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El pasado plasmado en letreros

Las calles del casco urbano estradense guardan carteles de antiguos negocios con más de medio siglo de historia

Cartel de Fotos Castelo, en la calle Justo Martínez. |

El paisaje lingüístico es el conjunto de representaciones lingüísticas que se pueden encontrar en un pueblo o ciudad. Dentro de estas entran las señales, las placas de las calles, o los carteles de establecimientos. A Estrada es un concello con una innegable historia, aunque de esta pueda parecer se conserva poco, todavía se encuentran ocultas viejas huellas de lo que un día fueron los comercios más frecuentados antaño. Pasear atentos, viendo, y no sólo mirando, puede suponer un viaje en el tiempo, a una época en la que no existían los grandes gigantes multinacionales, y en la que lo que se estilaba era el pequeño comercio y el trato cercano.

Coctelería Puerta del Sol, en la plaza homónima. nerea Couceiro

Ahora, los locales que albergaban aquellos estudios fotográficos a los que los estradenses acudían, ataviados con sus mejores galas, a ser retratados para los documentos de identificación o simplemente para inmortalizar un momento en familiar; las farmacias con aquellos viejos tarros de cerámica que daban remedio a todos los males; las cafeterías en las que reunirse socialmente, todos ellos se encuentran empolvados, ennegrecidos por el paso del tiempo y el descuido. Las nuevas generaciones pasan ante ellos, sin deparar en lo que un día fueron, sin percibir la historia que sus paredes atrapan.

Restos del cartel de la Farmacia Pardo, en la Calvo Sotelo.

Pero los más mayores, esos nostálgicos que de vez en cuando se quedan mirando hacia los escaparates, cubiertos la gran mayoría por panfletos publicitarios, todavía recuerdan. Y niegan con la cabeza ante la memoria de un pasado distante, ante el desvanecimiento paulatino de su propia juventud e infancia.

Letrero de la Churrería Geli, en la calle Don Nicolás.

Una de las joyas mejor guardadas es el cartel de Fotos Castelo, en la calle Justo Martínez. Escondida entre anuncios de conciertos, verbenas y alguna que otra clase particular del idioma imperante, el inglés, su estética invoca el sonido de un disparo en la cámara analógica, o el tacto de una foto en papel mate. Su propietario, Andrés Castelo, se adentró en el mundo de la fotografía cuando tenía 17 años. Entonces, viajaba por las fiestas con su cámara y fotografiaba a todo aquel que se lo pedía. Más tarde, en su casa, revelaba las instantáneas y las vendía. Pronto vio que en los retratos había negocio, y en 1971 se aventuró a montar su propio estudio en el primer piso del número 11 de esta céntrica calle estradense. Durante sus años de actividad realizó todo tipo de instantáneas. Las de carnet, o las clásicas BBC (Bodas, Bautizos y Comuniones). Siguió inmortalizando caras y emociones por mucho tiempo, hasta que hace poco más de 20 años, en el 2010, echó el cierre para retirarse.

Actualmente, el edificio que albergaba Fotos Castelo se encuentra vacío. Solo el bajo mantiene la actividad, al situarse en él la frecuentada cafetería Alameda.

Otro esqueleto del pasado es el de la Farmacia Pardo, en la Calvo Sotelo. Esta cerró en el 2009, y aunque este medio no pudo conseguir la fecha exacta de apertura, algunos la fijan en los años 30. A día de hoy, su licencia es reutilizada por la farmacia Rodríguez Giráldez, en la Avenida de Santiago. Que no solo ha reciclado el permiso de actividad, sino también los muebles del antiguo negocio. Al igual que Foto Castelo, sus escaparate están en el presente empapelados con todo tipo de anuncios y publicidades, desde circos a conciertos de Jazz. Su portalón con barrotes negros todavía permite ver a los curiosos el espacio que antaño ocupaban el mostrador y las estanterías.

Por otra parte, en la calle Don Nicolás, camino a la Iglesia, reina un cartel con el logo de Coca-Cola, ahora amarillo, pero que con casi total seguridad fue rojo en algún momento. En la parte superior, con mayúsculas y en negrita puede leerse “Churrería Geli”. La única churrería estradense, cuya actividad algunos de los que la frecuentaban remontan al año 63, si bien podría ser anterior. Del mismo modo, este medio no pudo averiguar el año exacto de cierre, pero varios vecinos de la localidad coincidían en que cuadraba con el inicio del milenio. Lo que sí se sabe es el motivo del cierre: la jubilación de los propietarios.

Por último, aunque esto no significa que esta pequeña muestra refleje la totalidad de la cartelería local, se encuentra la coctelería Puerta del Sol. Un local emblemático, que dotó a A Estrada de combinados de primera categoría. Inaugurado por José Piñeiro en 1928 tras una estadía en La Habana, en la que consiguió formarse con los maestros del gremio de la época. Una vez retirado, su hija Elenita, como era conocida en el pueblo, tomó las riendas del negocio hasta 2004, cuando tras 76 años de actividad, la Puerta del Sol cerró definitivamente.

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