Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La cosecha de maíz para silo se desplomará al 30% si no llueve en breve

La ola de calor causó estrés hídrico en las plantaciones y afectó a su floración | Las granjas temen que escasee comida a partir de otoño | El suministro de agua está en jaque

Hilerado de hierba seca ayer, en una finca de A Bandeira. | // BERNABÉ/JAVIER LALÍN

Agosto arranca mañana con una nueva ola de calor, cuando aún tenemos en la retina el episodio de temperaturas extremas de mediados de julio y cuyo impacto será muy difícil de suavizar en el campo. En Deza, las cooperativas calculan que la cosecha de maíz para silo puede ser el 30% de lo que se recogió el año pasado. “El maíz tiene un gran estrés hídrico, debido a los días que duró ese episodio térmico. Puede salvarse en que estaba plantado en zonas húmedas y crecido”, explica el presidente de Cobideza, Román Santalla. No tuvieron tanta suerte las plantaciones que estaban en plena floración, añade el nuevo presidente de O Rodo, Jesús María Montes, quien adelanta que la cosecha va a ser muy inferior, en cantidad pero también en calidad.

Sí ayudaría a que esta calidad mejorase alguna que otra precipitación, pero en las semanas inmediatas. y para permitir que el maíz pueda desarrollar la espiga, El problema radica en que, con temperaturas elevadas, lo normal es que se produzcan tormentas y, con ellas, aguaceros que solo provocan arrastres de tierra y no benefician ni a cultivos ni a los caudales de agua.

Por el momento, las explotaciones están alimentando a sus animales con la cosecha del año pasado apunta el presidente de O Rodo, mientras que en Cobideza algunas ya tienen que echar mano del forraje de primavera, que también fue muy modesto por la falta de precipitaciones desde el pasado otoño. “La cosecha de 2021 fue muy buena, pero el problema en la escasez en alimentación puede sobrevenenirnos a partir de otoño”. Y no pueden emplearse los pastos como plan B: las praderas están prácticamente agostadas por el calor desde hace semanas, y en aquellos terrenos donde se cosechó hierba para silo (con uno o dos cortes) la cantidad de producto también fue muy inferior en comparación con la del año pasado.

Nuevos cultivos

La crisis climática lleva años entre nosotros, haciéndose hueco poco a poco. Por eso, en los últimos tiempos en los campos dezanos podemos ver otras plantaciones que necesitan menos agua, como el girasol. Hay otras opciones que ya barajan en latitudes como la alfalfa, nabos forrajeros o chicoria. Son cultivos suplementarios que pueden sembrarse, en el caso de los dos últimos, a finales de verano, y tienen un buen aporte de proteína, tan necesario para las vacas. “No descartamos que en un futuro tengamos que echar mano de ellos”, admite el presidente de Cobideza.

Santalla, por otra parte, no duda a la hora de afirmar que este año está siendo peor que 2017, a la hora de hablar de las reservas de agua en las explotaciones ganaderas. “Estamos a niveles inferiores a los de ese ejercicio”, puesto que en lo que llevamos de verano han secado ya pozos y manantiales que normalmente solían quedarse sin agua a mediados de agosto. Y las explotaciones pueden reducir la ración de cada animal (y, con ello, rebajar su producción), pero el agua “tiene que estar a granel”, para evitar problemas de deshidrataciones y golpes de calor que pueden costarle la vida a la res. A las granjas no les queda otra que transportar agua en cisternas, buscando manantiales que aún tengan vida, o usando pozos que les facilitan otras explotaciones. En algunos casos la necesidad es más extrema, “hasta el punto de tener que hacer nuevos pozos porque los que abrieron no les dan caudal”, apostilla el representante de O Rodo.

"Las granjas pueden reducir la ración de comida, pero el agua tiene que estar a granel para evitar deshidrataciones"

decoration

Para darnos una idea de la gravedad de la sequía, basta con ver los datos de Meteogalicia: en este julio a punto de terminar cayeron unos ridículos 10,6 litros/m2 en Lalín, que se elevan a 13,4 en la estación de Forcarei, la zona más lluviosa de las comarcas. De ahí que los concellos hayan empezado a aplicar restricciones de agua y contenciones en, por ejemplo, el riego de zonas verdes y glorietas.

