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La cosecha de maíz para silo baja un 30% por la prolongada sequía

Al recogerse muy seco la espiga es de mala calidad o ni llegó a formarse | Varias granjas tienen que comprar alimento

Trabajos de ensilado en una finca de la parroquia silledense de Ponte. | // BERNABÉ/JAVIER LALÍN

Al final, la cosecha de maíz para ensilar no fue tan mala como se preveía en el arranque de agosto, cuando las olas de calor hacían temer que se desplomase al 30% en comparación con 2021. Tanto Cobideza como O Rodo calculan que cayó no ese 70% previsto, sino un 30. El presidente de la cooperativa rodeirense, Jesús María Montes, es muy gráfico a la hora de calcular este descenso: “Si el año pasado había fincas en que se recogieron diez remolques, este año cosecharon cuatro”.

La mitad del peso de la planta

La directora comercial de Cobideza, Patricia López, explica que ese porcentaje de pérdida pudo ser superior “en fincas en las que se sembraron ciclos más tardíos”. Es una cuestión en la que coincide con el presidente de O Rodo, Jesús María Montes. “Tenemos ganaderías que sembraron más temprano y pudieron recoger algo, pero las variedades más tardías de maíz ya no pudieron florecer por la sequía”, así que la espiga es o muy pequeña o ni siquiera llegó a formarse. ¿Y en qué influye la espiga? Pues en que supone en torno a la mitad del peso de la planta, explica Montes.

"Si el año pasado había fincas en las que se cosechaban diez remolques, en esta campaña había cuatro"

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El estrés hídrico que sufrió el maíz (común, por ejemplo, a los frutales) afectó mucho a su desarrollo y también a la calidad del silo. O Rodo está a la espera de lo que indiquen las analíticas. “Este año el maíz iba demasiado maduro, por la sequía. En la pasada temporada, sin embargo, llovió mucho e iba verde, y por eso quizá no tenía muy buen almidón”, indica Montes. De idéntica forma se explica Patricia López, al señalar que “la integral térmica y la cantidad de precipitaciones son algunos de los factores determinantes para que el maíz logre completar su ciclo”.

La escasez de lluvia que mencionábamos, con algún que otro episodio de tormenta en junio y julio, y apenas cuatro días de lluvia en septiembre, “el estado fisiológico del maíz se vio afectado, y por lo tanto también la producción y la calidad”. Con lluvias tan puntuales prácticamente desde que fue sembrado, era de esperar que la planta secase antes de tiempo, así que a diferencia del año pasado, el maíz se ensiló seco y, como decíamos, con una espiga mínima o sin ella.

Un cultivo esencial

El problema de una cosecha de maíz mermada afecta, y mucho, al funcionamiento de una granja. Es uno de los cultivos más importantes en una explotación ganadera de leche, como señala la directora comercial de Cobideza. Por el momento, varias explotaciones de esta cooperativa disponen todavía de excedentes de la campaña anterior, “pero la mayoría va a verse obligada a comprar alimento foráneo, una alternativa difícil este año debido a la escasez de oferta y al precio de la tonelada”, esgrime.

Al menos, sí hubo una buena cosecha de hierba de forraje, como indica el presidente de O Rodo. Eso sí, al mismo tiempo apunta que el encarecimiento de otros alimentos, como la harina, fuerza a las explotaciones a apoyar más la nutrición precisamente en los silos de maíz.

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