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Arriba, taller de experimentos con pasta de sal. Sobre estas líneas, estudiantes en lettering y mecánica./// | BERNABÉ

Las lecciones de Carola

La biblioteca del colegio Figueiroa de A Estrada acoge en los recreos múltiples talleres impartidos por voluntarios de quinto y sexto de Primaria a alumnos de cursos inferiores

Atrás quedaron los años en los que la biblioteca era ese espacio del colegio en el que no se podía escuchar ni el vuelo de una mosca. Hace tiempo que en el colegio de Figueiroa está más que superado el concepto de biblioteca escolar como un lugar pensado en exclusiva para la lectura y el silencio. Carola, la gallina que da nombre a esta estancia, cobija bajo sus alas a todo polluelo con ganas de aprender y experimentar, ya sea a través de las páginas de un libro, mediante su expresión artística o dando rienda suelta a su curiosidad.

En estos momentos este centro educativo tiene en marcha un exitoso programa de actividades de dinamización de la biblioteca con el que los alumnos de los últimos cursos imparten talleres a los matriculados en los niveles inferiores.

El timbre del recreo suena en este colegio de A Estrada a las 11.45 horas. Hasta las 12.10 es tiempo para disfrutar. Algunos escolares están deseosos de escuchar ese sonido que les arranca de la silla y les concede una pausa para el balón. Otros bajan rápidamente a la biblioteca para participar en los talleres que tienen preparados los estudiantes de quinto y sexto.

Las lecciones de Carola

“Acuden voluntariamente, porque este es su tiempo de ocio y tienen que hacer lo que les guste”, explica la coordinadora de la biblioteca, Goreti López Louro. También los “profesores” son voluntarios, aun cuando todo el programa está auspiciado por un espíritu profesional, formativo y bajo la continua supervisión de adultos.

Los estudiantes de los dos últimos cursos de Primaria reciben formación a comienzos de curso con la profesora María Blanco Corral, de manera que adquieran las competencias necesarias para impartir las materias con las que compartirán sus talentos.

Los padres de estos voluntarios han sido informados y firman un consentimiento para la participación de sus hijos en este programa. En esta suerte de contrato entre las partes, se establece con qué periodicidad acuden los voluntarios a la biblioteca, ya que algunos alumnos se ofrecen a impartir talleres una vez al mes y otros desean acudir al menos durante una semana en cada mensualidad. Aunque se aplaude la implicación estudiantil, el proyecto no permite que los voluntarios acudan todos los días a la biblioteca, a fin de que puedan diversificar este tiempo de ocio. Su rotación es obligatoria.

Las lecciones de Carola

La coordinadora de A Biblio de Carola indicó que lo que se busca con esta iniciativa es que escolares adquieran responsabilidades y capacidad de organización. De este modo, se encargan de coordinar cada uno de los grupos en que se divide a los asistentes, así como de preparar previamente la actividad. Diseñan los contenidos y hacen un listado del material que necesitarán, a fin de que el centro se lo proporcione. De este modo, la implicación de los voluntarios es total y ello encuentra una positiva respuesta en el resto de escolares. Profesores y pupilos aprenden juntos.

El programa se desarrolla de lunes a viernes, exclusivamente en el horario de recreo. Los estudiantes pueden escoger entre robótica, manualidades, labores, mecánica, dibujo, experimentos, creación literaria, lettering o construcciones, habiendo también espacio para juegos, lectura o cine. Esta semana tocó hacer casas de pájaros, vehículos sin motor, masa de sal o lettering. Gestión, responsabilidad y expresión son lecciones para las que no está nada mal olvidar un poco el libro de texto.

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