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Las farmacias de la zona, receptivas a la posible dispensa gratuita de la píldora del día después

La iniciativa parte de la nueva ley del aborto, pendiente de aprobación | Los establecimientos que se nieguen a ofertarla podrían enfrentarse a sanciones económicas | Actualmente, el precio del fármaco ronda los 25 euros

Una farmacéutica sostiene la caja de una píldora del día después.

La reforma de la ley del aborto propulsada por el Ministerio de Igualdad y pendiente de ser aprobada en el Parlamento para posterior publicación en el Boletín Oficial del Estado (BOE) toca varios puntos que desde su publicación hasta hoy han generado cierto grado de debate. Uno de ellos está relacionado con la píldora del día después, la cuál será dispensada de manera gratuita en centros de salud, farmacias y centros de atención a la salud sexual. Actualmente su precio oscila entre 20 y 30 euros. No sólo eso, sino que aquellos establecimientos que se nieguen a la venta de este medicamento podrían enfrentarse a multas de entre 90.000 a un millón de euros.

Es aquí, mayoritariamente, donde algunos profesionales del sector levantaron sus quejas, al entender que esta medida comprometería su derecho a la libre objeción/objeción de conciencia. En el caso de las farmacias de la zona, sin embargo, de momento la gran mayoría mantienen la cautela, al tratarse de una reforma todavía en vías de aprobación y por lo tanto, lejos de ser implementada en un futuro cercano.

En A Estrada, por ejemplo, la Farmacia Eirín cuenta que en caso de que sí vaya adelante, su actividad no se verá alterada, pues llevan muchos años ofreciendo este fármaco, y lo único que cambiaría sería el pagador, que dejaría de ser el cliente para hacerse cargo la seguridad social. En esta línea, entienden que se trata de un medicamento como otro cualquiera, y que lo crucial es que la persona que lo ingiera esté informada de los posibles efectos que podría causa, al contener una alta carga hormonal, como pueden ser alteraciones en el ciclo menstrual, dolores, mareos o vómitos.

Estas declaraciones van en la línea de las de Farmacia Losada Campa, también estradense, que del mismo modo que Eirín tienen el producto a la venta desde que pudo empezar a comercializarse y consideran que la información es la herramienta más importante para que este método anticonceptivo de emergencia se utilice de forma eficaz y segura. Por otra parte, algunos establecimientos prefieren no pronunciarse al respecto de este tema, como es el caso de la Farmacia Ana Durán Losada.

Asimismo, en Lalín, la Farmacia García Iglesias expone que, si bien no pueden hablar de momento, al no conocerse al detalle en qué consistirá esta modificación, entienden que el debate en torno a la pérdida del derecho de objeción de conciencia está prácticamente superado en la zona, al entender que los posibles detractores de ofertar este medicamento están vinculados más bien a una generación mayor, que a día de hoy representa un porcentaje muy bajo del sector local, comparando este rechazo con el mostrado en su día por la venta de preservativos. No obstante, puntualizar que ingerir el medicamento puede llevar asociado un riesgo, por lo que el consumidor debe ser conocedor de lo que va a tomar, y sobre todo hacen hincapié en aclarar que para nada puede convertirse en un método anticonceptivo recurrente, pues entraría en juego la prevención de enfermedades de transmisión sexual.

Mientras, en María Oliva Crespo Soto se mantienen en la línea de los compañeros del gremio pero señalan un factor a mayores: la posible disminución en el volumen de ventas de este medicamento, al ser también ofertado de forma gratuita en centros médicos. Cuentan que “hace años ya empezaron a dispensarla, especialmente a gente joven. Y si ahora va a estar financiada por la seguridad social, seguramente requiera de receta médica, por lo que muchas ya la recibirán en la propia consulta”. Con todo, en lo tocante al debate, sostienen que “hay un sector pequeño que se queja, pero con todo el respeto, es mejor tomarla que un hijo no deseado”.

“No tenía valor para pedirla, me daba vergüenza”

La finalidad de esta medida es, según el ministerio, facilitar el acceso a este método anticonceptivo de emergencia. Se trata, pues, de que las mujeres puedan tener la libertad de planificar su maternidad, y en última instancia, su vida. Sin embargo, más allá del precio del producto, o su disponibilidad, hay otro factor que hace titubear a las mujeres a la hora de solicitar el fármaco: los prejuicios. Varias jóvenes de la zona comparten con este medio, de manera anónima, sus experiencias comprando la píldora del día después. Tanto las positivas, como las no tanto. Una cosa puede abstraerse al leer la mayoría de ellas, y es que, por algún motivo, comprar esta pastilla aún conserva cierto tabú asociado, si bien cada vez está más normalizado.

Testimonio 1: “Solo tuve que tomarla una vez, cuando tenía 25 años. La persona con la que mantuve relaciones se había sacado el preservativo sin decírmelo. Asumí yo el coste íntegro, y fui con una amiga a comprarla. No encontraba el valor para entrar, por algún motivo. Al ser la primera vez, me daba vergüenza pedirla, así que fue mi amiga a comprarla por mí. Cuando salió, me dijo que al pedirla había notado que la miraban ‘raro’. Y por una parte, me alegré de no haber ido yo”.

Testimonio 2: “Nunca tuve que comprarla para mí, pero lo hice un par de ocasiones para amigas mías. No tuve ningún problema, me explicaron los posibles efectos adversos y me la vendieron como cualquier otro medicamento”.

Testimonio 3: “La tomé una sola vez, cuando era menor de edad. A mi pareja y a mi se nos había roto el preservativo, y fuimos juntos a comprarla. Fui a dos farmacias para conseguirla. En la primera, como vieron que éramos jóvenes, no quisieron vendérnosla. Por aquel entonces este tema era mucho más tabú que ahora. Ambos nos sentimos juzgados y censurados. Por suerte, en la segunda farmacia fue totalmente distinto”.

Testimonio 4: “La primera vez que la tomé tenía 19 años. A mi novio y a mi se nos rompió el condón. Fue él el que la compró, por lo que yo no tuve que pasar el mal trago. Pero me dijo que no tuvo ningún problema. Incluso le dijeron que era mejor que me la tomara en casa, tranquila”.

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