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“La Estación se ha convertido en un refugio y un escondite para los chavales”

Hace siete años fundó junto a Annie Sánchez una entidad convertida en referente

Annie Sánchez y Alonso de la Cantera posan en un banco restaurado en la Carballeira. DANIEL PÉREZ

Nuestra presencia le permite realizar un descanso en medio de una mañana de locos. La lluvia ha hecho acto de presencia en medio de los trabajos para recuperar la Carballeira de A Estrada pero sus jóvenes voluntarios han decidido seguir adelante con las tareas a pesar de todo. Alonso se muestra orgulloso de ellos y de su implicación en los nuevos proyectos puestos en marcha para poner en valor algunos de los bellos lugares de municipio estradense. Le robamos un rato para hablar de esos proyectos pero también para recordar los primeros pasos de La Estación, una asociación juvenil que en enero cumplirá ya siete años.

–¿Cómo fue esa reforma en la Carballeira?

–El primer día todo fue estupendo porque el clima nos acompañó pero ayer tengo que reconocer que el mal tiempo puso a prueba a mis voluntarios, que respondieron muy bien. Estuvo difícil. Incluso se me murió el taladro al mojarse. Lo bonito es que los voluntarios no quisieron detenerse.

–Es una reforma de calado a la que le tenían ganas después de dos más pequeñas...

–Y todavía la queremos más grande. Ya hicimos muchas cosas aquí pero yo todavía tengo muchos proyectos en mente para la Carballeira. Una de las cosas que me gustaría hacer es involucrar a los colegios. En horarios libres o de tutoría podrían venir aquí a seguir haciendo cosas. Esta Carballeira es preciosa y los mismos colegios podrían incluso dar clases aquí. Podemos involucrar grupos pequeños que vengan a currar. Tengo tantas ideas que sería algo parecido al nuevo mercado.

–¿Por qué esa apuesta en los últimos años por recuperar zonas del municipio como los lavaderos, la playa fluvial de Pontevea o la Carballeira?

–La primera razón que yo diría es el sentimiento de pertenencia. Cada vez que un chaval actúa en pro de su comunidad se siente parte de la comunidad. Se siente valioso. Después hay otros motivos, como el valorar lo que tienen, que serían un niel secundario. Otro punto importante es la lucha contra el vandalismo y para eso hay que tener insistencia. Yo construyo, tú destruyes, tú vuelves a destruir, y yo a construir... Y así cien veces. Llegará un momento en el que el vándalo se canse y se marche a otro lado. Otro motivo es que Galicia es preciosa. Viví en Cataluña, Mallorca o Madrid y Galicia es diferente. Es mi casa y quiero que todo el mundo la quiera. Cuantas más cositas hagamos y más la cuidemos, más la van a querer. Otro motivo es el medioambiental... Hay mil motivos, aunque me gustaría llegar a más gente y a más administraciones, además del Concello, que siempre nos apoya en todo. Cuanto más apoyo,s más cosas podremos hacer. Aquí todavía quedan muchos sitios por mejorar y por toda Galicia muchos más.

–¿Cómo y cuándo comenzaron el proyecto de La Estación?

–En enero hará siete años desde que empezamos. Yo tenían un cíber de videojuegos. Ahí empezamos a detectar que los chavales necesitaban más. Necesitaban hacer piña. En erse momento fue cuando nacieron las primeras asociaciones, la de voluntariado, la de skate y la de videojuegos. Esas fueron las tres primeras que tuvimos. Coincidió además con que tuve que cerrar el cíber porque se murió mi madre. Cuando regresé comenzamos a reunirnos en bares hasta que uno de los chavales de skate comentó entonces que la estación estaba abandonada. Yo me acerqué y vi que era perfecta para lo que queríamos. Luego hablé con el señor Donado Campos. Su primera reacción fue negativa, porque decía que los jóvenes eran los que habían destrozado las instalaciones de la estación.

“Ya vamos por nuestra cuarta generación”

–¿Cómo lo convenció?

–Explicándole que estos jóvenes lo que querían era construir, no destruir. Me dio quince días de prueba y no se cumplieron. A la semana estaba tan encantado con lo que estábamos haciendo que me dio las llaves de todo. La primera incursión que hicimos fue muy bonita. Eran unos treinta chavales de golpe currando por tener un sitio para ellos. Los que están ahora valoran menos la estación porque no les costó nada pero a los primeros les costó mucho.

–Y en todo esto hay jóvenes que llegan y otros que se van.

–Yo lo cuento como una cuarta generación de jóvenes. Lo cuento según se van marchando a la universidad. No son generaciones de diez años, sino de dos. Nosotros no podemos ayudar niños. Este no es su sitio. A partir de los 13 o 14 años sí que puedes hablar con ellos de una forma más adulta para que entiendan el asociacionismo. En este tiempo ha, pasado muchas cosas. Yo las llamo aventuras. Ahora por ejemplo no sabemos qué va a pasar con la estación. Esa aventura ya no me gusta tanto. Estamos pendiente de un hilo. Donado Campos ya no tiene la concesión y ya me dijo que tiene que hablar con nosotros y me temo lo peor. Luego está el tema Edusi, que acaba este año. Entre el alcalde y La Estradense no hay un acuerdo definitivo y si no hay una cesión al ayuntamiento antes de fin de año no se va a poder utilizar el dinero de la Edusi para arreglar la estación. Yo solo necesito cuatro paredes para dinamizar pero el problema son los chavales. Ellos adoran su sitio. La estación se ha convertido en su refugio y su escondite.

–¿Cuántos jóvenes forman parte ahora de La Estación?

–Ahora tenemos tres colectivos que llevan un tiempo funcionando. Imaxina e Axuda, de voluntariado; el de rol; y Game Maniacs, de videojuegos. Ahora entró Black Water, además del grupo amigos de La Estación. Serán sobre 60 o 70 chavales.

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