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El distrito forestal registra en 2020 la menor cifra de incendios de los últimos cinco años

Los 56 siniestros quemaron casi 117 hectáreas, 145 menos que en 2019 | Solo en 2014 hubo menos fuegos sobre superficies arboladas | Por cada hectárea de masas frondosas, arden otras cinco de matorral y raso

Incendio de unas granjas en 2020. Bernabé/Ana Agra

El Distrito XVI, que comprende las dos comarcas, registró durante el año pasado 56 incendios forestales, según los datos que maneja la Consellería de Medio Rural. La cifra no solo supone un descenso importante respecto a los 70 fuegos que tuvieron lugar en 2019, sino que es la más baja de los últimos cinco años. En 2015 en la zona hay constancia de 126 incendios forestales, mientras que en 2016 se contabilizan 88 y en 2017 la cifra se dispara a los 165 fuegos, fruto sobre todo de aquella oleada de siniestros durante el puente festivo del Pilar. Por último, en 2018 se registraron 61 incendios, muy próximos a los 56 citados de 2020.

Ese descenso en la cifra de fuegos forestales lleva parejo también un recorte en la superficie arrasada por las llamas. Si en 2019 el fuego quemó 262,24 hectáreas, en 2020, el terreno quemado se quedan en 116,85 hectáreas afectadas. Es, también desde 2015, la menor superficie afectada por siniestros forestales y una de las más bajas desde 2007, una de las estadísticas que ofrece el IGE. Por debajo de esas casi 117 hectáreas ardidas el año pasado solo se colocan las 37,86 del año 2014. En ese ejercicio, el distrito registró únicamente 35 fuegos. Eso sí, y ya que hacemos memoria, tras haber vivido un año 2013 espantoso, con 147 incendios y 419 hectáreas arrasadas.

Raso

Pero volvamos a las cifras de 2020. Como decíamos, los fuegos forestales se llevaron por delante en total 116,85 hectáreas. De esas, 16,35 corresponden a masas arboladas y las 100,50 hectáreas restantes, a superficies de matorral o raso. Así las cosas, podemos decir que por cada hectárea de arbolado quemada arden otras cinco de monte raso. Es obvio la importancia de mantener protegidas del fuego las masas de arbolado, pero esta proporción también nos deja claro un aspecto: la tremenda superficie de terreno abandonado que hay no solo en las comarcas, sino en toda Galicia. Es cierto que, analizando los datos desde 2007, siempre se quemaron bastantes más terrenos de raso que arbolado, pero solo en 2014 ardieron menos masas frondosas que en 2020, con solo 7,68 hectáreas.

Una de las opciones para frenar ese avance de terrenos abandonados es volver a recuperarlos para la actividad agraria, a través de su alquiler mediante el Banco de Terras. Es una alternativa más que interesante sobre todo para la comarca dezana, en vista de su actividad agroganadera y de la necesidad de disponer de más base territorial tanto para ahorrar costes de producción como para optar a las ayudas europeas de la PAC, que se apoyan precisamente en esa base territorial y la rotación de cultivos, entre otras cuestiones.

Montes comunales

Otra de las opciones es la gestión que realizan las mancomunidades de montes. Sus labores de reforestación suponen una actividad con beneficios medioambientales y económicos y frenan, de paso, ese avance de terrenos dominados por la maleza con proyectos silvopastoriles. Según los datos que ofrece la Consellería de Medio Rural, a nivel gallego hay 2.800 comunidades de montes que gestionan 700.000 hectáreas, es decir, la cuarta parte de la superficie de la comunidad.

Deza y Tabeirós-Montes suman, en conjunto 132 montes vecinales en mano común. Los 45 dezanos se reparten entre los 6 que contabilizan tanto Vila de Cruces como Rodeiro, los 4 registrados en Agolada, otros 4 en Silleda, los 9 de Dozón y los 16 de Lalín. Tabeirós-Terra de Montes aporta los 87 montes restantes: A Estrada, según los datos de Medio Rural tiene tan solo uno (Castro Valente y otros), mientras que Forcarei contabiliza 46 y Cerdedo, 40.

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