A Estrada busca solución urbanística para 44 inmuebles ruinosos o muy deteriorados

De ellos, 30 se encuentran en la villa y 10 en el rural | Se suman cuatro estructuras urbanas | Las construcciones señaladas en las parroquias tienen todas un expediente de ruina

Una de las salas del matadero municipal de A Estrada, en desuso desde 2015. |   // BERNABÉ/JAVIER LALÍN

Una de las salas del matadero municipal de A Estrada, en desuso desde 2015. | // BERNABÉ/JAVIER LALÍN / Ana Cela

Ana Cela

Ana Cela

El Concello de A Estrada ha dedicado los últimos días a pasar revista a bienes inmuebles que se encuentran en situación ruinosa o muy deteriorados, de manera que precisan una actuación inminente, bien para garantizar las condiciones de seguridad en espacios públicos o bien para ganar la batalla contra el feísmo urbanístico. Inicialmente, la intención de la administración municipal sería dar traslado de estos expedientes a la Xunta de Galicia, si bien el ayuntamiento todavía sopesa si asumirá directamente las gestiones que exigen estos inmuebles y estructuras o si buscará que sea la administración gallega, a través de su Consellería de Medio Ambiente, Territorio e Vivenda, la que se encargue de ejecutar las acciones precisas en cada uno de estos casos.

De este modo, el gobierno tiene sobre la mesa una relación detallada de bienes confeccionada por el departamento municipal de Urbanismo. El responsable de este área, Gonzalo Louzao Dono, confirmó ayer que en este listado figuran un total de 30 edificaciones en el casco urbano, 10 construcciones en el ámbito rural y cuatro estructuras. El concejal señaló que el Concello todavía no remitió esta documentación a la Xunta y que se está valorando qué tipo de acción corresponde emprender. “Una solución tenemos que buscarle”, reconoció.

Ruinas en el rural

Louzao detalló que, en el caso de los bienes localizados en distintos puntos del rural estradense se trata de construcciones que tienen consideración de ruina. En estos casos la actuación necesaria deja poco margen a la imaginación, tanto en caso de ruina técnica como económica. La primera hace alusión al agotamiento en sí de la estructura y, la segunda, se declara cuando el arreglo de una edificación costaría más de la mitad de lo que exigiría una construcción nueva. Cuando sobre un inmueble pesa un expediente de ruina, la única alternativa permitida es la demolición, siendo obligatoria la presentación de un proyecto de derribo en el plazo otorgado por el Concello, la solicitud de licencia para proceder a la obra y ejecutar el derribo, debiendo dejar limpia la parcela (por tanto gestionando los residuos resultantes).

Sin embargo, cabe una única excepción a esta norma: las viviendas tradicionales, con numerosos ejemplos en el ámbito rural. De este modo, si se trata de viviendas tradicionales, la administración se encargará de exigir obras tendentes a que superen su condición de ruina por la vía de la rehabilitación, mientras que, si no se trata de este tipo de edificaciones, se instaría a los titulares a la demolición.

Gonzalo Louzao no dejó de reconocer que el gran problema que se encuentra Urbanismo ante este tipo de inmuebles es que, en buena parte de los casos, los propietarios son desconocidos o muy difíciles de localizar, de manera que el Concello afronta una tramitación más compleja. Cabe recordar que, en el caso de que los particulares desoigan las directrices dictadas por el ayuntamiento, este tiene la posibilidad de recurrir a una ejecución subsidiaria, asumiendo la demolición y girando los costes ocasionados a los propietarios.

En la villa

El inventario que ha estado efectuando el ayuntamiento incluye cuatro estructuras en el casco urbano –calle Fermín Bouza Brey, Rúa 56, en la Avenida de Pontevedra y en la entrada al casco urbano desde Matalobos– para las que se marcaría una demolición y 30 inmuebles que precisan una actuación por su avanzado estado de deterioro y su afección a la vía pública. En el caso de algunos de ellos la actuación tampoco está exenta de complejidad, bien porque los dueños resultan difíciles de localizar o bien porque la propiedad corresponde a numerosas comunidades de herederos, por ejemplo.

En la relación de inmuebles ruinosos o que precisan una intervención urgente por encontrarse en mal estado de conservación figuran edificaciones públicas y privadas. Con los deberes hechos, el Concello valorará ahora si remite los expediente a la Xunta de Galicia para que sea la administración gallega la que continúe adelante con su gestión o si el ayuntamiento los afronta con sus propios medios.

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El matadero de A Estrada no figura entre los inmuebles contabilizados ayer por el edil Gonzalo Louzao que se encuentran en situación de ruina o cuyo deterioro hace que la administración mueva ficha para urgir una actuación de enmienda a los propietarios. Sin embargo, este inmueble público localizado en Penerada tiene todas la papeletas para incorporarse a esta relación. Aunque desde el gobierno no hubo –al menos todavía– un pronunciamiento claro sobre qué se hará con esta construcción, su estado de abandono y el peligro que supone el hecho de que alguien pueda introducirse en esta propiedad pública y sufrir algún percance anima a pensar en que pronto podría haber una sentencia de muerte para el “verdugo”.

La construcción es, a todas luces, irrecuperable. Si en algún momento se pensó en que este apartado edificio pudiese tener algún otro uso, el estado que presenta actualmente lleva a vaticinar en que el expediente de ruina esté cantado. El matadero comarcal de A Estrada dejó de funcionar en julio de 2015. La liquidación de la empresa concesionaria desembocó en el cierre de la instalación y, por consiguiente, dejó sin servicio a los carniceros de la zona.

Sin embargo, durante todos estos años el sector se las apañó para tener garantizado este servicio al margen de estas instalaciones, de tal manera que la construcción corrió la suerte del olvidado. Sus salas pasaron a ser escenario para el pillaje y el vandalismo, convirtiéndose también en un lugar de depósito reiterado de basura. Al principio un portalón de acceso y un candado le garantizaban una mínima protección. Sin embargo, a día de hoy las puertas están completamente abiertas y el vandalismo ha dejado su huella por doquier. Las persianas que otrora servían para el muelle de descarga están reventadas o a medio levantar, de manera que las estancias se han convertido en un escenario más que apropiado para una película de terror.

El carácter apartado de la ubicación contribuye a generar este ambiente, sumado al hecho de que, ante la proximidad del punto limpio, son muchos los que deciden no aguardar a la apertura de estas instalaciones y realizan el depósito de su basura en la zona exterior del matadero. En el interior solo aguarda más basura y abandono, combinados con las reminiscencias de la actividad que se realizaba en estas instalaciones. Quizás la demolición sea la sentencia más amable.

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