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Unións dice que el presupuesto para daños de fauna cae un 12% y pide una tramitación más ágil

Aduce que “no cubre ni el 15% de los destrozos reales de jabalí” y exige “una gestión cinegética más intensa” para bajar su población | También cree que el lobo precisa control mediante caza, como en Asturias, y que se paguen las muertes en las que no quedan restos

Un ganadero de Carboentes (Rodeiro) muestra una espiga tras un ataque de jabalí. | // BERNABÉ/JAVIER LALIN

A Unións Agrarias no le cuadra el incremento de fondos destinados en 2021 a combatir los daños de la fauna salvaje anunciado por la Xunta de Galicia. “En realidad, hay un descenso del 12% en el presupuesto total con respecto a 2020”, asegura su responsable de Desarrollo Rural, Jacobo Feijoo, pues la previsión es de 2.633.000 euros, frente a los 2.991.000 euros del ejercicio en curso. Lo que se da es una redistribución entre partidas, con refuerzo de la prevención, mientras que en la compensación de daños crecen los fondos para los producidos por el lobo y disminuyen los destinados al jabalí.

La organización agraria va más allá de las variaciones presupuestarias e insiste en que la gestión de las ayudas tiene que ganar en agilidad, “no pueden demorar meses”. De hecho, el aumento de la consignación para daños de lobo obedece al pago de “expedientes acumulados”, apunta Feijoo. Además, en este caso, asegura que hay que trabajar para que “sigan aflorando daños que no se vienen denunciando” y buscar una solución a la tipología de ataques en donde el cánido no deja restos inspeccionables, pues están quedando fuera de cobertura. Esto es “especialmente dañino” para las explotaciones de vacuno en extensivo, en donde pueden faltar cinco o seis terneros al cabo del año que no se pueden indemnizar con el sistema vigente.

En el caso del jabalí, “por mucha partida que haya, se va a ir siempre por detrás del problema”, declara el representante sindical, que sostiene que los fondos disponibles “no llegan a cubrir el 15% de los daños reales”. Por eso, propone “ir de forma decidida a rebajar las poblaciones mediante una gestión cinegética más intensa”. Cree que, igualmente, el lobo precisa de controles poblacionales mediante caza, como se hace por ejemplo en Asturias, en donde los técnicos del Principado fijan los objetivos en base a criterios científicos y después se ejecutan mediante esperas.

El también sindicalista y presidente de Cobideza, Román Santalla, atribuye la subida de la partida destinada a ataques de lobo a “la presión y las negociaciones” con la Consellería de Medio Ambiente. “Logramos que se incremente el presupuesto y los pagos por tipología de animal”, señala, consciente de que “hay que trabajar y mejorar en varios aspectos en los que hay mucho recorrido”, en línea con lo expuesto por Feijoo: Agilizar las ayudas, una vieja exigencia del sector, “ya que tardan excesivamente entre que se da el daño y se realiza el pago”; aumentar la tasa de notificaciones de daños, de forma que los ganaderos comuniquen “todos los que tienen para que los puedan cobrar”; y buscar una fórmula de certificación veterinaria que acredite que un animal del que el lobo no dejó restos causó baja en la explotación, que hubo un parto, etc.

En líneas generales, UU AA considera que los fondos “son muy escasos”. “Es siempre una campaña dirigida a la sociedad urbana, pero deja en mal lugar a los sufridores de los daños, que es la gente del rural”, valora Santalla. Estima que solo en Deza el jabalí causa destrozos cifrados entre 2,5 y 3 millones de euros.

Por último, el veterano ganadero y sindicalista lalinense discrepa de los argumentos del biólogo Martiño Nercellas. “Claro, tu en prevención puedes gastar en una granja 1.000 euros o 100.000. Te pones a hacer cierres en cada finca como si fueran canchas de tenis para que no salte el lobo, o cavas una zanja con agua alrededor o pones un helicóptero con rayo láser”, ironiza. “Un experto que dice que la gente del rural pone animales débiles a disposición del lobo, pocos comentarios precisa”, concluye Santalla, que rehusa entrar en valoraciones, si bien se declara “ecologista”.

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