción de montar terraza en la vía pública levanta la verja sentenciado a bajarla definitivamente. De hecho, en A Estrada ya se han dado casos. Es por ello que aquello de tramitar la autorización municipal para tener la opción de sacar mesas y sillas a la calle solo durante la temporada estival sea cosa del pasado. Tanto es así que las 42 terrazas con licencia en la capital estradense no tienen previsto desaparecer de la geografía urbana, sino mantenerse como una parte más del mobiliario urbano durante la temporada otoño-invierno.

Las terrazas han dado mucho de sí en A Estrada, ya que la necesidad de sacar los barres a la calle durante la pandemia animó al Concello a cerrar a la circulación la calle Calvo Sotelo, convirtiéndose la medida en el ensayo definitivo para que esos cortes provisionales con vallas de obra terminasen dando el relevo a una vía completamente peatonal en la que el terraceo se ha ido extendiendo a sus anchas. “El problema fue sacar los bares a la calle y no tener sitio”, recordó el edil de Urbanismo, Gonzalo Louzao. La situación se tradujo en que el número de solicitudes de terraza ante la administración municipal se duplicasen, colocándose también el doble de mesas y de sillas en la vía pública.

Y es que, aunque ahora parezca un recuerdo lejano, hace muy poco tiempo que la expansión del coronavirus mantenía muy limitado –cuando no prohibido– el acceso al interior de los establecimientos hosteleros, de manera que muchos profesionales del sector lo apostaron todo a la terraza. El espacio exterior se convirtió en un auténtico salvavidas para muchos locales, que tiraron de estufas para que el aire pudiese correr en sus terrazas y permitir servir comidas en días de frío. Aunque el interior ya lleva muchos meses sin ser territorio vetado, los consumidores se han acostumbrado al exterior, aprovechando el más mínimo rayo de sol o tirando de abrigo en días de frío.

De 125 a 271 mesas

Así las cosas, el Concello tiene constancia de que en estos momentos existen 271 mesas y 1.100 sillas distribuidas en las 42 terrazas que están operativas en el casco urbano y que se mantendrán en estos mismos establecimientos durante los meses de otoño-invierno, lógicamente con la posibilidad de que los hosteleros las tengan recogidas –total o parcialmente– en jornadas de adversas condiciones meteorológicas.

Los datos que maneja el Concello de A Estrada en relación a las terrazas de la hostelería permiten mostrar con una claridad asombrosa la importancia que han ganado estos espacios para el consumo en la vía pública. Y es que antes de que el COVID dejase su huella, en A Estrada eran solo 25 los locales que ofrecían a sus clientes la posibilidad del terraceo. No fue hace tanto tiempo. En 2019 las calles estradenses estaban salpicadas por 125 mesas y unas 500 sillas, nada que ver con las 271 mesas y 1.100 sillas de la actualidad. Más del doble.

Antes de que el COVID hiciese su irrupción, el Concello de A Estrada ya trabajaba en fórmulas para favorecer el terraceo en la villa. Lo hacía pensando en modificaciones de la ordenanza municipal para ofertar bonificaciones a los hosteleros que mantuviesen sus instalaciones durante todo el año. No contaba con que este interés por generar ambiente en las calles iba a convertirse en una necesidad, ya que el deseo de permanecer al aire libre y la normativas para frenar el avance del coronavirus hicieron de las terrazas el recurso más valioso de los hosteleros.

Rentabilidad y oportunidad

A todos estos vientos de cambio favorecieron otras dos decisiones: la iniciativa municipal de hacer que resulte más rentable dejar la terraza instalada todo el año –más allá de la temporada mayo-octubre– y el hecho de que las zonas de mayor concentración de actividad hostelera sean también las que están experimentando procesos de humanización y peatonalización. Praza da Feira, Serafín Pazo, Ulla, Calvo Sotelo o el segundo tramo de la calle Justo Martínez –por ejemplo– se han llenado en los últimos meses de terrazas, cada vez de mayor tamaño y también con una estética mucho más cuidada de la que era propia hace años a este mismo tipo de instalaciones.

El 2023 es, por tanto, el año en el que las terrazas de la hostelería quedarán regularizadas después de los años de pandemia. La importancia de que bares y cafeterías tengan estos elementos está comprobada. La necesidad acabó desembocando en virtud. Este espacio se convirtió en un imprescindible para disfrutar de la hostelería que antes se pensaba solo para los tiempos en los que el termómetro ayudaba.

Basta un paseo por el casco urbano de A Estrada para enumerar, con suma facilidad, las terrazas que no existían. La zona peatonal es un perfecto espejo para comprobarlo. Solo en el nuevo paseo empedrado entre la Porta do Sol y la Praza de Galicia existen actualmente 10 terrazas para detenerse a reponer fuerzas, espacios que antes únicamente estaban representados por alguna mesa tímida en la calle en los días de más calor. En la Praza da Feira hay otras tres grandes y en el tramo final de Justo Martínez aparecen otras dos extensas, con otra amplia en Serafín Pazo, todas ellas aprovechando el triunfo del peatón sobre el vehículo.

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