Lo cierto es que la sequía pone en riesgo las plantaciones de maíz, pero también las pequeñas producciones de huerto para autoconsumo y los frutales, debido a los episodios de altas temperaturas. Desde la estación fitopatológica de Areeiro, la Diputación aconseja extremarla vigilancia en la parte alta de las vides y confirma que las últimas semanas han favorecido la aparición de racimos con síntomas de golpes de sol, así como cepas que evidencian también estrés hídrico y plantas que presentan incluso alteraciones en la madera.

Alerta de la posibilidad e detectar síntomas del mal de plomo, una patología muy grave en frutas de hueso, y que solo puede frenarse eliminando las ramas afectadas y destruyéndolas. En los frutales sin hueso, es conveniente recoger la fruta sobremadura para evitar que se pudra en el suelo.

Lalín sigue líder en cabezas de bovino

Decíamos que la sequía obliga a las explotaciones de vacuno a rebajar la dosis de alimento de sus animales. Meses atrás, cuando tuvo lugar la huelga de transporte, algunas tuvieron además que secar aquellas vacas que daban menos leche y deshacerse de ellas. Esto tiene una consecuencia directa en el volumen de producción de leche de cada granja y, por tanto, en el precio que cobran cada vez que entregan producto. Es una situación seria, muy seria, máxime para los municipios que tienen en el sector agroganadero uno de sus pilares económicos.

En Deza, es vital en prácticamente todos los concellos, con especial relevancia en Lalín, Silleda, Rodeiro y Dozón, compartiendo peso con las explotaciones de porcino, en algunos casos. Los números están ahí para convencernos. El IGE publicó a mediados de julio los efectivos y explotaciones de ganado bovino por municipios. A la hora de hablar de número de reses bovinas, Lalín encabeza la lista de toda la comunidad gallega, con 27.334 animales. En 2016 eran 26.819, medio millar menos. En varias ocasiones el alcalde, José Crespo, ha presumido de que cada lalinense tenemos, de este modo, nuestra propia vaca o ternero. Y así es, porque por detrás se colocan otros municipios con una fuerte vocación ganadera, como Mazaricos (con 25.709); Santa Comba (con 18.320) o Frades (con 15.877). De esas 27.334 cabezas de bovino en Lalín, 15.171 se trata de vacas y, de ellas, 12.391 son de ordeño. Hay, además, 2.780 vacas de carne y 12.163 terneros o bueyes. Vemos, así, la impronta de la producción de leche y carne en la capital comarcal, que se refleja en los demás municipios. En Rodeiro el IGE contabiliza 15.042 bovinos, de las que también en torno a la mitad, 7.339, son vacas de leche. Por detrás de Rodeiro, a la hora de ganaderías bovinas, se coloca Silleda, con 12.467 animales. De ellos, 5.995 están en granjas lecheras. En el municipio de Dozón el IGE contabiliza 6.606 reses bovinas, de las que 2.469 son vacas de leche, mientras que en Vila de Cruces la relación es de 6.032 y 2.235, respectivamente.

La importancia de la ganadería ya es más modesta en Tabeirós-Terra de Montes. De los 6.503 bovinos que se contabilizan en A Estrada, hay 2.165 que son vacas de producción lechera. En el concello vecino de Forcarei, las 1.672 vacas de ordeño son menos de la mitad de los 4.017 bovinos totales. Por último, en Cercedo-Cotobade las cifras son aún inferiores: hay 2.037 cabezas de bovino, en las que se incluyen solo 7 vacas de leche. Eso sí, desde 2016 solo han incorporado más vacas de ordeño las granjas de Dozón, Lalín y Rodeiro, con 45 animales más en total. Mientras tanto, el resto de concellos ha cedido nada menos que 1.414 vacas de leche.

Compartir el artículo

stats